Colonia británica y primeros escritos

Uno sospecha que un país con dieciséis lenguas nacionales (reconocidas por la Constitución de 2013) no ha permanecido en silencio, y también conoce la importancia de la tradición oral en el continente africano. Sin embargo, Zimbabue parece haber generado menos colecciones de relatos, crónicas de viaje o testimonios que algunos otros países africanos, con la notable excepción de los escritos del misionero anglicano Arthur Shearly Cripps (1869-1952), que se enfrentó a la Compañía Británica de Sudáfrica, poniéndose del lado de los nativos que le adoptaron dándole un nombre shona, "Mpandi", que significa "el que camina como el trueno". Además de su poesía(Titaia and Other Poems en 1900, The Black Christ en 1902, Lyra evangelistica en 1909) y sus novelas(The Brooding Earth en 1911, Bay-Tree Country en 1913, A Martyr's Heir en 1915), publicó el ensayo An Africa for Africans: A Plea on Behalf of Territorial Segregation Areas and Their Freedom in a Southern African Colony en 1927, que no dejaba lugar a dudas sobre sus convicciones más profundas. Sin embargo, estos textos seminales confirman que la aparición de la literatura zimbabuense en el siglo XX debe considerarse una coincidencia, y que una de las pioneras fue -no es de extrañar- de origen inglés, sin menoscabo de su compromiso con la política antiapartheid ni de su gran talento, galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 2007. De hecho, Doris Lessing nació en Irán en 1919, pero cuando sólo tenía seis años sus padres se trasladaron a Rodesia del Sur para vivir en una granja, para disgusto de su madre, que sin duda soñaba con un estilo de vida más lujoso. Su hija asistió a la escuela católica hasta los 13 años, dejó el hogar familiar dos años más tarde para ser niñera y continuó su educación a través de su empleador, que la introdujo en la política y la sociología. A los 18 años se casó, a los 24 se divorció, dejando a sus dos hijos bajo la custodia del padre. Tras un segundo matrimonio, igualmente fugaz, y otro embarazo, Doris Lessing abandonó Rodesia del Sur rumbo a Londres en 1949, llevándose consigo a su hijo menor. Esta libertad -poco común para la época- se vio confirmada por su libertad de pensamiento: comunista y feminista a su vez, se convirtió también en activista, tanto contra las armas nucleares como contra el racismo, lo que le valió -la información se hará pública en 2015- no menos de veinte años de vigilancia constante por parte de los servicios de inteligencia británicos. Su carrera literaria es como ella: precoz, abundante (¡más de cincuenta novelas!), comprometida. De adolescente, vendió relatos cortos a revistas, luego se pasó al formato largo y publicó su primera novela en 1950: La hierba canta, disponible en J'ai lu con el título Vaincue par la brousse. En ella pinta un retrato sin concesiones de la Rodesia colonial de los años cuarenta: una mujer blanca es asesinada por su criado negro, al que acosaba continuamente. Tras esta primera parte de su carrera, que tendió a ser política, Doris Lessing se orientó hacia la novela psicológica, cuya joya de la corona es El cuaderno dorado, que retrata a una joven novelista aquejada de bloqueo de escritora. Por último, a partir de los años 70, influida por el sufismo, que ahora la inspira, se volvió hacia la ciencia ficción, más concretamente hacia la distopía, con el ciclo Canopus en Argo, publicado en francés por la bella editorial La Volte. Murió a la honorable edad de 94 años en Londres.

Primeros escritores zimbabuenses

Mientras Doris Lessing construía su obra en el continente europeo, sus homólogos y contemporáneos africanos también empezaron a publicar en el periodo comprendido entre los años cincuenta y setenta. Entre ellos, Lawrence Vambe (1917-2017), periodista y activista anticolonialista, que escribió dos ensayos: Un pueblo enfermo: Zimbabue antes y después de Rodas (1972) y De Rodesia a Zimbabue (1976). Junto a él, el prolijo Ndabaningi Sithole fue miembro fundador de la Unión Nacional Africana de Zimbabue (ZANU), por la que estuvo encarcelado de 1964 a 1974, década durante la cual sus escritos salieron de contrabando de la cárcel donde estaba encerrado. Como archivero independentista, la historia -pasada y presente- fue su principal fuente de inspiración, tanto en sus ensayos(African Nationalism) como en sus novelas, como The Polygamist, Obed Mutezo y, sobre todo, Ama Ndebele ka Mzilikaki, publicada en lengua ndebele en Estados Unidos (Longmans, Green & Co.) en 1956, y reimpresa por la Oficina de Literatura de Rodesia al año siguiente con el título Umvukela wama Ndebele. En él recordaba la revuelta de 1896 de la etnia ndebele, con la que estaba emparentado por vía materna.

