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Música tradicional

Aunque Madrid y Castilla no están desprovistas de folclore, siempre es una buena idea conocer los diferentes estilos de música tradicional del país. Sobre todo porque en Madrid hay pocos madrileños de pura cepa, y los españoles en general están muy apegados a las tradiciones de sus regiones de origen. Entre las más famosas, el flamenco es sin duda la postal del país. El género se originó en la Andalucía del siglo XVIII. Originalmente se interpretaba a capella, pero con el tiempo se amplió e incluyó palmas, castañuelas y guitarra. Aunque el flamenco se conoce comúnmente como el cante y el baile, la música que los acompaña se llama el toque. Catalogado como Patrimonio Cultural Inmaterial por la UNESCO en 2010, el flamenco es un tesoro apreciado por el pueblo español y mantenido a un alto nivel de excelencia por maestros como Paco de Lucía, Diego el Cigala y Tomatito. Antes del nacimiento del flamenco, el fandango era la música (y el baile) española más popular. Voluptuoso y enérgico, es también andaluz y se reconoce por su ritmo continuo de castañuelas y su tempo en constante aceleración. Típica de Cataluña, la cobla es el conjunto instrumental que acompaña a las sardanas (bailes en círculo, unidos por las manos, con los brazos en alto) e interpreta melodías características de la región. En Galicia, la muñeira, muy melancólica, revela las influencias celtas de la región y permite escuchar la gaita. Y por último, el pasodoble, baile muy conocido en Francia, era originalmente música marcial española que se tocaba en las corridas de toros.

Durante la dictadura franquista se prohibieron los bailes y músicas populares, ya que el régimen deseaba borrar las especificidades regionales y uniformizar el país. Tras su muerte en 1975, el país experimentó un renacimiento de la música folclórica. Hoy se interpreta con regularidad, sobre todo en celebraciones religiosas como la fiesta de los Tres Santos, en agosto, o San Isidro, patrón de Madrid, en mayo.

Música clásica

Tras la Reconquista, en el siglo XVI, los intercambios de España con Flandes y Francia propiciaron la aparición de un estilo de canto polifónico. Tres compositores fueron los primeros en situar a España en el mapa musical mundial: Mateo Flecha, Tomás Luis de Victoria y Francisco Guerrero. El primero es más conocido por sus ensaladas, obras a cuatro o cinco voces escritas para entretener a la corte, mientras que el segundo, sacerdote católico, es el polifonista más famoso del Renacimiento español. Francisco Guerrero, uno de los principales compositores españoles de la época, se dedicó a la música sacra. En los siglos XVII y XVIII, además de la influencia italiana marcada por la presencia de Domenico Scarlatti, Luigi Boccherini y Gaetano Brunetti, residentes en la corte madrileña, la música española se caracterizó por el nacimiento y florecimiento de las zarzuelas. Similar a la opéra-comique francesa, este teatro lírico español estaba destinado en un principio a entretener a la corte real. Durante el siglo XVIII, la zarzuela se extendió a las provincias, inspirándose en las tradiciones locales y empezando a incorporar temas cotidianos a su repertorio. La España del siglo XIX afirmó su identidad a través de esta opereta, que evolucionó gracias en parte a Francisco Barbieri, mezclando un estilo mitad italianizado, mitad francés, con acentos populares típicos de Madrid. En la segunda mitad del siglo XIX, el género alcanzó su plenitud con las obras maestras de Bretón y Chapí. El musicólogo y compositor Felipe Pedrell es otra figura importante del género. Hoy en día, la zarzuela se representa con menos frecuencia, pero sigue habiendo muchas, sobre todo en el Café de la Ópera, que las acoge casi todas las noches en su sección de restauración llamada La Cena encantada. En el terreno escénico, el gran Teatro Calderón cuenta con una nutrida programación y a él se dedica el acertadamente llamado Teatro de la Zarzuela .

