Salud

En las décadas de 1980 y 1990, el sistema sanitario de Zimbabue figuraba entre los de mejor rendimiento del continente, pero desde principios de la década de 2000 y la actual crisis en la que se ha sumido el país se encuentra en franca decadencia. En los últimos años, esto ha provocado una reducción de los presupuestos sanitarios. El sector se enfrenta a muchos retos: escasez de personal cualificado, infraestructuras deterioradas y mal equipadas, falta de medicamentos y productos esenciales. El fracaso del sistema se ha visto agravado por crisis humanitarias como las epidemias de cólera y sarampión y la persistencia del VIH. En los últimos cinco años, los más pobres del país han sido los más perjudicados, con un descenso del 40% en la cobertura sanitaria. El VIH, la tuberculosis y la malaria son las tres principales amenazas sanitarias a las que se enfrentan los zimbabuenses. Estas enfermedades contribuyen significativamente a la mortalidad, especialmente entre los niños. Cada año, uno de cada once niños de Zimbabue muere antes de cumplir los cinco años. El paludismo es especialmente grave en las provincias orientales. Zimbabue ha sido y sigue siendo uno de los países más afectados por el VIH. Sigue siendo la principal causa de muerte en Zimbabue, con un mínimo del 19,4% de las muertes en 2019 atribuidas al VIH. En 2021, 6 800 jóvenes (de 15 a 24 años) se infectaron por el VIH. Se trata del grupo de edad más vulnerable y las relaciones sexuales sin protección son la principal causa de nuevas infecciones por VIH en este grupo de edad. Zimbabue figura entre los veintidós países más afectados por la tuberculosis. Además de estas enfermedades, otros problemas sanitarios importantes son la desnutrición crónica, que afecta a más de un tercio de los niños del país, las enfermedades diarreicas y los problemas de salud que afectan a las mujeres embarazadas y los recién nacidos.

Educación

Al igual que el sector sanitario, la educación fue una prioridad para el gobierno tras la independencia. El principio era luchar contra el analfabetismo y ofrecer una educación gratuita e igual para todos. Para ello se construyeron muchas escuelas primarias, pero sobre todo secundarias, y se trajo temporalmente a profesores de países extranjeros (Reino Unido, Australia, Canadá, etc.). Se practicaba el "hot-seating", es decir, los cursos se impartían a unos alumnos por la mañana y a otros por la tarde. Para satisfacer la demanda, que aumentó con la llegada de refugiados del vecino Mozambique, se promovió la formación de profesores locales. En la década de 1990, la enseñanza primaria era casi universal y la mitad de la población había terminado la secundaria. Al igual que la sanidad y muchos otros sectores que requieren fuertes inversiones estatales, la educación ha sufrido enormemente la crisis económica en la que se sumió el país a principios de la década de 2000. Muchas escuelas incluso tuvieron que cerrar durante la crisis de 2008-2009. La situación ha mejorado desde entonces, pero no ha vuelto a la de los años ochenta y noventa. Los profesores están mal pagados y su situación empeora debido a la elevada inflación. En la actualidad, el sistema educativo consta de trece cursos de primaria y secundaria. El año escolar va de enero a diciembre. Consta de tres trimestres, con un total de cuarenta semanas, y un mes de vacaciones entre cada trimestre.

El lugar de la mujer

La Constitución de Zimbabue establece la igualdad entre hombres y mujeres. Sin embargo, en la práctica, las mujeres sufren disparidades en muchos aspectos y muchas siguen siendo víctimas de la violencia. Las mujeres siguen padeciendo una arraigada cultura patriarcal y a veces religiosa, que tiende a considerarlas inferiores a los hombres. Rara vez se las consulta en la toma de decisiones y deben respetar los deseos de los hombres. A menudo se les enseña que deben responder favorablemente a las insinuaciones sexuales de sus maridos. Las mujeres zimbabuenses se enfrentan a retos culturales y sociales en su vida laboral, que afectan a su nivel educativo, su desarrollo profesional y su promoción. Las mujeres también representan la mayoría de los empleos poco cualificados, como el 70% de la mano de obra agrícola. Los esfuerzos del gobierno han reducido la brecha de género en la escolarización. Hoy, la escolarización en secundaria es del 50,5% para los chicos y del 49,5% para las chicas. Por otra parte, Zimbabue sigue registrando altos índices de violencia doméstica y sexual. Por ejemplo, cada día se denuncian 21 violaciones. Como no se denuncian todas las violaciones, la cifra real es probablemente mayor. El número de violaciones denunciadas aumentó un 42% entre 2010 y 2016. De toda la violencia denunciada contra niñas y mujeres en Zimbabue, el 78% fue infligida por su cónyuge, padre o pareja. A pesar de este contexto, las mujeres en Zimbabue están presentes en casi todas las ocupaciones. Se las encuentra en las fuerzas del orden, en la regulación del tráfico, en la vigilancia de los parques nacionales, en el gobierno, en el turismo y en la dirección de varias grandes empresas. En las zonas rurales, también es dinámica, entre el cultivo de huertos para la familia y el comercio local o con los países vecinos. Es escultora como Agnes Nyanhongo, que talla la piedra con un toque femenino muy atractivo y cuyo objetivo es contribuir a la valorización de la mujer en la sociedad zimbabuense. Es una música como Edith WeUtonga y Dudu Manhenga, cuyas canciones no dejan indiferente a nadie. Sus voces transportan a Zimbabue a un mundo de música y creatividad. Urbanas o rurales, artistas o empresarias, todas ellas trabajan por una mejor representación de la mujer en la sociedad zimbabuense actual.