Autoportrait d'Alphonse Mucha vers 1901. © wikimedia commons.jpg
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Un comienzo difícil

Nacido en 1860 en un pueblecito cercano a Brno, en Moravia del Sur, Mucha, apasionado del dibujo, abandonó rápidamente el trabajo que su padre le había encontrado para presentarse a los 18 años a la Escuela de Bellas Artes de Praga... ¡que le denegó la admisión! Después emigró a Viena, donde consiguió trabajo en una empresa que creaba decorados teatrales, al tiempo que recibía clases de dibujo. En 1881, de vuelta en Moravia tras el incendio del teatro para el que trabajaba, Mucha aprovechó su experiencia para empezar a trabajar como decorador y retratista autónomo. Cuatro años más tarde, consiguió ingresar en la Academia de Bellas Artes de Múnich, donde tuvo numerosos profesores de renombre.

Mucha llega a París

En 1887, nada más terminar su formación -se había especializado en retrato y dibujo-, se trasladó a París para ampliar sus estudios y ya se ganaba la vida realizando numerosas ilustraciones para libros y carteles publicitarios. En efecto, la capital, donde la silueta de la Torre Eiffel crecía, estaba en plena efervescencia, en vísperas de la nueva Exposición Universal, y los encargos llegaban a raudales. Tras finalizar sus estudios, el ilustrador empezó a buscar trabajo en un libro serio. Finalmente le ofrecieron un puesto en la prestigiosa editorial parisina Armand Colin, donde realizó, entre otras cosas, la ilustración de la portada de Memorias de un elefante blanco, de Judith Gautier, en 1894. París era la capital del cartelismo en la década de 1890, desde los cabarets hasta los teatros, y todos los artistas participaban en él. Gracias al desarrollo de la litografía en color y a las crecientes exigencias de la publicidad comercial en el floreciente contexto de la Belle Époque, los artistas tuvieron amplias oportunidades de explorar esta nueva forma de expresión artística. Los carteles de Mucha de la década de 1890 en París son sus obras más conocidas en la actualidad. Gracias a ellos, Mucha desarrolló su idea del Art Nouveau, llamado así por la tienda del marchante de arte alemán y promotor de este nuevo estilo, Siegfried Bing (1838-1905).

Sarah Bernhardt lanza Mucha en París

En la Navidad de 1894, mientras Mucha corregía impresiones en la imprenta de Lemercier como favor a su amigo, el impresor fue contactado por Sarah Bernhardt que le pidió un nuevo cartel para la obra Gismonda para entregar inmediatamente. Como todos los artistas que trabajaban para Lemercier estaban de vacaciones, éste pidió a Mucha que se hiciera cargo del encargo. El artista se pone manos a la obra y propone varias versiones del cartel. A pesar de la urgencia del encargo, Mucha innova tanto en la forma como en los colores utilizados. Revalorizó el cartel, entonces reservado a la calle, revolucionando el género e imponiéndolo en el corazón del arte moderno. El1 de enero de 1895, el cartel se pegó por todo París y los parisinos se hicieron con él. Sarah Bernhardt, abrumada y admirada, firmó un contrato con Mucha: crearía decorados, vestuario y carteles para ella durante seis años. Diseñó seis carteles para la actriz, entre ellos La Dame aux camélias y Lorenzaccio , para los que mantuvo los mismos principios que para Gismonda: una composición alargada y en torno a un único personaje, Sarah Bernhardt, que domina el escenario como una Virgen clásica.

Obras gráficas de Mucha

En su obra gráfica, a Mucha le gusta organizar sus dibujos en ciclos cuya mayor inspiración es la naturaleza. Su primer panel de 1896, Las estaciones, así lo atestigua. Mucha continúa su trabajo variando los motivos, como en Flores (1898) u Horas del día (1899) que son para Mucha obras de madurez. Mujeres fatales, elementos vegetales... el estilo Mucha rebosa vitalidad y es lo que gusta en un momento en el que pronto comenzará el nuevo siglo. El ciclo de las Artes (1898) es considerado el más logrado por la crítica de la época y de hoy. A partir de 1896, utilizó elementos folclóricos tradicionales de Moravia con vestidos, flores y otros motivos vegetales que adornaban y daban movimiento a sus dibujos. Hacía referencias a los iconos bizantinos, pues creía que la cultura eslava tenía sus orígenes en el arte bizantino. Pero no se detiene ahí en sus referencias al arte del pasado: la geometría y las curvas de sus composiciones no dejan de recordar al barroco checo. Para desarrollar su estilo, Mucha se inspiró en diversos motivos decorativos de distintas épocas y países, inspirándose en los libros que tenía a su disposición.

