Corrida dans l'arène divisée, 1825, Francisco de Goya  .jpg

Primera Dama de la Antigüedad

Ocupada desde el Paleolítico, la Península Ibérica está llena de vestigios dejados por las poblaciones que se unieron a los íberos, primero los celtas, luego los fenicios, griegos y cartagineses. La Dama de Elche es uno de los restos más antiguos hallados en España, y arroja luz sobre el modo de vida de su época. Este busto femenino en piedra caliza, del sigloV a.C., llama la atención por las equilibradas proporciones de su rostro, que refleja la fuerte influencia del arte griego. Sin embargo, sus joyas y su túnica son un ejemplo perfecto de la indumentaria ibérica. Una cavidad excavada en su espalda sirvió probablemente para guardar reliquias. Ya sea diosa, reina o difunta, sigue siendo la pieza central del Museo Arqueológico Nacional, fundado en 1867 por la reina Isabel II. Junto a ella se exponen esculturas ibéricas, mosaicos romanos y restos visigodos, hispanomusulmanes y medievales.

Nacimiento de la pintura española

Los manuscritos iluminados por monjes mozárabes en el siglo X son los primeros ejemplos conocidos de pintura española. En los siglos XI y XII, el fresco mural se generaliza en las iglesias. Caracterizado por la ausencia de perspectiva y la rigidez de las figuras, revela detalles que lo hacen específicamente español. Durante el periodo gótico, el trabajo de los artistas en los retablos de los edificios religiosos se enriqueció con influencias exteriores. En Castilla, la influencia francesa se extendió a partir del siglo XIV, seguida en el siglo XV por la italiana. La perspectiva se hace más precisa y se glorifica el cuerpo humano. En Valencia, Fernando de Llanos introdujo la técnica de Leonardo da Vinci. Esto allanó el camino para la intensidad dramática y la suntuosidad de las pinturas del siglo XVI.

La Edad de Oro

Cretense formado en la escuela veneciana, El Greco llegó a España en 1570 y su obra marcó un punto álgido en el arte europeo de principios de siglo. Empapado de las obras de Tiziano y Tintoretto, El Greco dominó a la perfección las formas y los colores. Su habilidad técnica dotó a sus cuadros de una expresividad llena de espiritualidad. Además de su Trinidad, el arte español de los siglos XVI y XVII está representado por El martirio de San Felipe de Ribera, Santa Isabel de Portugal de Zurbarán y La Inmaculada Concepción de Murillo.

Como en otros lugares, la mitología grecorromana sirvió en España de pretexto para mostrar desnudos. Las historias de dioses y héroes permitían pintar escenas de desnudos que, de otro modo, la moral habría condenado. Velázquez, nacido en 1599, dos generaciones después de El Greco, trató los temas mitológicos con la intención de cuestionar la noción de poder. Como pintor oficial de la corte de Felipe IV, Velázquez demostró un talento sin precedentes. En Las Meninas, consiguió incluirse en una escena ordinaria de la vida palaciega a través de un juego de espejos. Velázquez realiza dos viajes a Italia. En esta época se estrechan los lazos entre pintores de distintas escuelas europeas y se multiplican los intercambios. Muchos de sus cuadros se conservan en el Museo del Prado. El Prado posee también un millar de esculturas, entre ellas una colección grecorromana, y varios miles de dibujos y grabados. La lista de grandes maestros de la colección iniciada por los Habsburgo y los Borbones es asombrosa: Goya, El Bosco, Rafael, Tiziano, Botticelli, Durero, Caravaggio, Veronés, Watteau, Poussin, El Greco, por citar sólo algunos.

Goya o la historia en directo

En el siglo XVIII, cuando el espíritu creativo se agotaba, dominó un gran maestro: Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828). Pintó tanto retratos oficiales, como el de Carlos IV y su familia, como dramas históricos: El dos de mayo y El tres de mayo (1814), que se convirtieron en símbolos de la resistencia española contra los franceses en la Guerra de la Independencia. Gracias a los cuadros de Goya, Los fusilamientos y La carga de los mamelucos, asistimos al levantamiento del pueblo de Madrid contra las tropas de Napoleón en mayo de 1808. El artista revoluciona el género histórico captando el momento a la manera de un fotógrafo. Con ello, su grandioso talento sentó las bases del arte visual de los tiempos modernos.

A finales del siglo XVIII, el rey Carlos III ordenó la construcción de un paseo de casi dos kilómetros de largo, bordeado de árboles, monumentos y majestuosos palacios. Hoy conocido como Promenade de l'Art, ofrece un impresionante recorrido por el mundo del arte, con sus tres galerías de arte de visita obligada.

La era moderna

A principios del siglo XX, personalidades de la vida cultural de la época como Jacinto Benavente y Carlos Arniches formaron parte de la dirección del Círculo de Bellas Artes , mientras que el joven Picasso recibía clases de pintura y Ramón María del Valle-Inclán frecuentaba sus salones. Situado en el corazón de la ciudad, este centro multidisciplinar, conocido por su apoyo a las vanguardias, acoge hoy eventos que combinan la fotografía, las artes plásticas, la literatura, la ciencia, la filosofía, el cine y las artes escénicas.

