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Parques nacionales

Irlanda cuenta con seis parques nacionales, que combinan la protección del entorno natural con el acceso público. Ofrecen una gran variedad de rutas de senderismo y harán las delicias de los amantes de la naturaleza y los amplios espacios abiertos.

Parque Nacionalde Connemara: situado en el condado de Galway, este parque cuenta con impresionantes paisajes entre mar y montaña -incluida Diamond Hill- y protege ecosistemas de páramos y turberas.

Parque Nacional deBurren: situado en el condado de Clare, protege los ecosistemas y pintorescos paisajes de la meseta caliza de Burren, modelada por el pastoreo y salpicada de yacimientos megalíticos.

Parque Nacionalde Ballycroy : situado en el condado de Mayo, protege los notables ecosistemas de la gran turbera de Owenduff y la cordillera de Nephin Beg.

Parque Nacionalde Killarney : situado en el condado de Kerry, protege lagos, páramos y bosques ricos en biodiversidad, incluida una notable avifauna, así como salmones y truchas.

Parque Nacionalde Glenveagh : situado en el condado de Donegal, alberga ecosistemas de páramos, turberas y bosques, así como hermosas vistas de valles y montañas.

Parque Nacional delas Montañas de Wicklow : situado en los condados de Wicklow y Dublín, protege un rico patrimonio cultural y natural, que incluye páramos, bosques y turberas.

Deficiencias en la gestión del agua y los residuos

El tratamiento de aguas residuales sigue siendo un problema importante en el país, donde las instalaciones están anticuadas o son inadecuadas. En 2019, el agua del grifo dejó de cumplir las normas de potabilidad en la región de Dublín, donde se prohibió beberla a casi 600.000 residentes. La gestión de residuos también es inadecuada, al igual que la concienciación ciudadana. El país es también uno de los mayores consumidores de plástico de Europa, principalmente por el exceso de envasado de alimentos, una situación paradójica en un país que fue uno de los primeros en introducir medidas contra el plástico de un solo uso (impuesto sobre las bolsas de plástico en 2002).

La respuesta de Irlanda al cambio climático

El cambio climático en curso ya está afectando a Irlanda con eventos extremos inusuales como el huracán Ophelia en 2017. La frecuencia e intensidad de los peligros (tormentas, inundaciones, sequías) podría empeorar a medida que avance el siglo. Irlanda también está amenazada por la subida del nivel del mar y la erosión de las costas. Frente a esto, los hechos no se corresponden con las palabras. En 2017, junto con otros países europeos, Irlanda fue llevada a los tribunales por una ONG por su inacción ante el cambio climático. En 2020, el Tribunal Supremo del país tumbó el plan de cambio climático por falta de detalles. Según el Índice de Cambio Climático, una clasificación elaborada por la ONG Germanwatch, Irlanda ocupa el último lugar de la lista de países europeos en la lucha contra el cambio climático. Las principales razones son la fuerte dependencia del país de los combustibles fósiles y su modelo agrícola (ganadería y cultivos forrajeros). En cuanto a los avances, el Parlamento irlandés votó en 2018 un proyecto de ley para prohibir la inversión pública en empresas cuya facturación esté vinculada en más de un 20% a los combustibles fósiles. Los viajeros a Irlanda pueden utilizar la red ferroviaria del país o recorrer las numerosas rutas ciclistas que existen. Irlanda es accesible en barco y está atravesada por una ruta ciclista europea, EuroVelo1, y hay operadores de cicloturismo. En 2020, el ministro de Medio Ambiente decidió invertir 360 millones de euros al año durante los próximos cinco años en el desarrollo de la movilidad activa (ciclismo y marcha), lo que representa el 20% del presupuesto de Irlanda. Hay que señalar que dos tercios de este presupuesto se dedican al transporte público.

El impacto de los centros de datos

Los centros de datos contribuyen en gran medida al calentamiento global. Son grandes consumidores de energía, no sólo para el almacenamiento de datos, sino también para el aire acondicionado y los sistemas de refrigeración de los edificios. Irlanda tendrá 54 centros de datos en 2020, con unos 40 proyectos en marcha. Según la Academia Irlandesa de Ingeniería, los centros de datos podrían representar más del 30% del consumo energético del país en 2030. Aunque algunos centros de datos utilizan energías renovables o prevén recuperar el calor de los servidores para calentar las viviendas, el problema del aumento de la demanda energética sigue siendo importante.

Las trampas de la replantación

Durante mucho tiempo Irlanda estuvo cubierta de bosques, pero se deforestó hasta el punto de que en 1928 sólo quedaba un 1% de bosque. Desde la década de 1970, el país se ha reforestado (un 11% en la actualidad), principalmente mediante monocultivos de picea de Sitka, originaria de Norteamérica. Sin embargo, estas plantaciones no son bosques. Los bosques son el resultado de un proceso lento y natural y albergan una rica biodiversidad, mientras que las plantaciones son el resultado de la actividad humana, a menudo con fines comerciales, y son pobres en biodiversidad. La silvicultura irlandesa, subvencionada por el Estado, tiene por objeto, en particular, luchar contra el calentamiento climático. Sin embargo, estas plantaciones tienen un impacto medioambiental bastante negativo. Por una parte, contribuyen al desarrollo de "desiertos verdes" en detrimento de praderas y turberas. Por otro, no tienen ningún efecto mitigador del calentamiento global. Un estudio publicado en la revista Nature en 2018 destaca el hecho de que las coníferas, más oscuras que las frondosas, tienen el efecto de reducir el efecto albedo, y que la tala también contribuye a reducir la capacidad de almacenamiento de carbono.

Sin embargo, existen iniciativas para reforestar antiguas turberas con especies locales, incluidas las frondosas. En cuanto a la mitigación del calentamiento global, los científicos también se interesan por el potencial de las turberas (una cuarta parte de la superficie del país) y su capacidad para almacenar carbono.