Enclavada al pie del Monte Saint-Clair, ofreciendo un panorama excepcional hasta los Pirineos, y unida a tierra por dos estrechas franjas de arena, Sète, la "isla singular" como la llaman algunos, lleva con orgullo el título de primer puerto pesquero de la costa. Fundada por Luis VIV en 1666 para dar salida al Canal del Mediodía, Sète fue durante mucho tiempo una ciudad de comerciantes y pescadores. Como segundo puerto pesquero francés del Mediterráneo, la ciudad ofrece un alegre espectáculo cada mañana en la lonja con el vals de los arrastreros. El resultado es una gran riqueza gastronómica, con deliciosas recetas y una fuerte personalidad. Hablar de Sète es evocar sus barrios de carácter, la Pointe courte y el Quartier haut representados durante las tradicionales justas náuticas del Saint-Louis, con sus bonitos barcos rojos o azules. A veces se la llama la "Venecia del Languedoc" por sus canales en el centro de la ciudad, su situación insular entre el mar, la laguna, los canales y los graus, pegada al Monte Saint-Clair y unida a Marseillan por un largo lido, todo ello contribuye a hacer de Sète un popular destino de vacaciones. La cultura no se olvida, Sète es la cuna de Paul Valéry, Georges Brassens, Manitas de Platas y Jean Vilar. A lo largo del año se celebran numerosos actos culturales. No hay que perderse algunos lugares, como el puerto, los canales, el Théâtre de la Mer, el mercado de Halles y el cementerio marino. Con sus 12 km de playa de arena fina, Sète tiene todo lo necesario para un descubrimiento sorprendente y pintoresco
¿Cuándo ir Sète?
Sète puede descubrirse y redescubrirse con el cambio de las estaciones, cada una de las cuales aporta a la ciudad su propio encanto y color. ¿Cuál es la mejor época para visitar Sète y vivir plenamente su energía y su poesía?
Enenero y febrero, descubra Sète desde una perspectiva más íntima: la luz es fabulosa en esta época del año.
Marzo y abril traen días más largos y temperaturas más suaves, así que dé un paseo por los canales y descubra las primeras terrazas soleadas. La mejor época para ir a Sète empieza a despuntar.
Enmayo y junio, la ciudad florece. Es el momento ideal para disfrutar de los días soleados antes de la llegada de la temporada alta. La ciudad bulle de energía preveraniega y las playas empiezan a cobrar vida.
Julio y agosto en Sète son sinónimo de fiesta y vida. El sol brilla en lo alto del cielo, las playas se animan, los festivales están en pleno apogeo y la ciudad celebra la tradicional fiesta de Saint-Louis en un ambiente electrizante.
Septiembre sigue siendo cálido y menos concurrido, una época mágica en la que Sète recupera el aliento tras el ajetreo del verano.
Octubreen Sète es un mes de transición, en el que el verano deja paso lentamente al otoño. Las temperaturas siguen siendo agradables, perfectas para pasear por el paseo marítimo y cenar a última hora en la terraza.
Noviembre y diciembre traen un ambiente más tranquilo. Es el momento ideal para descubrir la cultura y la historia de Sète, sumergirse en sus museos, impregnarse del ambiente único de los mercados navideños, disfrutar de una tielle en las Halles y pasear por la playa bajo el sublime sol poniente.
Sète es un viaje en el tiempo, un lugar donde cada momento del año revela un nuevo secreto, una nueva belleza.