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Las distintas influencias del clima andorrano

Debido a su considerable altitud - 1.996 m de media - se tiende a clasificar a Andorra como un país frío. Sin embargo, la orientación de sus montañas, frente al mar Mediterráneo (200 km al este), actúa como barrera natural al paso de los vientos fríos, actuando como barrera térmica. Como consecuencia directa, hay más días de sol (300 días al año) que en otras regiones de los Pirineos. Sin embargo, el país también está sometido a la influencia del océano Atlántico, sobre todo en lo que se refiere a su régimen de lluvias: las perturbaciones del sur y suroeste de origen atlántico atraviesan la Península Ibérica y se reactivan en forma de lluvia (o nieve) al entrar en contacto con los Pirineos. La precipitación media anual se registra en algo más de 1.000 mm, con importantes variaciones según la región del Principado, pudiendo el noreste del país superar los 1.400 mm. La pluviosidad es razonable en general, y es mayor entre octubre y mayo. Por último, la influencia continental se deja sentir en la variación de las temperaturas (de -2 a 24 °C). La temperatura media anual sigue siendo pirenaica: 12,6°C.

Estacionalidad y turismo

A baja altura, los inviernos son relativamente suaves para un clima de montaña, con temperaturas que oscilan entre -2 y 7 °C. Sin embargo, una vez que se llega a los 2.000 m de altitud, el invierno se vuelve más crudo y puede durar hasta seis meses, con temperaturas que rondan los -20 °C. El frío es especialmente seco, y la capa de nieve puede durar hasta mayo. La imagen de las cumbres andorranas cubiertas con su manto blanco se prolonga así hasta el comienzo del verano, cuando las temperaturas empiezan a ser cada vez más agradables. Asimismo, el deshielo tardío de ciertos lagos de gran altitud ofrece el espectáculo de espléndidas tonalidades de colores. El periodo estival, así como el final de la primavera y el principio del otoño, se caracteriza por un aire seco, temperaturas que rondan los 23°C y las típicas tormentas de montaña por la tarde. Sin embargo, las noches siguen siendo bastante frescas, por lo que tendrá que guardar algo de espacio en su maleta para pantalones largos, chaquetas y jerséis. Turísticamente hablando, todas las estaciones son buenas para viajar a Andorra, pero la temporada de esquí y los meses de verano son los mejores momentos para disfrutar de las montañas en todo su esplendor. De diciembre a abril, la gente viene a disfrutar de las pistas de nieve. De junio a septiembre, las laderas verdes. El verano sigue estando mucho menos concurrido que el invierno y los precios de los hoteles están bajando. Si la oferta turística es reducida en temporada baja, sigue siendo importante. Los meses de mayo, junio y septiembre garantizan la tranquilidad y el buen tiempo.