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Un verdadero espíritu de Saint-Barth

El espíritu de Saint-Barth está en todas partes... En las camisetas, gracias a diseñadores isleños como Pati de St-Barth, en cuadros como los del artista Les Petits Carreaux, en las fragancias de Ligne St-Barth. Una isla que inspira, que respira nuevas ideas y que inculca una actitud decididamente positiva. ¿Cuál es el secreto de la isla? Lograr la combinación perfecta de prestigio y sencillez es un arte en sí mismo Aquí, más que en ningún otro lugar, hoteles extremadamente lujosos como el Christopher Hotel, Eden Rock, Le Sereno... se mezclan con residencias más humildes, no exentas de encanto, como Casa Rural Les Sucrierso el familiar Hôtel Les Ondines sur la Plage en Grand-Cul-de Sac. El espíritu de Saint-Barth significa ser sociable, tomarse su tiempo, ser solidario y estar abierto a los demás. La tolerancia se ha convertido en una auténtica filosofía de vida. Todas las playas son públicas y las mantienen los servicios verdes del ayuntamiento y voluntarios de asociaciones como Island Nature pX y laasociación St Barth Essentiel . Es un verdadero placer disfrutar en de la tranquilidad de unas playas libres de vallas publicitarias

No siempre es una realidad idílica

A primera vista, podría pensarse que vivir en el trópico es soñar despierto todos los días del año... ¡Pero no siempre ha sido fácil para los habitantes autóctonos sobrevivir en una isla tan pequeña y árida, sin agua y de difícil acceso! Vivir en Saint-Barth significa ser consciente de que el paraíso tiene un precio. Vivir en un territorio pequeño, aceptar hablar inglés con fluidez, beneficiarse de un servicio sanitario mínimo (sólo un pequeño hospital: el Hospital De Bruyn con sólo 20 camas), plantearse que los jóvenes se expatríen si quieren continuar sus estudios: sólo un instituto de secundaria con capacidad para 400 jóvenes y un total de cinco escuelas que acogen a un total de 1.258 alumnos matriculados en 2019 en las distintas estructuras privadas y públicas.

Punto frágil: la vivienda

El crecimiento de la población está causando problemas de vivienda, y muchas personas (sobre todo temporeros) se ven obligadas a vivir en alojamientos compartidos y cambiar de casa varias veces al año. El paso de Irma en 2017 y el proceso de reconstrucción también han agravado el problema. La crisis de la vivienda es inimaginable, dado el gran número de opciones de alojamiento turístico, compuesto por alrededor de un 70% de villas y un 30% de hoteles, que pueden alojar a 270.000 visitantes al año. En la isla no hay viviendas sociales. Desde 2019, el departamento de servicios sociales de la autoridad local lucha contra la sobreocupación y ya no duda en condenar a los propietarios que ofrecen alojamientos deficientes.