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Los celtas de la tribu Boian se asentaron en la zona geográfica de la actual Bohemia. Permanecieron allí poco tiempo, pero el nombre de la región procede directamente del nombre de este pueblo. Les sucedieron los pueblos germánicos, y Bohemia estuvo plagada de violentas guerras tribales durante muchos siglos. Expulsados por los hunos de Atila, los eslavos llegaron a la región a principios del siglo^V y la estabilizaron construyendo la primera estructura estatal organizada.

Según la leyenda, una de las tribus checas de Bohemia, sin heredero varón, tuvo que confiar el poder a la princesa Libuše, hija de un mago y dotada para la profecía. Obligada a casarse, eligió contra todo pronóstico a un pobre labrador llamado Přemysl. De su unión nació el primer príncipe de la dinastía Přemyslida, y Libuše predijo entonces, en el actual emplazamiento de Vyšehrad, el nacimiento de una espléndida ciudad.

En 855, Bořivoj I, heredero de los Přemíslidas y que entonces gobernaba sólo una pequeña parte de Bohemia, se alió con el rey de la Gran Moravia contra el carolingio Luis II de Baviera, lo que provocó que la región se convirtiera en ducado. Fundó su primer castillo en 870 y se convirtió al cristianismo en 883. Su hijo Spytihnev se volvió entonces contra el antiguo aliado de su padre y tomó el control de la Gran Moravia y Bohemia. Este acercamiento duró poco, ya que Spytihnev pronto se separó de la parte eslovaca de su imperio para acercarse a los carolingios.

San Wenceslao, sobrino de Spytihnev, nacido en 907, llegó al poder con sólo 19 años. Su reinado duró sólo unos años, pero dejó una huella perdurable en la historia del país, hasta el punto de convertirlo en LA figura histórica de referencia incluso hoy en día. Liberó pacíficamente Bohemia, que había vuelto al dominio alemán, firmando un tratado de no agresión a cambio de un tributo anual. Ferviente creyente y pacifista convencido, hizo destruir la horca y favoreció la cultura, la economía y, sobre todo, la religión. Al hacerlo, despertó el odio y los celos, en particular los de su hermano, que lo asesinó cuando Wenceslao se negó a defenderse. Muy popular, Wenceslao fue canonizado y se convirtió en el patrón de la República Checa.

A mediados del siglo X, los gobernantes Přemyslid controlaban no sólo Bohemia, sino también Moravia y gran parte de Silesia. Praga se convirtió en obispado y, finalmente, bajo el reinado de Ottokar I (1192-1230), el Ducado de Bohemia fue establecido como reino por la Bula de Oro de Sicilia de Federico II, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. En 1306, el asesinato de Wenceslao III, que no tenía heredero varón, puso fin abruptamente a la dinastía de los Přemyslidas. Comienza una guerra de sucesión.

Tras cuatro años de guerra, Juan de Luxemburgo sale victorioso del conflicto gracias a un hábil matrimonio con Eliška, hermana de Wenceslao III. Aliado de los franceses, Juan de Luxemburgo murió en 1346 luchando contra los ingleses en la batalla de Crécy. Le sucedió su hijo Carlos IV.

Rey de Bohemia y luego Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Carlos IV dejó una huella indeleble en su país. Casado con Blanca de Valois, este soberano mecenas, políglota, culto, religioso y pacífico fue llamado por su pueblo "Padre de la Patria". Embelleció Praga, desarrollando el castillo, creando una universidad, construyendo el puente de Carlos, la catedral de San Vito y un gran número de iglesias y monasterios. Praga era la tercera ciudad más grande de Occidente después de Roma y Constantinopla. A la muerte de Carlos IV en 1378, la ciudad había duplicado su tamaño y se había convertido en una potencia económica y cultural mundial.

En marzo de 1402, Jan Hus, profesor de teología en la Universidad de Praga y predicador reformista, denuncia los abusos y la vida opulenta de la jerarquía clerical. Sus ideas se extendieron rápidamente entre los checos, pero bajo la presión de la Iglesia, Jan Hus fue finalmente arrestado, condenado y quemado vivo el 6 de julio de 1415. Su muerte provocó un levantamiento nacional y los husitas, organizados en bandas armadas, destruyeron los conventos. Dirigidos por el general Jan Žižka y más tarde por Prokop Holý, resistieron durante más de veinte años. La revolución husita duró hasta 1437 y dejó una profunda huella en la historia del país.

Con la subida al trono en 1526 del archiduque austriaco Fernando I de Habsburgo, comenzó una dinastía que duraría hasta 1918. Fernando I contribuyó a la introducción del estilo renacentista en Praga, pero no fue hasta su sucesor, Rodolfo II, cuando Praga volvió a convertirse en capital en 1586, en detrimento de Viena. En 1611, durante el reinado del rey católico Fernando II de Habsburgo, se recrudecieron los conflictos políticos y religiosos, y la crisis estalló abiertamente en el Castillo de Praga durante la defenestración del 23 de mayo de 1618.