A principios del siglo XX, una oleada de artistas españoles se dirigió a París, capital apreciada por su espíritu bohemio. Estos artistas de Madrid, Barcelona y el País Vasco iban a desempeñar un papel destacado en la aparición y el desarrollo del arte moderno. La figura más destacada fue Pablo Picasso, que se trasladó a París en 1904. Sacudió la historia del arte con su incesante cuestionamiento y su capacidad para metamorfosear la realidad.

Entre los grandes nombres españoles de la época moderna figuran el pintor cubista Juan Gris, instalado en París en 1907; Julio González, escultor; Juan Miró, pintor-escultor de alma poética; y Salvador Dalí, príncipe de la provocación y la puesta en escena.

La Guerra Civil y el Paso

El gobierno de la República vio en la Exposición Universal de París de 1937 una oportunidad para la propaganda. Para afirmar su modernidad ante el mundo, España reunió en su pabellón a todas sus vanguardias artísticas. Además del monumental Guernica, obra cubista de Picasso que denuncia el bombardeo de la ciudad del mismo nombre, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía conserva algunas de las obras expuestas en el pabellón español. Otros artistas han denunciado la Guerra Civil española, como Salvador Dalí y su cuadro surrealista de una figura desarticulada, Premonición de la Guerra Civil, iniciado en 1935. Cabe recordar que Madrid fue uno de los últimos bastiones en rendirse.

Los años cincuenta y sesenta vieron surgir una nueva generación de artistas que no sería reconocida en España hasta después de la muerte de Franco. El innovador grupo "El Paso", formado en Madrid, se expresó en campos muy diversos, desde la crítica social hasta el arte pop y el neorrealismo. Sus representantes (Antonio Saura, Manuel Millares y Manuel Rivera, entre otros) introdujeron tanto la tela como el metal en sus cuadros. Por su parte, los pintores Juan Genovés y Rafael Canogar utilizaron un lenguaje pop crítico con el franquismo.

La fotografía fue otro testigo de su época, contando una historia paralela. Retratos de cabezas coronadas conviven con imágenes de campesinos denunciando la pobreza. También relata las causas defendidas por los militantes hasta la Guerra Civil. Desde sus inicios, a la fotografía española le ha gustado jugar con los códigos de la pintura: hiperrealismo, surrealismo o expresionismo (Josep Renau). Destacan los experimentos de Antoni Arissa en los años veinte y treinta.

La Movida

La censura impuesta por Franco desde 1939 se derrumbó de la noche a la mañana cuando Juan Carlos I restauró la democracia. Acompañado de un milagro económico, el aliento de la liberación sacudió a principios de los ochenta, sobre todo, el barrio de Malasaña y la calle del Pez. En estas callejuelas aún se pueden encontrar algunos grafitis bien conservados. El renacimiento de la vida nocturna se reflejó en el desarrollo de locales culturales y festivos, bares y galerías de arte. En la misma línea, las imágenes de tonos saturados de la fotógrafa madrileña Ouka Leele inspiran a las nuevas generaciones. La sala Bárbara de Braganza de la Fundación Mapfre está dedicada íntegramente a la fotografía.

Nacido en 1956, Alberto García-Alix es uno de los principales fotógrafos españoles de los años ochenta. Su sensible obra ha documentado como nadie la escena underground, nocturna, rockera y porno. Sus retratos en blanco y negro de "sus colegas" le convierten en un testigo esencial de la Movida. Galardonado con el Premio Nacional de Fotografía en 1999, su obra se expone en todo el mundo.

Chema Conesa, nacido en 1952, fotografía a personalidades españolas contemporáneas para crear una biografía pictórica de su país. El fotógrafo Ramón Masats, fundador del colectivo La Palangana, fue galardonado con el premio PhotoEspaña 2014 por su papel en "la profesionalización de la fotografía española y su gran influencia en las generaciones posteriores de fotógrafos".

El florecimiento del arte callejero

Siguiendo la estela de la explosión salvaje de la Movida, los grafiteros madrileños continúan la tradición y siguen alegrando las calles de Madrid. La mejor manera de descubrir estas obras, a veces efímeras, es pasear por los barrios más cosmopolitas y populares de Madrid, como Lavapiés. La calle de los Embajadores está considerada la más emblemática del arte urbano. Grafitis, frescos y tags, los artistas urbanos se adueñan por igual de paredes, escaparates y marquesinas de autobús. La imaginación de los madrileños se plasma hasta en los azulejos de las placas de los nombres de las calles y en las cortinas de hierro de los comercios. Surrealistas, ingenuos o comprometidos, no dejan indiferente a nadie. Bajando por la calle Argumosa, La Tabacalera es el templo oficioso del arte callejero. Ubicada en una antigua fábrica de tabaco, estaba en obras (al menos durante unos meses) cuando la visitamos en otoño de 2023. Cabe destacar que en 2014, la ciudad puso en marcha el proyecto "Muros", diseñado para animar las paredes de esta zona. Entre los grafitis se encuentra el de Suso 33, un famoso artista madrileño que ha pasado de las calles a los museos.

Como colofón a esta exploración cultural de Madrid, el centro social y cultural Casa Encendida apoya a jóvenes artistas al tiempo que organiza actividades educativas para el público en general. En verano, su terraza alberga un cine al aire libre y un bar con una vista única de Madrid.