El renacimiento de la música española a finales del siglo XIX pasa por la unión de la música culta y el folclore nacional, encarnado por la obra de tres hombres: Isaac Albéniz, Enrique Granados y, sobre todo, Manuel de Falla. Manuel de Falla es uno de los más grandes pianistas y compositores españoles, y está inscrito en el Salón de la Fama de la Música Española. Durante un tiempo vivió en París, donde frecuentó a Debussy, Ravel y Stravinsky, inspirándose en su modernismo para establecer una nueva gramática neoclásica puramente ibérica. Fue un genio de la música española, y merece la pena escuchar Le Tricorne (música para ballet), la magnífica Nuits dans les jardins d'Espagne o su ópera La Vie Brève para apreciar plenamente su sustancia. Apasionado de su país, el desenlace de la Guerra Civil le llevó a refugiarse en Argentina, donde pasó sus últimos años. Durante el franquismo, en los años 40, se creó la Orquesta Nacional de España -hoy el conjunto más prestigioso del país- y surgieron figuras como Joaquín Rodrigo (el gran compositor clásico de la época), el inmenso violonchelista Pablo Casals (1876-1973) y la fantástica pianista Alicia de Larrocha (1923-2009). Luego, en los años sesenta, las vanguardias tomaron protagonismo. Cristóbal Halffter y Luis de Pablo, figuras destacadas del movimiento Generación del 51, sacaron a España del aislamiento provocado por la dictadura introduciendo nuevas técnicas musicales como la dodecafonía y el serialismo. Desde entonces, el final del siglo XX y el principio de éste han visto una sucesión de intérpretes de talento: los tenores Plácido Domingo y José Carreras, el violista y director de orquesta Jordi Savall, y su ex esposa la soprano catalana Montserrat Figueras. Otros directores destacados son Pablo Heras Casado (director del Festival de Granada), Josep Pons (Orquesta Sinfónica del Gran Teatro del Liceo) y Gustavo Gimeno (Orquesta Filarmónica de Luxemburgo), así como los solistas de piano Javier Perianes y Luis Fernando Pérez. Jesús López Cobos, fallecido en 2018, fue durante muchos años la cara española de la dirección orquestal en todo el mundo. Y aunque es más recordado por su trabajo con la Orquesta Sinfónica de Londres, también dirigió la Orquesta Nacional de España y fue director musical del Teatro Real, las dos grandes instituciones clásicas de Madrid. La primera está muy bien considerada, goza de una excelente reputación y puede verse en el escenario delAuditorio Nacional de Música. La segunda es la Ópera de Madrid, que cuenta con una magnífica programación.

Jazz

Menos conocido que otras escenas europeas, el jazz español cuenta sin embargo con un fuerte seguimiento, siguiendo los pasos de Pedro Iturralde, el gran reformador. Famoso por combinar flamenco y jazz, este gran saxofonista grabó varios discos para el sello Blue Note. Con el pianista Tete Montoliu, fue el dúo estrella del jazz español. Figura mundial del hard-bop, los grandes reclamaban sus dedos mágicos, y colaboró con la flor y nata de su época. También está el pianista Chano Domínguez, que durante la dictadura franquista tocaba en grupos de rock progresivo, pero que explotó como pianista de jazz en los años noventa. Hoy, la escena española cuenta con talentos como el saxofonista y trompetista Andrea Motis, el veterano saxofonista Gorka Benítez, Ignasi Terraza y Marco Mezquida, dos estrellas del piano español, y la cantante Carme Canela i Mir. Los escenarios de la ciudad están repletos de grandes nombres, como el Café Central, uno de los favoritos de los madrileños desde principios de los ochenta, o Clamores, otra de las salas míticas de la capital donde han actuado los más grandes del género durante más de 30 años.

Rock

Unos años más tarde, la muerte del general Franco en 1975 desencadenó la Movida, el gran movimiento artístico de los años ochenta en el que todo parecía estar permitido. Transversal a todas las artes y defensora de un modo de vida libre e intenso, la Movida encontró una encarnación musical a su medida: el rock. Inicialmente underground, la escena pronto encontró líderes como el grupo Leño, que se convirtieron en emblemáticos. Madrid, capital de la Movida, vio nacer una constelación de grupos que pronto serían de culto, como Radio Futura (a menudo calificado como el grupo más importante de la cultura pop española), el synthpop de Aviador Dro y Nacha Pop. Desde entonces, la Movida rock ha engendrado muchos hijos, y España sigue siendo el país europeo con la escena rock más vibrante. Conocidos y apreciados fuera de España: el hirviente garage rock de las chicas Hinds, así como Los Nastys y The Parrots (de Madrid). Dada la tradición del país en este género, la capital cuenta con un buen número de salas de rock en directo. Entre ellas, La Vaca Austera es especialmente buena, Taboó (muy new wave) y La Vía Láctea son dos salas míticas de Malasaña, Contraclub es rock, pero no sólo rock, y Honky Tonk es una sala mítica de la Movida que sigue funcionando.

La danza

Como ocurre en casi toda España, cada forma tradicional de música tiene su propio baile característico. El ejemplo más conocido es, por supuesto, el flamenco. En esta danza andaluza, los tacones chasquean y los vestidos giran en un intenso y grácil juego de seducción. Puede que el flamenco sea el baile español más conocido, pero no es el más extendido ni el más practicado en el país. De hecho, el flamenco se baila más en su forma artística, más por espectáculo que por tradición. En Madrid, el flamenco se interpreta casi a diario en el Centro Cultural Flamenco de Madrid, en el Corral de La Morería (considerada "la catedral del arte flamenco" en España). Por otra parte, las mejores bailaoras flamencas, como Sara Baras y Rocío Molina (dos figuras clave), suben regularmente al escenario de teatros madrileños como el Teatro Calderón. La hermana pequeña del flamenco, la sevillana, procede de la misma tradición popular y a menudo se asocia con ella. Una sevillana se divide en 4 partes: el encuentro, la seducción, la discusión y la reconciliación. El fandango, también andaluz, es anterior al flamenco y se baila en pareja. Entre los bailes más antiguos de España se encuentra el bolero, un género alegre y fogoso. También está la jota, un baile aragonés muy físico, lleno de saltos, y por supuesto el típico baile madrileño, el chotis, una mezcla de machismo y seducción en pasos muy sencillos. Es especialmente popular durante San Isidro.