Bernard Mariller, discípulo de Joël Robuchon, busca siempre la perfección, ya sea en la decoración de su establecimiento —con estrella Michelin desde hace quince años—, en la decoración de las mesas y los platos y, por supuesto, en su cocina. En su carta encontraremos productos de mercado de primera calidad provenientes de productores rigurosamente seleccionados, respeto por las artes culinarias y creatividad inspirados tanto por el saber hacer de los mejores como por el instinto natural para platos que son mucho menos clásicos de lo que parecen.
En el menú degustación: vinagreta de langosta y cítricos con crema de apio; fuagrás de pato frito, ruibarbos confitados y vinagre de pulpa de frambuesa; lubina escalfada, caldo de alcachofa morada, tomates frescos y tomillo y trufas blancas de verano; cordero francés asado en una cazuela, ajo en camisa, jugo de romero y canelones de verduras gratinados con queso parmesano; y para terminar un pastel de frambuesa con licor de verbena en una nueva versión. El servicio es ejemplar y, al final, hay una excelente relación calidad-precio. Sin duda es uno de los mejores lugares para descubrir la gran cocina francesa que se hace en Lyon.
Par contre beaucoup trop d'attente entre les plats. C'est dommage.