Música y danza tradicionales
Una de las tradiciones musicales más emblemáticas de Panamá es la mejorana, prima cercana del punto cubano y la trova puertorriqueña. Este género poético-musical se basa en la "décima", una estrofa de diez versos octosílabos. Dividida en temas -que expresan alegría, melancolía o esperanza-, cada composición corresponde a un torrente (una "melodía musical") que los poetas utilizan para dar ritmo y melodía a sus composiciones e improvisaciones. La más popular es la cantadera, un duelo vocal en el que dos o más cantantes compiten alegremente en una justa improvisada, gritando "¡Jau! JAU!AUUUJUIIITAAA! La mejorana siempre va acompañada de la mejoranera, la pequeña guitarra de cinco cuerdas de la que toma su nombre, y del rabel, un rústico violín de tres cuerdas que también se utiliza para tocar cumbias, puntos y pasillos.
Otro género emblemático panameño, el típico (o "música típica ") hace honor a su nombre. Aunque el término se utilizó originalmente para describir una estética folclórica adaptada a las orquestas, hoy evoca algo más que música, pues abarca una filosofía de vida, cocina, baile y, sobre todo, ¡orgullo regional! Tocado antaño con la mejorana, el violín y varios tambores, el típico ha visto cómo el acordeón se imponía poco a poco, hasta convertirse en un instrumento esencial. Acordeonistas como Osvaldo Ayala y Nicolás Aceves Núñez figuran entre los máximos exponentes de esta música típica. Samy y Sandra Sandoval, más recientes y a veces considerados menos "auténticos" por los puristas, gozan de un enorme éxito gracias a su estilo híbrido, que mezcla ritmos tradicionales con influencias más recientes, como la cumbia.
Considerado por muchos el baile nacional de Panamá, el tamborito es inmensamente popular. Este baile de parejas disfrazadas está dirigido por un cantalante (algunos de los cuales, como Lucy Jaén, han dejado huella), apoyado por un coro femenino y un pequeño grupo de percusión. Profundamente festivo, ocupa un lugar destacado durante el carnaval, toda una institución en el país. Aunque es en Ciudad de Panamá y sobre todo en Las Tablas donde los carnavales atraen a más público, algunos acontecimientos revelan singularidades locales que cuentan la historia de la región. En Portobelo, por ejemplo, el carnaval pone de relieve las tradiciones congos y sus danzas teatrales, heredadas de los esclavos negros para ridiculizar a los españoles. Más adelante, en marzo, la ciudad acoge otros dos festivales, que se celebran alternativamente: el Festival de Diablos y Congos y el Festival de la Pollera Conga. Estos eventos celebran la influencia africana en el folclore panameño a través de bailes espectaculares, donde las coloridas máscaras y la puesta en escena recuerdan los días en que los esclavos se burlaban de sus amos. Todo ello en un ambiente frenético de tambores y cantos. Las "expresiones rituales y festivas de la cultura congoleña" fueron reconocidas por la UNESCO en 2018 como parte del patrimonio cultural inmaterial de la humanidad.
Además del emblemático desfile de Mil Polleras, que se celebra cada año en Las Tablas (provincia de Los Santos) y es un auténtico escaparate del folclore panameño, el país ofrece muchas otras oportunidades para conocer el folclore panameño. Entre ellas, la Feria Internacional de San José de David y la Feria Internacional de Azuero, dos importantes ferias agrícolas en las que no faltan los conciertos típicos y los bailes tradicionales. Tampoco hay que perderse la Feria del Torito Guapo, uno de los mejores eventos folclóricos del país, con el famoso baile del Toro Guapo.
