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En cuanto a la flora

Los distintos valles del Tirol tienen orientaciones y exposiciones variadas, lo que inevitablemente genera una vegetación muy diversa. Los vientos vienen de muchos lugares: Europa central, el sur de Alemania, la meseta suiza, la cuenca mediterránea e incluso los vientos del Sáhara cargados de arena ocre, que a veces dejan huellas en la nieve y en los estratos glaciares. Una de las consecuencias de estas diferentes condiciones climáticas es que los valles albergan, principalmente, abetos y píceas en la región de media montaña, y alerces, alisos y pinos ganchudos en la región alpina. El Tirol destaca, sobre todo, por su variedad de flores de montaña, algunas de las cuales solo se encuentran al norte del Círculo Polar Ártico, como la hermosa hierba carrasca (Eriophorum gracile) con su mechón de largas sedas blancas, una especie que ahora está protegida, pero que a veces se utilizaba como algodón. La flor de edelweiss (Leontopodium alpinum) es, naturalmente, la reina del Tirol, al igual que el sublime lirio martagón, que embriaga con su inconfundible aroma. Entre las plantas alpinas, la genciana también es emblemática de la zona. Típicas de los Alpes austríacos son las androsáceas y las bellas saxífragas, plantas rupestres muy extendidas. En los picos más altos solo crecerán ranúnculos glaciares, siemprevivas y algunas androsáceas. En ciertos valles del Tirol, como en todo el este de los Alpes centrales, se conservan especies arcaicas que no se encuentran en ningún otro lugar, como la wulfenia y la campanula alpina.

Por lo que respecta a la fauna

La fauna del Tirol es abundante y está bien protegida. En particular se encuentran los grandes mamíferos típicos de los Alpes, algunos de los cuales estuvieron amenazados, pero se han recuperado tras la protección y su reintroducción en las últimas décadas. Entre los herbívoros, los emblemáticos íbices, rebecos y muflones viven en las alturas (niveles montano, subalpino y alpino), mientras que a los ciervos y los corzos les gusta vivir en los niveles más bajos, donde predominan los bosques. Aunque el oso pardo ha reaparecido en el Tirol, sigue siendo muy raro, por no decir imposible, cruzarse con uno. Eslovenia sigue siendo el espacio adecuado para su reintroducción en otros países; por ejemplo, en la década de 1990 reintrodujeron diez osos eslovenos en Trentino. En la actualidad hay unos sesenta en la provincia de Trentino-Alto Adigio. Oficialmente no hay población de osos en la parte norte de los Grandes Alpes, a pesar de los intentos por reintroducirlos. Entre los carnívoros, el lobo y el lince también están presentes en el Tirol, así como los gatos monteses, las martas, las comadrejas y los armiños. Por último, hay que mencionar la abundancia de roedores, entre ellos la famosa marmota. Todos estos animales tienen que enfrentarse y adaptarse a los largos y duros inviernos, aprender a desafiar el frío y, a veces, a encontrar la comida bajo la nieve. El Tirol también alberga muchas especies de aves endógenas, las más típicas son, sin duda, el águila real, el acentor alpino, el azor, el quebrantahuesos, el buitre leonado, el búho real y el venturón de montaña.

La estratificación de la vegetación

El mundo vivo se adapta a su entorno y, por eso, las mismas especies no se encuentran en todas partes. La gradación de la vegetación depende principalmente de la altura de las montañas y del clima. De abajo arriba, hallamos los siguientes niveles: nivel accidentado, montano (pequeñas montañas), subalpino (media montaña y praderas alpinas), alpino (alta montaña, entre 1800 y 3000 metros) y, por último, nival (picos por encima de los 3000 metros). Esta estratificación, en la práctica, significa dos cosas: en primer lugar, que no encontrará las mismas especies vivas según el nivel en el que se encuentre; es decir, las bonitas flores del fondo de los valles del Tirol no serán las mismas que aquellas que se pueden ver en los pastos alpinos ni las que buscan llegar a las cumbres. En segundo lugar, las especies vivas (fauna y flora) varían según la altitud de la zona en la que se encuentre. En los Prealpes septentrionales, por ejemplo, el nivel subalpino corresponde a una altitud de entre 1200 y 1900 metros, mientras que en los Alpes centrales se extiende de 1400 a 2100 metros.