Primeras manifestaciones de un cine llamado "colonial"
Las primeras manifestaciones del cine marroquí se remontan a 1897. Ese año, Louis Lumière rodó las primeras secuencias de la película Le Chevrier marocain (El pastor marroquí), cuyo objetivo era dar a conocer a los franceses lugares lejanos. El rodaje de esta película fue el primero de una larga serie de rodajes de películas extranjeras en Marruecos, que continúa hasta nuestros días. Los camarógrafos de los hermanos Lumière eran enviados a todos los rincones del mundo en busca de imágenes exóticas. A principios del siglo XX se inauguró el primer cine en la ciudad de Fez. El año 1919 trajo Mektoub, el primer largometraje rodado en Marruecos, y más concretamente en Marrakech. Esta película, dirigida por los franceses Jean Pinchon y Daniel Quintin, se considera la primera de lo que podría llamarse "cine colonial" y abrió el camino a más de cincuenta películas en los años siguientes, entre ellas Les Fils du soleil (1924), de René le Somptier, eItto (1934), de Jean Benoît Lévy y Marie Epstein. La industria cinematográfica marroquí estaba en expansión, y cada vez se rodaban más películas internacionales. En 1935 se construyó en Casablanca el Cinéma Vox, el mayor cine de África en aquella época. Desgraciadamente, fue destruido en la década de 1970. En 1944 se crea el CCM (Centre Cinématographique Marocain) y se inauguran los estudios y laboratorios Souissi en Rabat.
Ousfour, Bénani y El Maânouni
Hasta la independencia de Marruecos en 1956, había muy pocos cineastas. Sin embargo, un nombre sobresale de este periodo: Mohamed Ousfour. Este director autodidacta, nacido en Safi en 1926, fue uno de los pioneros del cine marroquí. Tras haber realizado algunos cortometrajes antes de la independencia, fue el responsable del primer largometraje marroquí, Le Fils maudit (El hijo maldito), rodado en 1958. Esta película cuenta la historia de un joven predestinado a la delincuencia y el crimen. Ousfour no sólo dirigió la película, sino que también escribió el guión y dirigió la fotografía. Allanó el camino y guió a varios directores, entre ellos Ahmed Bouanani (director de Mémoire 14, largometraje convertido en cortometraje debido a la censura) y Hamid Bénani. Este último dirigió la aclamada Wechma ("huellas" en francés, 1970), que narra la lucha interna del joven Messaoud, oprimido por su familia y la sociedad, que poco a poco desciende a la delincuencia. Este largometraje de ficción fue aclamado por la crítica, no sólo en Marruecos, sino también a escala internacional, donde obtuvo numerosos premios en festivales. Considerado experimental, marcó el inicio del cine marroquí moderno. En aquella época, era difícil ser cineasta en Marruecos, donde el apoyo a la creación no era una prioridad gubernamental. El cine marroquí oscilaba entre el cine comercial (a menudo malo) y el cine elitista. Sin embargo, en 1978, la película del director Ahmed El Maânouni, Alyam, Alyam, fue seleccionada para el Festival de Cannes. En 1981, estrenó Transes, una película hoy clasificada como "de culto", hasta el punto de que, en 2007, Martin Scorsese eligió esta obra para ser la primera restaurada por la World Cinema Foundation, y posteriormente presentada en el Festival de Cannes de 2007.
La década de 2000
El comienzo del siglo XXI trajo consigo la primera edición del Festival Internacional de Cine de Marrakech y la inauguración de la Cinemateca de Tánger. Tánger también se unió al club de ciudades con festivales de renombre, con el Festival Internacional de Cortometrajes. En 2007, Ahmed El Maânouni dirigió Les Cœurs brûlés, que narra la introspección de un joven marroquí que vive en Francia, tras la muerte de su violento tío que lo crió después de la muerte de su madre. La película obtuvo numerosos premios internacionales, entre ellos el Premio a la Mejor Imagen en el Festival Internacional de Cine de Dubai y el Premio al Mejor Director en el Festival de Cine de Orán. La década de 2000 fue testigo de la llegada de una nueva oleada de cineastas decididos a llevar a buen puerto sus proyectos. Entre ellos, el famoso director franco-marroquí Nabil Ayouch, cuyo primer largometraje, Mektoub (1997), vendió la cifra récord de 350.000 entradas en Marruecos y fue preseleccionado para representar al país en los Oscar de ese año. Ayouch ha ganado numerosos premios por sus películas, entre ellas Ali Zaoua (2001), Whatever Lola Wants (2008) y Les Chevaux de Dieu (2012). Su película Much Loved, seleccionada para la Quincena de Realizadores en 2015, provocó polémica en Marruecos, que la consideró un ataque a la imagen del país y de las mujeres marroquíes. La actriz principal, Loubna Abidar, irrumpió sin embargo en la pantalla y fue nominada al César a la mejor actriz (que ganó Catherine Frot por Marguerite). El hermano de Nabil Ayouch, Hicham, que también es director, llamó la atención por su documental Les Reines du Roi (2005) sobre el nuevo estatus de la mujer marroquí. En 2009, dirigió Fissures, su segundo largometraje de ficción, que fue aplaudido por la crítica europea y proyectado en el Museo de Arte Moderno de Nueva York y la Tate Modern de Londres.
Rodajes internacionales en suelo marroquí
Aunque es rico en artistas, Marruecos en el cine existe principalmente a través de los rodajes como telón de fondo elegido. En efecto, la luz del Sur, el bajo coste de la mano de obra y la variedad de paisajes hacen de Marruecos un lugar ideal para muchos cineastas. La legendaria película de David Lean Lawrence de Arabia (1962) se rodó en la kasbah de Aït-Ben-Haddou. En Ouarzazate, a menudo se utilizan estudios para producciones americanas. Aunque los paisajes desérticos se prestan a los westerns, los estudios también se utilizan para todo tipo de películas. Martin Scorsese rodó Kundun (1997), una película sobre la vida del Dalai Lama; Alain Chabat, Astérix: Misión Cleopatra (2002), con Gérard Depardieu, Christian Clavier y Jamel Debbouze. En 2006, también se rodaron en la zona Babel, protagonizada por Brad Pitt, y Las colinas tienen ojos. En 2014, el rodaje deYves Saint-Laurent, de Jalil Lespert, se repartió entre París y Marrakech. Pierre Bergé, compañero del célebre diseñador Yves Saint-Laurent, autorizó al equipo a rodar en los lugares íntimos de la pareja, entre ellos el Jardín Majorelle, uno de los más famosos y legendarios de Marruecos. En la pequeña pantalla, la nueva temporada de Prison Break (2016) se rodó durante varios meses en Casablanca, Rabat y Ouarzazate, dando trabajo a numerosos actores marroquíes.