Rubén Blades y la salsa
Aunque la salsa tiene sus raíces en Cuba -una mezcla de sonido cubano y jazz-, fue la escena puertorriqueña de Nueva York en los años 60, liderada por Johnny Pacheco, la que catapultó el género, primero en Colombia y luego en toda Latinoamérica. Panamá no fue una excepción, e incluso dio a la salsa uno de sus grandes nombres: Rubén Blades. Auténtico icono de la música latina, ha traspasado las fronteras de su país natal. Sus canciones son himnos, coreados en los abarrotados autobuses de Ciudad de México, en las cunetas del Harlem español y en los estruendosos sones de la Avenida Central de Ciudad de Panamá. Nacido en 1948 en San Felipe, Casco Viejo, entonces un barrio marginado, de madre cubana y padre colombiano, ambos músicos aficionados, Rubén demostró talento artístico desde muy pequeño. El prodigio supo leer a los cuatro años gracias a su abuela, activista feminista y dedicada educadora, que le transmitió sus ideas progresistas y su profundo humanismo. Abandonando sus estudios de Derecho a mediados de los 60, se trasladó a Nueva York para probar suerte en la música. Allí grabó su primer álbum, From Panamá to New York, pero su estilo "militante", su salsa "lírica", tuvo dificultades para encontrar su lugar en aquella época. Decidido a entrar en el prestigioso sello Fania, santuario de la música latina, empezó como... cartero, codeándose con los grandes de la época. Ray Barretto le ofreció su primera oportunidad como cantante sustituto. El verdadero punto de inflexión llegó cuando conoció a Willy Colón, trombonista y productor excepcional que estaba detrás de la mitad de los éxitos latinos de los años 70, y con quien grabó seis álbumes para Fania, incluida la obra maestra Siembra. En constante búsqueda de retos y renovación, Rubén Blades se embarcó en una carrera cinematográfica al tiempo que exploraba nuevos horizontes musicales con su grupo Seis del Solar y su éxito Buscando América, publicado en 1985.
En la década de 1990 se dedicó a la política, creó su propio partido, el Movimiento Papa Egoró, y quedó tercero en las elecciones presidenciales, antes de ser nombrado Ministro de Turismo en la década de 2000. Tras cinco años al servicio de la nación, el "Poeta de la Salsa" retomó su carrera artística. Colaboró con numerosos artistas (Cheo Feliciano, Roberto Delgado & Orquesta, Carlos Vives...) y ganó nuevos Grammy Latinos por sus álbumes Tangos (2014), Son de Panamá (2015), Salsa Big Band (2017), Canción para Rubén (2020), Salsa Plus! y Salswing! (2021), Pasieros (2022) y Siembra 45 Aniversario (2023). Una trayectoria excepcional para quien sigue siendo una figura admirada y querida en Panamá, y para quien su amigo Abner Benaim, gran nombre del cine panameño, dirigirá Rubén Blades no es mi nombre (2018), un soberbio documental que nos sumerge en los 50 años de carrera de esta leyenda viva, auténtico megáfono del 'Pueblo Latino'.
Pero, afortunadamente, Blades no tiene el monopolio de la salsa en Panamá, un país que cuenta con artistas notables: Omar Alfanno, el gran compositor del género; Mauricio Smith, destacado saxofonista y flautista que ha colaborado con Chubby Checker, Charles Mingus, Dizzy Gillespie, Machito y Mongo Santamaría; y Víctor 'Vitín' Paz, pilar de la trompeta del jazz latino. ¿Y quizás recuerde el éxito La salsa c'est pas compliqué ? Originario de Colón, Azuquita fue el encargado de introducir la salsa en Francia. Dio sus primeros conciertos en La Chapelle des Lombards de París en 1979 y grabó con algunos de los nombres más importantes de la Fania. Incluso fue telonero de Bob Marley en 1981 en Le Bourget, ¡ante 76.000 personas!
Cumbia
No le diga a un panameño que la cumbia es colombiana, porque el género también es muy importante aquí. Incluso es un género musical y coreográfico reconocido como símbolo del folclore nacional En Panamá, la cumbia se toca con un rabel, un pequeño violín muy común en la música panameña, e instrumentos de percusión como la guacharaca. El baile que la acompaña consta de cuatro movimientos: paseo, seguillida, cruce y zapateo. En este último caso, el ritmo lo marcan las patadas.
