La segunda selva tropical más grande del mundo

La selva de la cuenca del Congo pierde más de tres millones de hectáreas cada año, y el 10% de sus suelos se explotan por sus recursos minerales, lo que los hace especialmente infértiles. El método agrícola de tala y quema, que provoca numerosos incendios, es también uno de los principales responsables de la matanza. A estos dos factores principales se añaden otros, como la construcción de centrales hidroeléctricas, la urbanización especialmente densa de ciertas regiones, la explotación de la madera y la liberación de espacio para la agricultura, que es el principal sector de la economía.

Sin embargo, los retos de la conservación de los bosques son importantes a escala internacional. Para empezar, el bosque es el depósito de agua de África Central. Más de tres cuartas partes de las precipitaciones de la región proceden de la transpiración de los árboles. Además, es el único bosque tropical que absorbe más dióxido de carbono del que emite. Entre sus hojas hay 45.000 millones de toneladas de carbono. Este es el objetivo de REDD (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de los Bosques), un programa de la ONU lanzado en 2008. La RDC es uno de los 9 países a los que se dirige el programa desde sus inicios, y se beneficia de financiación para la investigación, así como de planes de conservación.

La biodiversidad en el punto de mira

La selva de la cuenca del Congo alberga muchos animales, algunos de ellos endémicos, como el famoso Bonobo(Pan paniscus). Víctima de la caza furtiva y la pérdida de hábitat, el Bonobo está ahora amenazado. Al igual que el bonobo, muchas otras especies están en peligro de extinción, como el okapi (Okapia johnstoni), también endémico, y el elefante africano de bosque(Loxodonta cyclotis), cuya población en la cuenca del Congo se vio diezmada en un 60% entre 2000 y 2010 como consecuencia del comercio de marfil. El rinoceronte blanco del norte(Ceratotherium simum cottoni), que antaño se encontraba en el noreste del Congo, es el ejemplo más triste, ya que solo quedan dos hembras en una reserva de Kenia y no hay machos reproductores, aunque todavía hay una pequeña esperanza de reproducción in vitro.

WWF lleva más de 30 años desempeñando un papel fundamental en la conservación de la biodiversidad congoleña. Su principal objetivo es salvaguardar los bosques de la cuenca del Congo. Para ello, utiliza todos los medios a su alcance: creación de numerosas zonas protegidas, diálogo con las autoridades y las comunidades locales, creación de una red de vigilancia para luchar contra la tala ilegal y plantación de 10 millones de árboles. La ONG no está sola en esta lucha: en 2011, cuatro instituciones universitarias y científicas del Congo y Bélgica se unieron para crear el Consorcio Congo 2010, que dio lugar a la creación del Centro de Vigilancia de la Biodiversidad de Kisangani. Referencia nacional en materia de biodiversidad, la institución facilita su estudio y conservación.

Así, aunque hay muchas pérdidas, también hay victorias, como ocurrió en 2020, cuando una manada de casi 600 elefantes regresó al Parque Nacional de Virunga, 50 años después de abandonarlo, señal de una mejor salud ecológica. Como ellos, los gorilas de montaña(Gorilla beringei beringei) han visto aumentar su población de 274 individuos en la década de 1970 a más de 1.000 en la actualidad. En 2019, un selfie de dos guardabosques con dos de estos primates se hizo viral. En él aparecía Ndakazi, una joven hembra acogida por los guardabosques después de que su madre hubiera sido asesinada por hombres armados como amenaza. Este tipo de intimidación es habitual entre las milicias que pretenden hacerse con el control de la región, e incluso llevó al asesinato de 6 guardabosques en 2021. Pero la masacre de la familia de Ndakazi llevó a las autoridades a redoblar sus esfuerzos para protegerlo. Hoy, los gorilas de montaña ya no figuran en la lista de los 25 primates más amenazados del mundo.

