Libros para contar la historia de..

Hija de trovadores, la literatura andorrana no empezó a escribirse realmente hasta el siglo XVIII con Antoni Fiter i Rossel, un sacerdote y abogado nacido en Ordino en 1706, que a los 42 años dio a luz una obra con un título interminable que suele reducirse a sus dos primeras palabras, Manual Digest, o -más prosaico- a su apodo: Biblia de Andorra. La fama del Manual Digest traspasó las fronteras del principado, ya que es uno de los libros más importantes en lengua catalana de la época. El manuscrito original está celosamente guardado en la casa natal del autor, mientras que dos copias están cuidadosamente guardadas bajo llave en Andorra la Vella y La Seu d'Urgell.

Andorra en el siglo XIX era poco accesible para los viajeros, pero de este aislamiento nacieron su moderación y su virtud, como le gustaba recordar a Pierre-Roch de Roussillou (1785-1874) en un pequeño folleto publicado a principios de siglo, cuando no tenía ni idea de que diez años más tarde se convertiría en el primer viguier (magistrado) del principado en ser destituido por decisión del gobierno francés, que por entonces se estaba anexionando el país. Otros autores, tanto nativos como visitantes, describieron las gentes y los lugares durante el siglo XIX, como Tomàs Junoy, un monje de Anyòs, el español Francisco Zamora, Henri Castillon d'Aspet, Louis Boucoiran y Xavier Campillo.

... y una literatura para soñar

El siglo XX, y más concretamente su segunda mitad, vio surgir la ficción, primero en un género que era popular en forma oral y que luego se impuso en forma escrita, la leyenda, sobre todo gracias a la colección publicada por Ricard Fiter en 1966. Este trabajo de recopilación, iniciado con anterioridad por algunos precursores, entre ellos Joan Pere Salarich y Mossèn Jaume, que habían dado su versión del mito de la Dama Blanca, es precioso porque congela la herencia de un pueblo, que el Principado reconoce de buen grado, otorgando a Sergi Mas un premio literario en 1980 por Cassigalls, una colección de doce cuentos. Manuel Anglada i Ferran (1918-1998) publicó Históries i relats pirinencs en 1989, e inició la creación del Centro Andorrano de Cultura Catalana. Por último, Josep Enric Dallerès, nacido en 1949, volverá a la tradición de los relatos fantásticos con Ulls d'Aigua, una historia en la que las mujeres embarazadas están condenadas a convertirse en agua, a no ser que... Este autor, que se reinventó como editor en 2007, también es reconocido por su poesía(33 poemas en 1974, Ochenta y dos días de octubre en 2018, etc.), otro género apreciado por los andorranos.), otro género apreciado por los andorranos, como confirma el gran éxito de Natàlia Sola (Intensament blancs i grocs), Robert Pastor(Quadern d'Arans), Joan Reguant(Terra segellada) o Ester Fenoll(Esmorzar perfecte).

A partir de los años 90, los novelistas fueron encontrando su lugar, ya que el gobierno apoyó el desarrollo de una literatura local. Destacan tres nombres: Albert Salvadó (1951-2020), que incursionó en todos los estilos -ensayo, literatura infantil, ciencia ficción- antes de ganar varios premios cuando exploró la vena histórica; Albert Villaró, nacido en La Seu d'Urgell en 1964. Descubierto por una editorial barcelonesa en 2001 con Las ànimes sordes, ha recibido desde entonces el Premio Josep Pla en 2014 por Els ambaixadors; Teresa Colom, nacida en 1973 y que, inicialmente poeta (On tot és vidre), se descubrió como novelista casi gótica con la editorial Jacqueline Chambon en 2020 con una colección fascinante, Mademoiselle Keaton et autres créatures