Política

Zimbabue es una república presidencialista en la que el presidente es jefe de Estado y de Gobierno. Durante dos periodos, entre 1980 y 1987, y de nuevo entre 2009 y 2013, ocupó el cargo un primer ministro. Tras el golpe de Estado que derrocó a Robert Mugabe en noviembre de 2017, el presidente es Emmerson Mnangagwa. Un partido ha monopolizado la escena política de Zimbabue desde la independencia: la Unión Nacional Africana de Zimbabue (ZANU), que se convirtió en la Unión Nacional Africana de Zimbabue-Frente Patriótico (ZANU-PF) en 1987, uniéndose a la Unión Popular Africana de Zimbabue (ZAPU). El Movimiento por el Cambio Democrático (MDC) estuvo liderado por Morgan Tsvangirai, que fue primer ministro de 2009 a 2013, y desde su muerte lo dirige Nelson Chamisa. 48 partidos concurrieron a las elecciones legislativas de 2018, pero solo dos, la Alianza MDC y ZANU-PF, obtuvieron más del 5% de los votos. En 2018, por primera vez en la historia del país, el poder de la ZANU-PF se vio amenazado en las urnas. La Alianza MDC, liderada por Nelson Chamisa, obtuvo el 44,3% de los votos frente al 50,8% de ZANU-PF. Chamisa impugnó entonces los resultados, pero el Tribunal Constitucional confirmó la elección de Mnangagwa. Está previsto que se celebren nuevas elecciones presidenciales en julio de 2023, mientras la vida cotidiana sigue siendo difícil para muchos zimbabuenses, tras años de corrupción y mal gobierno...

Economía

Tras la independencia, la economía del país era una de las más prósperas del continente, Zimbabue era apodado el granero del sur de África y el país era el más industrializado de la subregión, después de Sudáfrica. Pero a partir de 1987, Robert Mugabe cambió el curso de los acontecimientos con decisiones políticas, sociales y económicas desfavorables, como la reforma agraria de 2000, el uso de la violencia y la no aceptación de los resultados de las urnas en las elecciones presidenciales de 2002 y 2008. El país se hunde poco a poco en una terrible crisis económica, acompañada de hiperinflación y una tasa de desempleo muy elevada. Durante el mismo periodo, su sector manufacturero se redujo drásticamente. En enero de 2008, la tasa de inflación anual alcanzó la cifra récord de 100.580,2%, mientras que la tasa de desempleo se acercaba al 80% Como el dólar zimbabuense ha perdido todo su valor, el comercio se realiza cada vez más en rand sudafricano, pula de Botsuana o dólares estadounidenses. En enero de 2009, se abandonó el dólar zimbabuense y la moneda oficial de Zimbabue pasó a ser el dólar estadounidense, lo que permitió cierta recuperación de la economía. Desde entonces, se han observado algunos signos optimistas de mejora en la economía del país, que el Banco Mundial califica de "todavía frágil". La situación sigue siendo precaria, ya que la falta de liquidez complica la vida cotidiana de los zimbabuenses.

La economía de Zimbabue se basa principalmente en tres sectores: agricultura, minería y turismo. El PNB del país depende en gran medida de la salud del sector agrícola y de la situación económica internacional. Como ninguno de los dos está en buena forma, la economía del país está sufriendo profundamente. El sector agrícola lleva luchando desde la expropiación, por motivos políticos, de las tierras de los agricultores blancos. Los caprichos del tiempo pueden a veces sumir al país en graves crisis económicas, como ocurrió, por ejemplo, durante algunas sequías recientes. El sector minero se ve amenazado por el plan para que las agencias internacionales cedan la mayoría de sus acciones a los zimbabuenses. El sector turístico se resiente de la mala imagen del país, que intimida a los visitantes. A pesar de estas dificultades, el PIB del país aumentó tras la adopción del dólar estadounidense. El principal socio económico del país es Sudáfrica (80% de las exportaciones) y las exportaciones totales ascienden a unos 2.800 millones de dólares anuales.