Igualmente prolífico y comprometido, Stanlake JWT Samkange (1922-1988) participó inicialmente en la creación del Nyatsime College, la primera escuela de educación para negros, que abrió sus puertas en 1962. Sin embargo, su desilusión ante la posibilidad de igualdad entre los pueblos le llevó a cambiar de rumbo, dedicarse al periodismo, trasladarse a Indiana y empezar a escribir novelas históricas (en inglés), como On Trial for My Country (1966), que describe la conquista europea de Rodesia. En este texto -que fue censurado- imaginaba que Cecil Rhodes (el gobernador británico que dio nombre a la colonia) y Lobengula (rey de los ndebele) tenían que responder ante sus antepasados, el primero debía demostrar que había sido justo y honrado, el segundo explicar por qué había perdido su tierra. Por último, la literatura en shona despegó gracias a Salomon Mutswairo que, en 1957, escribió Feso, la primera novela en esta lengua en la que utilizó los códigos de la tradición oral, el canto y la narración. Esta obra, de carácter político aunque anterior a la colonización, fue prohibida tres años después de su publicación. También en 1957, Bernard Chidzero hizo una lectura de Nzvengamutsvairo, también en shona, una novela sobre la condición de los trabajadores de las granjas de Rodesia.

Independencia y poscolonización

Desde la independencia de la autoproclamada Rodesia en 1965 por el gobierno blanco de Ian Smith hasta el Zimbabue independiente de 1980, sin subestimar los difíciles años posteriores a la descolonización, la segunda mitad del siglo XX fue delicada, pero produjo nuevas generaciones de escritores que ya no dudaron en recurrir a distintas lenguas sin dejar de inspirarse en la lucha por la libertad, entre ellos figuran Edmund Zivanai Chipamaunga, primer embajador de Zimbabue en Estados Unidos de 1982 a 1985, en A Fighter for Freedom (1983), Chains of Freedom (1998), Feeding Freedom (2000) y New Roots (2018), y Wilson Katiyo (1947-2003), que sigue el destino de un niño víctima de la segregación y luego exiliado a Inglaterra en A Son of the Soil (1976), a la que siguió Going to Heaven (1979).

Aunque algunos autores siguen siendo de origen europeo -al menos Alexander McCall Smith, nacido en Bulawayo en 1948 y afincado en Escocia desde 1984, que ha cosechado un éxito increíble con sus series policíacas-, la mayoría son de origen africano y ahora están haciendo oír su voz a escala mundial. Uno de los primeros que tenemos la suerte de descubrir en francés es Charles Mungoshi (1947-2019) con Et ainsi passent les jours traducido del shona, publicado por L'Harmattan. Este título no es más que una modesta panorámica de su proteica obra, que también escribió en inglés y por la que obtuvo los premios Noma en 1992, así como el Commonwealth Writers Prize en dos ocasiones (1988 y 1998). Las obras de sus contemporáneos, sin embargo, siguen siendo de más difícil acceso, ya se trate de la poesía de Samuel Chimsoro(Smoke and Flames en 1978, Dama Rekutanga en 1990), los libros infantiles de Barbara Makhalisa (de Qilindini en 1974 a Giya Giya en 1990), los cuentos de Musaemura Bonas Zimunya(Nightshift en 1993) o los de Stanley Nyamfukudza (colecciones Aftermaths y If God Was a Woman), que sin embargo marcó la vida intelectual zimbabuense con The Non-Believer's Journey (1980), que trataba de nuevo de la lucha contra el colonialismo. Por último, cabe mencionar a quienes han utilizado el escenario para transmitir su poesía, como Freedom Nyamubaya, fallecida en 2015, que recorrió varios festivales de África y de otros continentes, donde ofreció espectáculos militantes y feministas.

Una nueva generación, muy femenina

Sin embargo, las cosas están cambiando, en parte porque el estilo de los escritores se ha fortalecido, dando a sus historias un alcance universal que es reconocido por los editores extranjeros, y en parte porque la situación en Zimbabue ha evolucionado: algunos autores (por no decir escritores) nacieron después de la era Mugabe y tienen una visión del pasado diferente a la de sus mayores. El creciente número de traducciones facilita la apreciación de la riqueza de la literatura zimbabuense. Así, será posible revivir la colonización y luego la lucha por la independencia con Soleil noir (en versión digital por Vents d'ailleurs) de Dambudzo Marechera, y sobre todo con las fortísimas novelas de Chenjerai Hove (1956-2015) publicadas por Actes Sud: Ossuaire, Ombres y Ancêtres. También se escucha la voz de las mujeres y los temas femeninos, gracias a Tsitsi Dangarembga(À fleur de peau, École des Loisirs), Nozipo Maraire(Souviens-toi, Zenzele, publicadas por Albin Michel) y sobre todo Yvonne Vera (1964-2005), dos de cuyas cinco novelas figuran en el catálogo de Fayard: Papillon brûle y Les Vierges de pierre. No ocultan los dramas que salpicaron el camino hacia la libertad emprendido por sus conciudadanos. Otra voz importante es la de Alexandra Fuller, nacida en 1969 en Inglaterra pero criada en Rodesia, actual Zimbabue: su autobiográfico Larmes de pierre (Le Livre de Poche), en el que no oculta ni el alcoholismo de su madre, ni el racismo de su padre, ni la violencia de las guerras que desgarraron el continente africano, recibió el premio Winifred Holtby y fue aclamado por el New York Times. Por último, la próxima generación ya está asegurada con Petina Gappah(Le Livre de Memory en Livre de Poche, Hors des ténèbres, une lumière éclatante en Lattès), NoViolet Bulawayo, que evoca la diáspora en Il nous faut de nouveaux noms (Gallimard), y Novuyo Rosa Tshuma, nacida en 1988, que en su primera novela La Maison en pierre (Actes Sud, 2022) cuestiona la historia reciente.