El pequeño pueblo de Aujols no carece de encanto, y no hay que subestimar su patrimonio, con su iglesia del siglo XIX, sus murallas del siglo XIII y, por supuesto, su lago rodeado de veinte lavaderos "mariposa". Situado en el centro del municipio, este pequeño lago es un espectáculo para la vista. Su entorno poético permite imaginar la vida cotidiana de las lavanderas de la época, arrodilladas ante los lavaderos para fregar y batir la ropa blanca. El lago se amplió en 1870. Durante los meses de verano, los restos de los primeros lavaderos enterrados pueden verse en el fondo del lago. Por supuesto, el lavado de ropa en el lago cesó gradualmente a partir de la década de 1950.

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