Tierra que vale su peso en oro

Bajo el suelo congoleño se encuentra el 10% de las reservas mundiales de oro, el 20% de las de diamantes, el 10% de las de cobre, el 50% de las de cobalto, el 70% de las de coltán y el equivalente a 22.000 millones de barriles de petróleo. Pero estos yacimientos se convierten rápidamente en un cáliz envenenado, ya que destruyen numerosos ecosistemas para dejar paso a las instalaciones. A menudo, los yacimientos se encuentran en zonas protegidas, que luego son arrasadas. Además, se vierten residuos tóxicos en el sistema fluvial, lo que causó la muerte de 12 personas en 2021. En Lubumbashi, al sur del país, la vegetación baja de la sabana no crece desde hace 30 años, a pesar de haber sido regada durante años por estos vertidos de metales pesados.

Parques nacionales: custodios de la biodiversidad

El Instituto Congoleño de Conservación de la Naturaleza gestiona las 63 reservas y los 9 parques nacionales. De ellos, 5 están inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial en Peligro de la UNESCO desde 1994, debido a la inestabilidad política que amenaza sus ecosistemas. Aunque las condiciones de conservación no están a la altura de las normas internacionales y las zonas en cuestión siguen estando parcialmente explotadas, son verdaderos refugios para la biodiversidad.

Fue la administración colonial belga la que creó el primer parque natural de África, el Parque Nacional de Virunga, allá por 1925. Su principal ambición era proteger al famoso gorila de montaña, en una superficie de casi 8.000 km2. Pero llegó a proteger mucho más, convirtiéndolo en el parque con mayor biodiversidad de África. Leones, hipopótamos, chimpancés, elefantes y búfalos encuentran refugio en esta increíble concentración de biotopos, cuya variedad no tiene equivalente en la Tierra. Aunque es el más rico, el Parque Nacional de Virunga es también el más afectado por los conflictos armados que asolan esta región fronteriza con Ruanda y Uganda, amenazando la biodiversidad. Otra amenaza se cierne sobre este paraíso terrestre, ya que se sospecha que contiene importantes reservas de petróleo, y el gobierno congoleño ha autorizado a tres operadores internacionales a explorar una zona que representa el 85% del parque en busca de oro negro...

El Parque Nacional de Salonga, por su parte, es el mayor del país, con una superficie de 36.000 km2, más que Bélgica. Se creó en 1970 con el objetivo de conservar una reliquia del bosque primario ecuatorial. Como resultado, se ha convertido no sólo en la mayor reserva de selva tropical del planeta, sino también en el segundo parque nacional más grande del mundo. Su conservación es tanto más esencial cuanto que alberga la mayor población de bonobos del mundo.

El Parque Nacional de Garamba también es famoso por otro animal: la jirafa, ¡que no se encuentra en ningún otro parque! La acompañan otros grandes mamíferos herbívoros que hacen que el parque sea tan especial: elefantes, rinocerontes e hipopótamos. Esta profusión de grandes herbívoros se debe a la excepcional abundancia de vegetación.

Además de parques naturales, las reservas también protegen la vida salvaje. La Reserva de Fauna de Okapis es la única inscrita en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO. Como su nombre indica, alberga gran parte de la población de okapis del país, así como otro animal endémico: el pavo real del Congo. La Reserva Natural de Sankuru, de 30.000 km2, alberga una gran población de bonobos.

Una capital contaminada

Los 17 millones de habitantes de Kinshasa están aplastados bajo el peso de los residuos. Juntos producen más de 7.000 toneladas de residuos al día. La tercera ciudad de África carece de un sistema eficaz de recogida de residuos. Sin embargo, la Unión Europea ha puesto en marcha un programa de lucha contra la insalubridad que incluye la inauguración de una planta de tratamiento de residuos en 2015 y la instalación de 61 puntos de recogida de basuras. Pero sin una campaña de concienciación, los malos hábitos persisten y los vertidos ilegales siguen siendo habituales. Mientras que gran parte de la basura se entierra en el vertedero de Mpasa, el río Congo está, en algunos lugares, completamente cubierto de botellas de plástico.