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La riqueza del románico

Andorra posee una de las concentraciones de iglesias románicas más sorprendentes de Europa, la mayoría de ellas pertenecientes al llamado románico primitivo o románico lombardo, que se desarrolló a partir del siglo X. En aquella época, Andorra estaba formada por pequeños asentamientos dispersos y sin unidad aparente. En este contexto, las iglesias se convirtieron en el centro neurálgico de estas comunidades. La mayoría de ellas se construyeron en promontorios rocosos o cerca de las vías de tránsito para que pudieran ser vistas por todo el mundo. Pero el elemento más visible es, por supuesto, el campanario, que sirve a la vez de hito visual y espiritual y de atalaya para la comunicación entre las aldeas. Estas torres llevan la impronta del románico lombardo a través de la banda lombarda, una decoración mural consistente en bandas verticales de escasa proyección unidas por pequeñas arcadas ciegas. Los pórticos y santuarios constituyen los primeros lugares de reunión de la comunidad. En general, estas iglesias se caracterizan por una planta simple con una nave rectangular y un ábside. En cuanto a la decoración, este arte profundamente espiritual se basa en una sobriedad que resalta la belleza simple y bruta de la piedra local, sin descuidar la investigación pictórica y cromática que se aprecia en las soberbias pinturas murales de los ábsides. Entre las iglesias andorranas más bellas se encuentran: Santa Coloma con su campanario circular, Sant Joan de Caselles, que linda con una enorme necrópolis medieval, Sant Climent de Pal con su asombroso campanario de bahías geminadas, y Sant Esteve De Juberri, cuyo ábside, semienterrado debido a las limitaciones de la topografía, ilustra la ósmosis entre arquitectura y entorno. A lo largo de los siglos, la mayoría de estas iglesias han sido modificadas, al tiempo que han ido adquiriendo un rico mobiliario y elementos decorativos (retablos barrocos, puertas y cancelas de hierro forjado, etc.), demostrando así la progresiva evolución de la sociedad andorrana. Este rico patrimonio religioso incluye también algunas capillas muy bonitas con muros de piedra y tejados de pizarra, también de estilo románico.

Tradiciones andorranas

Objeto codiciado, Andorra conoció el desarrollo de la arquitectura fortificada en la Edad Media, como lo demuestran los restos del Castillo de Sant Vincenç, del que aún se pueden ver una torre y parte del recinto. La torre defensiva de la Torre dels Moros es otro buen ejemplo, así como las aspilleras del pórtico de Sant Roma Les Bons, que demuestran que las iglesias podían convertirse en fortalezas. Otros elementos clave de la Andorra medieval son los puentes. Uno de los más bellos es el puente de la Margineda, con su arco de herradura de 9 metros de altura. Aunque estos edificios ilustran la historia del principado, es su arquitectura tradicional la que le confiere su identidad. Hasta el siglo XX, Andorra se componía principalmente de viviendas rurales marcadas por las tradiciones montañesas, que se expresaban en la arquitectura mediante el uso de la piedra seca. Disponible en abundancia, la piedra seca se utiliza según una técnica ancestral que consiste en ensamblar las piedras de forma que se mantengan unidas sin necesidad de utilizar mortero para sellarlas, lo que permite adaptarse a las limitaciones del terreno. Los muros bajos de piedra de los bancales, los orris -instalación de pasto de paredes bajas compuesta por una cabaña abovedada con ménsulas, un corral y un callejón de ordeño- y las bordas -cabañas y casas rústicas- llevan con orgullo esta identidad.. al igual que las casas del corazón del pueblo, reconocibles por sus fachadas de piedra, ensambladas con mortero de cal y jalonadas por ventanas, galerías y puertas de madera, y rematadas por un tejado de pizarra con dos vertientes inclinadas para evitar la acumulación de nieve. Las siluetas de estas casas varían evidentemente en función de los medios de sus propietarios. La Casa Cristo es un ejemplo de vivienda rural modesta, mientras que la Casa Areny-Plandolit es un ejemplo típico de casa solariega que ha evolucionado hasta convertirse en casa comercial, mientras que la Casa De La Vall es un magnífico ejemplo de casa solariega familiar. Por último, esta panorámica de la cultura andorrana no estaría completa sin mencionar el patrimonio "industrial", desde los molinos y serrerías de Cal Pal hasta la Farga Rossell alimentada por la Mina de Llorts.

Efervescencia contemporánea

En 1913, el principado adquirió su primera carretera para vehículos... el comienzo de un desarrollo sin precedentes para la zona, que rápidamente se convirtió en un popular destino turístico. Los testigos de este increíble desarrollo se adornaron entonces con las galas de la arquitectura de granito. Inspirada en el novecentismo catalán, que preconiza el orden, la claridad, la medida y la racionalidad, esta arquitectura combina la novedad formal con el apego a la tradición de la arquitectura en piedra. El granito se convirtió en el principal elemento decorativo de las fachadas, que se decoraron con diferentes tipos de piedra tallada, siendo la más común el panal de abeja. Algunos de los ejemplos más llamativos de este estilo son el Hotel Valira, la central hidroeléctrica de FHASA, la emisora de Radio Andorra y el Collegi Meritxell, todos ellos símbolos de la prosperidad andorrana. En los años sesenta y setenta, Andorra sufrió los embates de la especulación inmobiliaria y se dotó de edificios bastante "olvidables". Sin embargo, algunos proyectos destacaron, como el nuevo santuario de Meritxell, diseñado por Riccardo Bofill, que propuso una interpretación muy personal del arte románico, sobre todo en el gran campanario y el claustro con sus soberbios arcos abiertos al mundo. Otro proyecto emblemático de Andorra es el complejo termal de Caldea, diseñado por Jean-Michel Ruols. Su torre de cristal de 80 metros es un guiño a los campanarios románicos. Con sus formas dinámicas inspiradas en los relieves montañosos y la omnipresencia del vidrio que evoca el agua cristalina de los manantiales, el complejo pretende ser un vínculo entre naturaleza y modernidad... una síntesis que se puede encontrar en el nuevo edificio del Parlamento, cuya fachada alterna superficies de vidrio y piedra local. Muchos otros proyectos están en marcha, pero hoy Andorra se preocupa más que nunca por preservar la identidad y la belleza de su territorio.