¡Para los amantes de la cumbia y los curiosos de la música latina en general, el excelente sello británico Soundway Records editó hace unos quince años tres recopilatorios que ofrecen una buena panorámica del género, con los mejores grupos del país, o casi, de los años 60 y 70: Panamá! ¡ Latin, Calypso and Funk on the Isthmus 1965-75 ; Panamá! ¡ 2: Latin Sounds, Cumbia Tropical & Calypso Funk on the Isthmus 1967-77 y, por último, Panamá! 3 - Calypso Panameño, Guajira Jazz & Cumbia Típica en el Istmo 1960-75. ¡Un festín para los oídos!
Reggae, reggaeton y plena
En Panamá, el término "reggae" se refiere al dancehall cantado en español, predecesor del reggaeton (el reggae al estilo de Bob Marley se conoce como "roots reggae"). El " reggae en español " surgió a principios de los 80 en los guetos de Colón y Panamá, con artistas inspirados en los grandes éxitos de la primera ola del dancehall jamaicano de YellowMan, Sista Nancy y Shabba Ranks. Incorpora tanto la plena -aún más cercana al dancehall, con influencias de la música haitiana (soca)- como el reggaetón panameño, más próximo al hip-hop.
El primer éxito del reggae en español, Tu Pum Pum, fue escrito por un tal El General, que llegó a convertirse en una leyenda local (17 discos de platino, 32 de oro...). La canción se considera la precursora de lo que sería el reggaeton unos años más tarde. Por eso, Panamá reivindica con orgullo ser el padre del reggaetón, una reivindicación que se disputa con Puerto Rico, que lo popularizó gracias a Daddy Yankee y Bad Bunny. En la actualidad, el reggaetón se escucha en casi todo el mundo, y la escena panameña sigue siendo dinámica. Quizá recuerdes el éxito de Lorna, Papi Chulo, pero ¿sabías que ella es panameña, al igual que el DJ que la acompaña, Rodney Clark 'Chombo'? Los pioneros del género, Aldo Ranks, Nando Boom y Kafu Banton, abrieron el camino a la generación actual, representada por el hiperpopular Sech, pero también a la anterior, que supuso el apogeo del reggaeton panameño: Comando Tiburón, Nigga, Danger Man, El Roockie, Eddy Lover, Makano, Flex, Joey Montana, La Factoría... grupos que probablemente descubrirá durante su estancia. Y por si fuera poco, el fenómeno mundial Despacito, cantado por Luis Fonsi y Daddy Yankee, fue compuesto por la talentosa cantante panameña Erika Ender
Volviendo al reggae de raíces, grupos como Pureza Natural, Raíces y Cultura y Llévate a Marte han extendido su buen rollo por toda Latinoamérica.
Rock y jazz
Las influencias tropicales también han llegado al rock. Su banda insignia desde los años 90 son Los Rabanes, de Chitré. Su música mezcla salsa, ska, punk y reggae, con letras festivas llenas de jerga. Fueron la primera banda centroamericana en ganar un Grammy Latino, en 2008, por su álbum Kamikaze. En una onda más alternativa, bandas como Cienfue y Señor Loop también han dejado su huella en la escena panameña.
Panamá no tiene una escena jazzística vibrante, pero sí al menos dos figuras importantes. La primera fue Luis Russell (1902-1963), pianista pionero del país que se trasladó a Estados Unidos para trabajar con un tal Louis Armstrong (escuchar: Louis & Luis, 1929-1940). El segundo es Danilo Pérez, destacado músico y fundador del Festival de Jazz de Panamá. Nacido en Panamá en 1966, hijo de un cantante de mambo, se impuso rápidamente como uno de los mejores jazzistas latinoamericanos de su generación, trabajando con figuras de la talla de Dizzy Gillespie y Tito Puente. Ahora es el líder del Danilo Pérez Trío, y también enseña en el Berklee College of Music, donde está formando a una nueva generación de músicos, entre ellos el saxofonista Jahaziel Arrocha, considerado ya una futura estrella del jazz panameño. Danilo Pérez también ha dado su nombre a una excelente dirección en Ciudad de Panamá: Danilo's Jazz Club, un local íntimo que acoge regularmente excelentes conciertos.