La defenestración marca el comienzo de la Guerra de los Treinta Años: la Bohemia protestante se levanta contra la Austria católica. La decisiva batalla de la Montaña Blanca, en 1620, selló la derrota de los protestantes y sometió el reino de Bohemia al dominio austriaco. Las cabezas de los veintisiete líderes protestantes decapitados fueron empaladas en el puente de Carlos para desalentar cualquier intento de reanudar las hostilidades. Se impusieron la lengua y la cultura alemanas Durante el largo reinado de la emperatriz María Teresa de Austria, cualquier brote de protesta en Praga era duramente reprimido.

Cuando el hijo de María Teresa, José II, subió al trono, permitió de nuevo el culto protestante y restableció los derechos civiles de los no católicos, especialmente de los judíos. Desgraciadamente, las reformas duraron poco y fueron abolidas por Francisco II, al tiempo que se empezaba a notar la eclosión de la cultura checa: se volvieron a escribir y representar obras de teatro en checo, e historiadores y políticos como František Palacký (1798-1876) lideraron un movimiento por el renacimiento de la cultura eslava. Este fue el comienzo del renacimiento nacional.

Este movimiento comenzó en el último cuarto del siglo XVIII y afectó a la sociedad desde todos los ángulos: a través de la lengua checa, que volvió a hablarse en la calle, pero también a través de las artes que la transmitían: música, literatura, teatro, y las que representaban la identidad de la nación checa: pintura, arquitectura, escultura, etc

Durante la Primera Guerra Mundial, tres políticos checos, Masaryk, Beneš y el eslovaco Štefánik, se exiliaron a Suiza y luego a París, donde organizaron un Consejo Nacional Checo-Eslovaco. Consiguieron convencer a los Aliados de la necesidad de un país eslavo entre Austria y Alemania. La República Checoslovaca se proclamó en Praga el 28 de octubre de 1918, tras la disolución del Imperio Austrohúngaro, y el 14 de noviembre T.G. Masaryk fue elegido primer presidente de la nueva República. Unió Bohemia-Moravia y Eslovaquia.

La República Checoslovaca se convirtió en un pilar democrático en Europa Central. La línea política se mantiene sobre todo por la influencia de su presidente Masaryk, demócrata y filósofo. El país vivió una situación económica excepcional en los años 1925-1929, antes de verse afectado por la crisis mundial. Pero en octubre de 1938, en Munich, Gran Bretaña y Francia aceptaron la confiscación por Hitler de los Sudetes, un territorio densamente poblado por alemanes.

Beneš, que había sucedido a su amigo Masaryk en 1935, formó gobierno en el exilio en Londres, mientras los comunistas checos buscaban protección en Moscú. Durante este periodo, Eslovaquia se convirtió en un Estado fascista y teocrático, controlado por Hitler. Uno de sus supuestos sucesores, Reinhard Heydrich, fue nombrado Gauleiter en Praga para aplastar los movimientos de resistencia. Instaló un auténtico régimen de terror antes de ser abatido por un comando de soldados checos lanzados en paracaídas desde Inglaterra. Cuando terminó la guerra en mayo de 1945, los checos recibieron con entusiasmo al Ejército Rojo como su libertador. El Partido Comunista obtiene el 38% del electorado y se convierte en el principal partido político del país.

El asesinato de Heydrich dio lugar a una vasta operación de represalia. El pueblo de Lidice, sospechoso erróneamente de haber dado cobijo al comando, fue completamente arrasado y su población masacrada. Ante esta tragedia, Inglaterra y la Francia Libre decidieron denunciar el Tratado de Múnich y reconocer a Checoslovaquia como Estado de pleno derecho. En Estados Unidos, muchas niñas se llamaron Lidice en los años siguientes.

La ilusión de libertad dura poco. Cuando el Telón de Acero cayó sobre Europa del Este, Checoslovaquia intentó en vano revivir el sueño de su breve independencia en las dos décadas posteriores a la Primera Guerra Mundial. En febrero de 1948, fue el "golpe de Praga". Klement Gottwald obtiene de Beneš el nombramiento de ministros comunistas y toma el poder. Entra en vigor una nueva Constitución y comienza la nacionalización de empresas.

En 1963 se produjo un segundo despertar nacional del pueblo checo, cuando los dirigentes checoslovacos intentaron reformar la economía y rehabilitar a las víctimas de los juicios de los años cincuenta. Estos años (1963 a 1968), conocidos como los Cinco de Oro, fueron testigos de una liberalización de los medios de comunicación y de un renacimiento de la vida cultural en Praga.