Los problemas económicos de Zimbabue son complejos, pero con un tema común: la agricultura. La gran mayoría de los problemas del país se derivan de la reforma agraria de 2000 y la consiguiente caída de la producción agrícola. Las granjas arrebatadas a sus antiguos propietarios fueron entregadas a aliados del régimen que, por lo general, carecían de conocimientos agrícolas o incluso del deseo de utilizar la tierra para tales fines. Así pues, la mayoría de estas explotaciones, que habían sido la riqueza del país, siguen sin utilizarse. El efecto dominó de esta reforma ha afectado a casi todos los sectores económicos del país y encontrar una solución sería un gran paso hacia la normalización de la economía nacional. Hoy, el país se centra en su desarrollo, especialmente en el sector turístico. El gobierno ha puesto en marcha numerosos proyectos para permitir una mayor apertura al turismo, sobre todo mejorando los aeropuertos y aumentando el número de conexiones.

Agricultura

Aunque el sector agrícola sólo representa el 20% del PIB del país, es con mucho la actividad económica más importante de Zimbabue, pues mantiene a dos tercios de la población. Antes de la reforma agraria de 2000, había dos tipos de explotaciones: las pequeñas explotaciones familiares, que funcionaban de forma autosuficiente y sólo obtenían pequeños beneficios, y las grandes explotaciones, modernas y bien equipadas, de alcance nacional o incluso internacional. Hoy en día, el panorama agrícola ha cambiado un poco, los grandes productores blancos han sido expropiados y los nuevos propietarios no siempre son tan eficientes como los anteriores. La principal producción agrícola de todas las categorías, en términos de rentabilidad, es el tabaco (tercer exportador mundial). Le siguen el maíz, el algodón, el café, el té, las flores (sobre todo las proteas), el sorgo y la fruta. Zimbabue también cultiva caña de azúcar que, tras ser procesada, produce etanol (40 millones de litros) que se utiliza para enriquecer el combustible de los automóviles. El sector ganadero del país también es importante, con grandes rebaños de vacuno (más de 5 millones de cabezas), caprino (más de 3 millones de cabezas) y ovino (varios miles de cabezas). El sector agrícola es la columna vertebral de la economía del país, pero depende en gran medida de las condiciones climáticas. La estación lluviosa, que se extiende de noviembre a marzo, marca el ritmo tanto de los agricultores como de los empresarios. La reforma agraria emprendida por el gobierno en 2000 no ha hecho sino debilitar el sector.

Minería

El subsuelo de Zimbabue contiene multitud de metales de todo tipo (oro, platino, cobre, cromita de hierro, níquel, mineral de hierro, plata, amianto, etc.), así como unas cuarenta piedras preciosas y semipreciosas (rubí, diamante, esmeralda, zafiro, etc.). La presencia de hierro, cobre y oro se conoce probablemente desde principios del primer milenio y su explotación se remonta al menos al siglo XI. Zimbabue es uno de los principales productores de oro del mundo, con unas 450 minas. El país también posee minas de carbón (cubiertas y descubiertas) con reservas estimadas en 30 000 millones de toneladas, suficientes para abastecer durante algún tiempo la enorme central eléctrica cercana a Hwange.

Turismo

Desde la independencia, el turismo en Zimbabue no ha dejado de despegar y abrirse al mundo. Las cataratas Victoria, los parques nacionales de Hwange y Matusadona, las montañas Matopos, el Gran Zimbabue y el lago Kariba son algunos de los destinos turísticos más populares, principalmente de Sudáfrica, Inglaterra, Estados Unidos, Australia y Europa continental. Pero el turismo ha sufrido mucho con la reforma agraria del gobierno de Mugabe en 2000 y luego con las elecciones fraudulentas de 2007, que sumieron al país en el caos económico. Desde 2010-2011, los profesionales del turismo están entusiasmados con la recuperación del negocio. Se están haciendo muchos esfuerzos para desarrollar este sector. Por ejemplo, en los últimos años se han mejorado considerablemente los aeropuertos de Harare y las cataratas Victoria. Sin embargo, la gran mayoría de los turistas permanecen en los alrededores de esta última ciudad y es raro verlos en otros lugares del país.