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Parques nacionales

La isla cuenta con espacios naturales protegidos de estatus variable. Se trata de reservas naturales integrales (Tsingy de Bemaraha, Betampona, Tsaratanana, Zahamena), parques nacionales, reservas especiales (Ankarana), paisajes armoniosos protegidos, monumentos naturales y reservas de recursos naturales. El país cuenta con una veintena de parques nacionales cuya finalidad es conciliar la preservación de los ecosistemas con el ecoturismo. Sin embargo, algunas de estas zonas están amenazadas por la presión humana: incendios relacionados con la agricultura de roza y quema, caza furtiva, tala ilegal y tala de árboles. Cabe señalar que una parte de las entradas al parque se destina a financiar proyectos de desarrollo local. Para más información, póngase en contacto con Parques Nacionales de Madagascar: www.parcs-madagascar.com

Parque Nacional deMontagne d'Ambre: situado en el extremo norte del país, este parque protege los ecosistemas de selva tropical y la biodiversidad asociada.

Parc national d'Andasibe-Mantadia: situado a 140 km de la capital, este parque alberga una biodiversidad notable, sobre todo ligada a su bosque primario, con tasas de endemismo que superan el 80%. Destaca el Indri indri (el lémur más grande del mundo).

Parque Nacional Marino de Nosy Hara: situado al norte del país, protege los ecosistemas de un grupo de islas frente a la costa de Courrier Bay (arrecifes de coral, manglares, acantilados) y su excepcional biodiversidad marina y terrestre.

Parque Nacional de Andohahela: situado en el extremo sureste de la isla, alberga diversos entornos, entre ellos una selva tropical, que le ha valido el estatus de Patrimonio Mundial de la UNESCO (selva tropical de Atsinanana).

Parque Nacional de Andringitra: situado en el centro-sur del país, también declarado Patrimonio Mundial (selvas de Atsinanana), protege el punto más alto del país (Pic Boby) y alberga una biodiversidad excepcional.

Parque Nacional deKirindy Mitea: situado en el suroeste de la isla, y clasificado como reserva de la biosfera por la UNESCO, incluye una gran variedad de ecosistemas (bosque primario seco, sabanas, manglares), con un alto nivel de endemismo.

Parque Nacional de Isalo: situado en el suroeste de la isla, alberga el macizo montañoso de Isalo, de arenisca jurásica, con sus pintorescos paisajes de cañones y piscinas naturales. Los diversos ecosistemas presentes en el parque (selvas tropicales, bosques de galería de Pandanus, matorrales, sabanas y vegetación rocosa) están asociados a una notable biodiversidad. El parque también cuenta con varios yacimientos arqueológicos.

Parque Nacional de Lokobe: situado al noroeste del país, protege una parte de la isla de Nosy Bé (sureste), que contiene el último bosque primario de la isla (bosque primario de Sambirano), protegido desde la época de la realeza malgache.

Parque Nacional de Ranomafana: situado al este del país y clasificado como Patrimonio de la Humanidad por los bosques húmedos de la región de Atsinanana, este parque se caracteriza por el predominio de la selva tropical, rebosante de biodiversidad. También está presente el bosque de bambú, con especies endémicas como el lémur de bambú dorado.

Parque Nacional de Bemaraha: situado al oeste del país, incluye la Reserva Natural Estricta de Tsingy de Bemaraha, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Destaca por sus formas geológicas (kársticas) muy pintorescas, conocidas como "tsingy", que significa "aguja" en malgache. El parque también alberga bosques primarios y notables humedales, como los manglares.

Biodiversidad en peligro: el candente problema de la deforestación

La cubierta forestal del país representa alrededor del 20% de su territorio, es decir, casi 13 millones de hectáreas. Sin embargo, se calcula que cada año desaparecen entre 50.000 y 100.000 hectáreas de bosque. La deforestación es la eliminación de árboles más allá de la capacidad del bosque para renovarse. Se calcula que entre 1953 y 2014 desapareció el 44% de los bosques del país, incluidas las especies vegetales y animales asociadas a estos entornos. La principal causa de la deforestación es la agricultura. Los bosques se queman (técnicas de tala y quema) principalmente para cultivar productos agrícolas (maíz, cacahuetes, arroz de secano), algunos de los cuales se exportan. También está vinculada a la ganadería, la minería, la producción de carbón vegetal, las necesidades domésticas y el comercio de maderas preciosas. Los suelos se debilitan y sufren una importante erosión, lo que hace que la región sea más vulnerable a riesgos naturales como inundaciones y corrimientos de tierra. La deforestación también liberaCO2, destruyendo preciosos sumideros de carbono. La biodiversidad ligada a los ecosistemas forestales también está desapareciendo.
La caza furtiva de especies, la tala ilegal y la recolección ilegal de plantas también contribuyen al declive de la biodiversidad. La contaminación también tiene un impacto nocivo sobre los seres vivos. Se cree que el 75% de las especies vegetales han desaparecido en el país, y la mitad de las especies de mamíferos están amenazadas de extinción.
La degradación de los entornos y el declive de la biodiversidad también están perturbando los cultivos y debilitando el suministro de agua potable, fenómenos que también se ven exacerbados por el cambio climático, y que amenazan las condiciones en las que los seres humanos pueden vivir en la región.