La idea del socialismo con rostro humano ganó muchos adeptos. El primer secretario del partido, Alexander Dubček, intentó dar vida a este concepto, pero el impulso se rompió el 21 de agosto de 1968 con la invasión de las tropas del Pacto de Varsovia. A partir de entonces, los comunistas iniciaron la "normalización" que inmovilizaría al país durante muchos años. Sólo un grupo de disidentes, encabezados por Václav Havel, fundó un movimiento de oposición llamado Carta 77.

Tras la caída del Muro de Berlín en 1989, se creó un gran movimiento para derrocar al régimen comunista. El escritor Václav Havel fue el artífice de esta revolución, que condujo a la dimisión del gobierno comunista el 24 de noviembre de 1989. El periodo soviético de Checoslovaquia llegó a un final pacífico, ganándose el sobrenombre de "Revolución de Terciopelo".

El 5 de julio de 1990, Václav Havel es reelegido Presidente de la República para un mandato de dos años al frente del Estado checoslovaco. La retirada de las tropas soviéticas del país marcó el final definitivo del Pacto de Varsovia y abrió el país a la Europa democrática. En 1992, el Partido Nacionalista Eslovaco reivindicó la independencia de su pueblo. Inevitablemente, en contra de los deseos de Havel, la partición se decretó oficialmente el^{1 de} enero de 1993.

El país, miembro del Consejo de Europa desde 1991, dio muestras cada vez más claras de su deseo de ingresar en la Unión Europea tras la partición. La nueva República Checa ingresó en la ONU (19 de enero de 1993) y posteriormente en la UNESCO (22 de febrero de 1993). En 1995, la República Checa se convirtió en el primer país del antiguo bloque del Este en ingresar en la OCDE. En 1999, la República Checa ingresó en la OTAN.

En febrero de 2003, Václav Klaus fue elegido Presidente de la República. Klaus está lejos de tener el aura de su predecesor. Es abiertamente liberal y defiende la privatización masiva de empresas. En el plano internacional, la República Checa ingresó oficialmente en la Unión Europea en 2004.

El expresidente y figura emblemática de la Revolución de Terciopelo falleció el 18 de diciembre de 2011. Hasta su último aliento, Václav Havel siguió siendo un defensor de la libertad y un disidente. Se declararon tres días de luto nacional. La ceremonia de despedida se celebra en la catedral de San Vito ante una audiencia de líderes políticos de los cinco continentes y una nación checa unida en el luto.

A finales de enero de 2013, los checos eligieron por primera vez a su presidente por sufragio universal. El presidente del Partido de los Derechos Civiles, Miloš Zeman, ganó las elecciones y se convirtió en el nuevo inquilino del Castillo de Praga, con una fuerte división entre Praga, que votó mayoritariamente por el candidato Schwarzenberg, y el resto del país por Zeman.

Praga es invitada al cine con el 75 aniversario del atentado contra Reinhard Heydrich (27 de mayo de 1942), el favorito de Hitler. El tema se aborda en dos películas: Anthropoid (Sean Ellis, 2016) y HHhH (Cédric Jimenez, 2017). Dos años después, la memoria de Jan Palach, el estudiante que se prendió fuego para protestar contra la Primavera de Praga, será llevada a la pantalla para conmemorar el 50 aniversario de la Primavera de Praga.

Petr Fiala asume el poder como Primer Ministro. Este político de derechas de la coalición "Juntos" derrotó al populista multimillonario Andrej Babis.

Las elecciones municipales de 2022 siguen la estela de las anteriores, demostrando la imposibilidad de gobernar Praga con visión de futuro. A finales de septiembre, los partidos de la coalición gubernamental salieron bien parados de las urnas, con una cómoda ventaja y un candidato ideal, Bohuslav Svoboda, que ya había sido alcalde de Praga entre 2010 y 2013. Pero el problema surgió durante las negociaciones postelectorales, que resultaron infructuosas. En lugar de ponerse de acuerdo sobre el nombre del alcalde, la mayoría de los concejales electos acordó aplazar el nombramiento hasta febrero de 2023. Zdeněk Hřib perdió su puesto tras meses sin medios, y Bohuslav Svoboda, de 79 años, recuperó su escaño gracias a un acuerdo con el partido Pirata y el movimiento Alcaldes Independientes.

Con Miloš Zeman inelegible para la reelección, las elecciones presidenciales contaron con dos nuevos candidatos: Petr Pavel, antiguo general que se presenta bajo la bandera de los Independientes, y Andrej Babiš, ex primer ministro de 2017 a 2021. En la segunda vuelta, contrariamente a su costumbre, los checos acudieron en masa, con un 70% de participación, algo sin precedentes en un país donde el absentismo es rey. Petr Pavel ganó por un amplio margen en la segunda vuelta, con casi el 60% de los votos: dos resultados que ilustran claramente el deseo de cambio de los checos. La postura altamente eurófila del nuevo Presidente contrasta con la de sus predecesores, pero la vaguedad de su programa sigue dejando dudas sobre la dirección que tomará el país.