El contrato de exclusividad con Champenois y los pedidos de Georges Fouquet

En 1896, el impresor parisino F. Champenois le ofreció un contrato en exclusiva y Mucha, a pesar de su éxito, encontró allí una seguridad financiera y una mensualidad. La llegada del zar Nicolás II de Rusia en 1896 acaparó los titulares. Todo París sueña con los eslavos y aplaude el estilo Mucha. Los paneles de la ciudad se convierten en auténticas galerías al aire libre. Champenois no sólo encargaba carteles publicitarios, sino también paneles destinados a la decoración de interiores. Además, atraído por las magníficas joyas que aparecían en los carteles de Mucha, como Medea y Zodiac, el orfebre y joyero Georges Fouquet, que sucedió a su padre en 1895, se empeñó en poner su casa patas arriba y contrató a Mucha con otros nuevos decoradores. En 1899, Mucha realizó una colección de joyas para su stand en la Exposición Internacional de París de 1900. Fue un momento muy importante para el diseñador praguense, que también se encargó de renovar toda la decoración de la boutique inaugurada en 1901 en la rue Royale. Desde la fachada hasta los objetos decorativos de la tienda, Mucha trabajó como un auténtico director artístico y recibió los elogios de la prensa especializada, como la Revue de la bijouterie. Hoy, el Museo Carnavalet de París conserva el diseño interior de la tienda. Fortalecido por este éxito, Mucha comenzó a crear carteles publicitarios por encargo de imprentas.

Mucha y la masonería

Mucha no sólo fue un gran decorador y un artista genial, sino que buscó la espiritualidad y reconoció los valores de la masonería cuando, en 1898, ingresó en la logia del Gran Oriente de Francia. Con el fin de contribuir al progreso de la humanidad, se comprometió a perseguir tres grandes virtudes en su trabajo como artista: la belleza, la verdad y el amor. En aquella época, el Art Nouveau iba a afectar a todas las artes plásticas -pintura, escultura, artes gráficas, arquitectura y artes decorativas- y en 1900 ya se había extendido por toda Europa. Muy de moda, Mucha se convirtió en un maestro del cartel y en el decorador más solicitado y copiado de París. Pero no se reconocía en esta vocación, demasiado preocupado por la política. Recibió la Legión de Honor en 1901 e hizo su primer viaje a Estados Unidos. Pintó retratos de notables y conoció a Charles Richard Crane (1858-1939). En 1906 visitó Estados Unidos por cuarta vez e impartió clases en el Instituto de Arte de Chicago.

El regreso de Mucha a Praga para su épica eslava

En Chicago, se aseguró el apoyo de un mecenas apasionado por Europa Central, Charles Richard Crane, y en la cima de su fama, Mucha se sintió perseguido por su país natal, aún bajo dominio austrohúngaro. Regresó a Praga en 1910 para crear una obra en la que llevaba mucho tiempo pensando: La epopeya eslava. El mecenas de Chicago le dio dinero y amistad durante dos décadas. Tras terminar la decoración interior del salón del alcalde de Praga, disponía de todas las condiciones necesarias para completar su proyecto. El castillo de Zbiroh, en Bohemia Occidental, le acogió como residente y allí encontró por fin la serenidad necesaria para trabajar. Mucha maduró este proyecto desde París y desea hacer una obra que pueda empujar a los eslavos a la unidad, darles un horizonte y enseñarles su historia para construir mejor el futuro. Mucha divide la historia de los pueblos eslavos en veinte periodos históricos, que se basan en la historia checa en diez paneles, y la de las demás naciones eslavas también en diez paneles. Esta historia del pueblo eslavo abarca desde los orígenes hasta la Primera Guerra Mundial. Mucha se rodeó de expertos en historia eslava y viajó para realizar sus estudios preparatorios. Viajó a Croacia, Serbia, Bulgaria, Montenegro, Polonia, Rusia y Grecia para observar las costumbres, tradiciones, trajes y cultura. Eligió formatos monumentales; los lienzos más grandes alcanzaban los 6 m por 8 m. Mucha sigue creyendo que el arte puede influir en la gente y en la política, y, en este periodo de entreguerras, está lleno de esperanza para infundir unidad a los eslavos. Pero los eslavos estaban divididos, y las fronteras definidas por el Tratado de Versalles en 1919 dejaron insatisfechas a muchas naciones. Entretanto, en 1918 se proclamó la República Checoslovaca tras la disolución del Imperio Austrohúngaro. Mucha diseñó los primeros sellos de correos y billetes de la nación finalmente independiente. Continuó dibujando su Epopeya y la terminó unos años antes del décimo aniversario de Checoslovaquia, con motivo del cual Mucha ofreció la obra maestra completa a la ciudad de Praga.

Un final trágico

En 1933, Alemania eligió canciller a Adolf Hitler. En 1936, el Museo Jeu de Paume de París y el Museo Moravo de Artes Decorativas de Brno dedicaron sendas exposiciones retrospectivas a Mucha, que era tan conocido y solicitado en Europa como en Estados Unidos. Pero en 1939, la Alemania nazi invadió Checoslovaquia y ocupó Praga. Catalogado por los nazis como "peligroso pintor patriota" y masón, Mucha fue detenido por la Gestapo, pero puesto en libertad. Su salud se deterioró rápidamente. Murió el 14 de julio de 1939 en Praga. Está enterrado en el Slavin (el panteón checo), en el cementerio Vyšehrad de Praga.