La preocupante situación de los manglares

Los manglares son ecosistemas únicos en el mundo, caracterizados por bosques anfibios (manglares), que se encuentran principalmente en zonas tropicales, en la intersección de la tierra y el mar (preplaya). Son reservorios de biodiversidad (peces y recursos forestales), barreras naturales contra la erosión costera y sumideros de carbono. También desempeñan un papel en la filtración de las aguas residuales. La degradación de los manglares en Madagascar está vinculada sobre todo a la sobreexplotación del recurso y al cambio climático. En algunas regiones del país, WWF ha apoyado programas de gestión comunitaria integrada de los manglares.

... y la cuestión igualmente candente del cambio climático

Irónicamente, para un país que es uno de los que menos gases de efecto invernadero emite del mundo, Madagascar se está llevando la peor parte del cambio climático. La acidificación de los océanos y el aumento de la temperatura del agua están contribuyendo a la alteración de la biodiversidad marina, uno de cuyos símbolos es la degradación del coral (que también está relacionada con otros factores antropogénicos). A ello se añaden ciclones más intensos y sequías más frecuentes. Por ejemplo, el ciclón Batsirai azotó el sur de la isla en 2022, causando inundaciones generalizadas y provocando la muerte de más de 100 personas y el desplazamiento de unas 60.000. Ese mismo año, parte del país sufrió una grave hambruna, debida a factores tanto económicos como estructurales. Entre ellos, la sequía, la erosión del suelo y las plagas de langostas, que contribuyeron a una caída del 40% de los rendimientos agrícolas. También hay problemas relacionados con la ganadería (inseguridad, robo de cebúes). Una de las imágenes terribles de esta catástrofe humanitaria es la de las personas obligadas a comer trozos de cuero.

Una zona sometida a múltiples formas de contaminación

se cree que el 20% de las muertes en Madagascar están relacionadas con la exposición a la contaminación. Las fuentes de contaminación son múltiples y afectan al aire, el agua y el suelo, tanto en las zonas rurales como en las urbanas. En la capital y sus alrededores, si bien los niveles de contaminación atmosférica se han disparado como consecuencia del tráfico motorizado, no hay que olvidar otras fuentes de emisiones, como las actividades industriales y los métodos domésticos de calefacción y cocina.
La agricultura urbana y periurbana está expuesta a la contaminación por metales pesados (plomo, cromo) y bacterias, ligados a los efluentes de las actividades industriales, artesanales y domésticas, que, a falta de sistemas de tratamiento e instalaciones sanitarias, contaminan sobre todo los arrozales y las piscifactorías (hay que señalar que sólo el 12% de los habitantes de Madagascar tienen acceso a instalaciones sanitarias).
El medio rural también está expuesto de forma preocupante a los pesticidas agrícolas, y un estudio señala mutaciones genéticas, sobre todo en las células del arroz.
La sospecha de contaminación en Fort Dauphin en 2022 (peces muertos flotantes), vinculada a una empresa minera, puso de manifiesto la falta de legislación sobre residuos industriales y la voluntad de la población de informarse. Dado que sólo podemos proteger lo que conocemos, las instituciones y las ONG han identificado ámbitos en los que hay que progresar. En concreto, hay que proseguir los estudios para caracterizar mejor los contaminantes y la exposición, y poner en marcha acciones específicas y prioritarias (medidas técnicas, legislación, cambios en las prácticas, etc.). Otro punto es la difusión de conocimientos y la organización de talleres de sensibilización, que han llevado a cabo en particular la ONG Pure Earth y UNICEF.

¿Hacia la resiliencia?

Aunque la voluntad de replantar árboles es un compromiso renovado de las autoridades del país, esta solución parece tener claroscuros. Una "plantación de árboles" no es un "bosque natural", es más pobre en biodiversidad y almacena menos carbono. Salvar los bosques primarios es una prioridad. Amnistía Internacional también ha señalado la falta de protección de los defensores del medio ambiente, como Clovis Razafimalala, un activista que estuvo encarcelado durante un tiempo y que lucha contra el comercio de palo de rosa.
En cuanto a la agricultura, las ONG han propuesto otras soluciones, como la introducción de cultivos resistentes a la sequía.
La comunidad costera de Vezo se ha organizado para salvaguardar la biodiversidad marina, que es la clave de su supervivencia. Los aldeanos participan en la gestión de la zona marina de Velondriake, con el apoyo de una ONG y una universidad local, lo que ha dado lugar a medidas para garantizar la supervivencia a largo plazo de los recursos pesqueros, con zonas de prohibición de pesca y medidas de vigilancia del medio marino.

¿Y nosotros?

Porque cada gesto cuenta, todos podemos contribuir a construir un futuro deseable con nuestras acciones colectivas e individuales. Aquí tienes algunos enlaces y herramientas que te ayudarán a entender y actuar en materia de residuos (www.zerowastefrance.org), huella ecológica (www.footprintcalculator.org) y huella de carbono (https://agirpourlatransition.ademe.fr).