Los mejores restaurantes gourmet Lyon 69000

Sin duda, es el establecimiento más pequeño y uno de los más grandes de Lyon. Es un restaurante insignia, fácil de recordar por todos los amantes de la cocina de fusión, gracias a la inteligente mezcla de la gran cocina francesa con toques japoneses del chef Tsuyoshi Arai. Aunque es difícil conseguir una mesa —hay que reservar una de las cuatro disponibles con bastante antelación y ni siquiera estamos hablando del Día de San Valentín—; es el precio del éxito por tener una de las estrellas de la guía roja. Guignol, el títere de Laurent Mourguet, se habría reído de que un chef japonés haya superado a muchos de sus colegas franceses, pero para nosotros se trata de una tendencia para alegrarse. En Tsuyoshi Arai hay rigor, exigencia, maestría y una destreza increíble que adquirió en Tokio, pero, sobre todo, creatividad y poesía, con todo un universo que gira en armonía alrededor de productos muy frescos. Por lo tanto, hay que reservar una mesa con antelación y dejarse rodear por la intimidad y serenidad del lugar —una decoración agradable y un servicio particularmente amable— para encontrarse con el famoso menú Q.E.D. (acrónimo de Quod Erat Demonstrandum: «lo que se quería demostrar»), con su aperitivo y sus ocho platos que siguen la inspiración de un auténtico artista. Con la carta de vinos es posible componer una cata con copas adaptadas a cada plato. Amor a primera vista garantizado.

Un establecimiento lionés cuyo nombre todavía resuena y forma parte de la historia de la gastronomía local. La famosa Mère Brazier es, por supuesto, la célebre Eugenia, sin duda la más famosa de las madres lionesas, la primera mujer en obtener tres estrellas Michelin. Una mujer de carácter que entrenó a otro gran caballero de la cocina lionesa: Paul Bocuse. Brazier, un nombre que había caído en el olvido, en una calle Royale desierta, hasta que fue adquirido en 2008 por el excelente Mathieu Vianney, uno de los mejores artesanos de Francia y la esperanza (confirmada desde entonces) de la renovación de la gran cocina lionesa.

Destaca, en primer lugar, la exitosa renovación del local, que ha sabido conservar algunos vestigios de su glorioso pasado, como las cerámicas de barro, mezcla de modernidad y tradición. Luego vino otro éxito, el espíritu Brazier, que todavía parece vivir en la cocina, cuando un chef moderno —con su asistente Olivier Reverdy— recompone recuerdos y platos de autor elaborados con los mejores productos, como la imprescindible pularda a media cocción que ha sabido actualizar. Otros placeres de la casa: un lenguado de barca de pesca relleno de algas y mariscos, mantequilla de caviar o un excelente pato Miéral (marca) con cítricos y especias, nabos y zumo de naranjitas de la china. Para terminar, una tortilla noruega flambeada con ron, frambuesas y hierba luisa. Excepcional carta de vinos. Un gran nombre que sigue formando parte del patrimonio gastronómico de la ciudad.

¡Del gran arte al noveno arte! Ambiente contemporáneo en una sala donde lo vegetal está bien presente mediante mesas de madera clara o de cómodas sillas revestidas de fieltro verde. Líneas depuradas para dedicarse a lo esencial, que se encuentra en el plato de este restaurante con dos estrellas Michelin que nos hace soñar.

Al mencionar a Christophe Roure se habla, en primer lugar, de una verdadera virtuosidad técnica y de productos excepcionales que ayudan a elaborar exquisitas emociones gastronómicas. Y en segundo lugar, de la muy alta gastronomía actual, creativa, abierta a todos los horizontes, que no se prohíbe ninguna asociación siempre que tenga sentido y sea especialmente sabrosa: fuagrás pasado por la sartén, melón anisado y haba tonka o caballa preparada en la parrilla, tomate en todos sus estados condimentados con un ketchup Yellow. A continuación, encaje de pez sanmartín sobre una crema eglefino o anón, dulse y corazón de palmera fresco o un cordero Allaiton del Aveyron y zanahorias tiernas ácidas y queso fresco rallado. Carta de vinos en consonancia. El art nouveau representa la gastronomía contemporánea en Lyon.

Bernard Mariller, discípulo de Joël Robuchon, busca siempre la perfección, ya sea en la decoración de su establecimiento —con estrella Michelin desde hace quince años—, en la decoración de las mesas y los platos y, por supuesto, en su cocina. En su carta encontraremos productos de mercado de primera calidad provenientes de productores rigurosamente seleccionados, respeto por las artes culinarias y creatividad inspirados tanto por el saber hacer de los mejores como por el instinto natural para platos que son mucho menos clásicos de lo que parecen.

En el menú degustación: vinagreta de langosta y cítricos con crema de apio; fuagrás de pato frito, ruibarbos confitados y vinagre de pulpa de frambuesa; lubina escalfada, caldo de alcachofa morada, tomates frescos y tomillo y trufas blancas de verano; cordero francés asado en una cazuela, ajo en camisa, jugo de romero y canelones de verduras gratinados con queso parmesano; y para terminar un pastel de frambuesa con licor de verbena en una nueva versión. El servicio es ejemplar y, al final, hay una excelente relación calidad-precio. Sin duda es uno de los mejores lugares para descubrir la gran cocina francesa que se hace en Lyon.

Una excepción en el Vieux Lyon y una nueva estrella en su cielo gourmet. Un restaurante contemporáneo que da tanto que pensar como placer. En este lugar, que podría haberse convertido en uno de tantos bouchons, el joven y talentoso chef Jeremy Galván ha elegido otro camino, aunque su trayectoria profesional le llevara a un cierto clasicismo (formado en Lantelme y Viola). Sobre una base culinaria más que sólida, este chef ha creado su propio universo en su cocina, algo que merece ser celebrado por los amantes de la gastronomía en busca de nuevas sensaciones. En un ambiente cálido que se prolonga en todas las estaciones, con paredes de piedra vista, techos de estilo francés y mesas bien dispuestas, el chef nos ofrece una cocina de instinto elaborada con productos de temporada de la zona. Lo mejor es confiar y dejarse guiar por su inspiración. La propuesta es honesta y el contrato se completa con el menú Lâchez Prise! en siete o nueve platos. Excelente vajilla con excelente diseño, trabajo de alta calidad en la elaboración de los platos y armonía en los sabores: inspiraciones de la amistad con los espárragos trigueros, el ajo de oso y el limón confitado con el queso fresco. Sigue con unas mollejas de cordero, mousse de maíz, palomitas y cebolleta con estragón. Se llega al final con un coulant de fresa, emulsión de leche de tomillo, sorbete de fresa y pimienta de Sichuan; delicias que se descubren acompañadas por una carta de vinos orgánicos.