19_part_167120.jpg
shutterstock_1226577073.jpg

Parques nacionales

La biodiversidad de Yibuti, como la del Cuerno de África, es frágil y está amenazada. Para proteger la especie, el país ha prohibido la caza -incluida la submarina- en todo su territorio.

Parque Nacional del Bosque de Día : situado al oeste del Golfo de Tadjourah, alberga los vestigios de un bosque primario compuesto principalmente por enebro africano(Juniperus procera) y amenazado de extinción. Posee una biodiversidad única de flora y fauna, incluida una especie de ave endémica, el francolín de Yibuti.

Islas Moucha y Maskali : situadas frente al golfo de Tadjourah, cuentan con una biodiversidad excepcional, incluida una especie endémica, la gaviota de lirio blanco, y hermosos paisajes, manglares y playas de arena. El fondo marino es muy rico en jardines de coral y muchas especies de peces. Si el sur de Maskali constituye una reserva natural y las dos islas forman parte de una zona marina protegida, a veces se observa en ellas el depósito salvaje de residuos, y estos espacios son codiciados por los inversores extranjeros. El viajero que visite estas islas será invitado al mayor respeto de lo vivo (a través, por ejemplo, de un enfoque de "cero residuos", o del uso de cremas solares sin filtros químicos, ya que éstos tienen efectos nocivos para los corales).

Amenazas para el Mar Rojo

El Mar Rojo es rico en biodiversidad, con más de 200 especies de coral y una fauna muy variada. Esta frágil franja de tierra bordeada por ocho países alberga una de las rutas comerciales marítimas más importantes del mundo, a través del estrecho de Bab-el-Mandeb. Esta actividad supone una amenaza para los ecosistemas, sobre todo por el vaciado en el mar de los distintos tanques de los barcos (tanques de lastre que contienen agua de mar bombeada desde otra región y que, al derramarse, pueden desequilibrar los ecosistemas locales, o tanques de lodo, que, por su vertido en el mar, contribuyen a la contaminación del medio ambiente).

El Mar Rojo también está sometido a una gran amenaza, una auténtica espada de Damocles que pende sobre él desde 2015. Se trata de un petrolero -el Safer-, inmovilizado en aguas yemeníes por la facción rebelde de los Houthis, y que amenaza con derramar más de un millón de barriles, es decir, más de 160 millones de litros de petróleo, en el Mar Rojo debido a su obsolescencia. La situación está empantanada sin que se encuentre ninguna solución, a pesar de la intervención de la ONU en el verano de 2020. El vertido o la explosión de la carga podría causar daños muy graves a la biodiversidad marina. Además, la falta de infraestructuras de tratamiento de aguas residuales y residuos, junto con el aumento de los caudales (ligado al crecimiento demográfico), está contribuyendo a la contaminación del Mar Rojo, con repercusiones sanitarias y medioambientales.

La cuestión de los recursos hídricos y el cambio climático

Los recursos hídricos son escasos en el país y las aguas subterráneas son insuficientes para satisfacer las crecientes necesidades del país, que se han triplicado en los últimos treinta años debido al crecimiento de la población y la urbanización. Este estado de estrés hídrico es una amenaza para el suministro de agua potable a la población, pero también para la agricultura y la ganadería. El cambio climático está acentuando los periodos de sequía, acelerando la desertización del país y aumentando el espectro de la inseguridad alimentaria en un país que ya sufre de desnutrición. El calentamiento global también está contribuyendo a la subida del nivel del mar y de las temperaturas, lo que acelerará la erosión costera y el declive de la biodiversidad. También contribuye al establecimiento de especies portadoras de enfermedades, como elAnopheles stephensi, un mosquito originario de Asia que se ha identificado en Yibuti desde 2012 y que está provocando un resurgimiento de la malaria en el país.

Acción sobre el cambio climático

Yibuti ha firmado los Acuerdos de París, cuyo objetivo es limitar el aumento de la temperatura a +2°C para finales de siglo, en comparación con el periodo preindustrial. Para ello, el país ha emprendido acciones para mitigar el calentamiento global, con un ambicioso programa que aspira a un mix energético 100% renovable para 2025 a través de la producción de energías renovables: solar, eólica y especialmente geotérmica, gracias al potencial del subsuelo del país.

También se han puesto en marcha medidas de adaptación al cambio climático para promover la resiliencia alimentaria, con una agricultura y ganadería locales que utilizan pequeños rebaños bien alimentados y regados localmente. Esto incluye la construcción de pozos y diques para el riego y el abrevado del ganado, la formación de los agricultores, la rehabilitación de las tierras agrícolas y los proyectos de reforestación. Para preservar las aguas subterráneas, en Yibuti se han creado plantas de desalinización y tratamiento de aguas residuales, y el agua tratada se reutiliza para la agricultura. Hay que desarrollar la conciencia medioambiental entre la población. Todos tenemos un papel que desempeñar en la lucha contra el cambio climático. En Francia, alcanzar la neutralidad en carbono significa reducir nuestras emisiones a 2 toneladas deCO2 equivalente por habitante, lo que requiere una acción individual y colectiva.

Un gran muro verde de Dakar a Yibuti

El proyecto se puso en marcha inicialmente en 2007 para luchar contra la desertificación. Ha crecido a lo largo de los años y ahora pretende, más allá de la reforestación, llevar a cabo acciones en colaboración con las poblaciones locales, en una franja de 100 km desde Dakar hasta Yibuti. Sólo 4 millones de hectáreas -de los más de 11 millones de hectáreas del proyecto- se habían completado a principios de 2021. Relanzado durante la cumbre One Planet de enero de 2021, el proyecto se enfrenta a la falta de financiación, pero también a la situación a veces delicada (conflictos) de los países que atraviesa.