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Éxito de la emancipación

La Ley Orgánica de 21 de febrero de 2007 creó dos nuevas entidades locales: Saint-Martin y Saint-Barthélemy, que hasta esa fecha eran municipios del departamento de Guadalupe (desde la ley de 19 de marzo de 1946 sobre departamentalización). Cada entidad local sustituye ahora al departamento. Esta institución tiene su propia autonomía y sistema legislativo, con excepciones basadas en la especialidad legislativa. Antes de 2007, Saint-Barth tenía el estatus político de municipio francés. Tras el referéndum celebrado el 7 de diciembre de 2003, la isla confirmó por abrumadora mayoría (95,51% con 21,92% de abstenciones) el proyecto de ley para transformarla en una Colectividad de Ultramar (COM) de pleno derecho, conservando sus ventajas fiscales. San Bartolomé dispone ahora de todas las competencias que antes correspondían a los municipios, el departamento y la región de Guadalupe, así como de las que le ha transferido el Estado. Este nuevo estatuto permite a la isla adaptar, en caso necesario, las leyes y disposiciones aplicadas en la Francia continental. Esta posibilidad no se aplica a ámbitos como la seguridad, la defensa, los asuntos exteriores, la moneda y la justicia, que seguirán siendo competencia del Estado francés. Éste ha podido adaptar las leyes y reglamentos vigentes localmente y establecer normas en determinados ámbitos como la fiscalidad, el tráfico rodado, las carreteras y el turismo.

El turismo: ¡el principal sustento de la economía de San Bartolomé!

Principalmente orientada al turismo de lujo, con especial atención a la seguridad y la tranquilidad, su posicionamiento turístico difiere del de Guadalupe y el resto del Caribe. Al ser una isla pequeña y árida, no puede mantener cultivos agrícolas ni industria. Aislada y pobre durante mucho tiempo, Saints Barths ha encontrado una inesperada fuente de ingresos en los últimos veinte años con el desarrollo del turismo. A diferencia de la inmensa mayoría de las demás islas del Caribe, que han atraído al turismo de masas, su difícil acceso (ningún avión de largo recorrido puede aterrizar allí) ha atraído a una clientela muy adinerada. Aunque ahora el turismo tiende a democratizarse. El primer hotel que abrió el camino fue elEden Rock, fruto de la pasión de Rémy de Haënen por el lugar.

Seducida por la belleza del lugar, su tranquilidad, su seguridad y el armonioso desarrollo de su urbanismo (que empezaba a cambiar peligrosamente), una clientela adinerada deseosa de encontrar cierta tranquilidad acudía fielmente a Saint-Barth desde los años cincuenta.

Gracias a ello, los beneficios derivados del turismo han mejorado considerablemente la situación económica de los habitantes de la isla (prueba de ello es el PIB per cápita de 38.994 euros en 2014, frente a los 35.893 euros de 2011, lo que representa un crecimiento medio anual del 2,8%). El número de turistas iba en aumento hasta el paso de Irma (ciclón en septiembre de 2017), que ralentizó considerablemente el flujo. No hay casos de sobreendeudamiento en Saint-Barth, como es habitual en Guadalupe, Martinica o San Martín. Del mismo modo, el desempleo parece haber salvado a la isla y la autoridad local se congratula de que no haya necesidad de viviendas sociales.

En 2020, el número de turistas aumentó un 20% con respecto a 2016. La oferta estimada es actualmente de 2.100 habitaciones en villas y 550 en hoteles. El número de turistas es actualmente agradable, equilibrado y suficiente para sostener la economía actual de la comunidad. La crisis sanitaria ha perturbado esta economía, pero el número de visitantes está volviendo gradualmente a sus niveles habituales.

Entre bastidores: ¿paraíso para los locales?

Vivir, trabajar y, sobre todo, encontrar alojamiento en esta isla de ensueño no es tarea fácil Las autoridades locales están desesperadamente escasas de alojamiento para los lugareños, y muchos de ellos han tenido que optar por el alojamiento compartido (que se ha vuelto más común desde Irma). El gran problema de la isla es la dificultad de los temporeros y los lugareños para encontrar alojamiento, ya que durante mucho tiempo se ha dado prioridad para la construcción a los inversores y promotores de villas de lujo. Sin embargo, esperamos ver una ralentización de las nuevas construcciones para ricos, en favor de la población local. En el momento de nuestra visita, la dificultad de encontrar alojamiento no ha cambiado, y muchas personas pueden mudarse hasta 4 veces al año, a menudo en alojamientos compartidos. Las dificultades a las que se enfrenta St Barths debido a su insularidad son reales. El coste de la vida es más elevado debido a la lejanía de la isla y a la necesidad de importar productos en comparación con una isla como Guadalupe. Ciertas limitaciones específicas de Saint-Barth (falta de agua potable, costes de construcción elevados, etc.) también contribuyen al encarecimiento de los costes soportados por los residentes. Se calcula que la diferencia del coste de la vida entre San Bartolomé y Guadalupe ronda el 25% (recordemos que Guadalupe ya es un 30% más cara que la Francia continental).

El sector inmobiliario: un negocio muy lucrativo, pero con sus límites

Casi podríamos comparar la gestión de Saint-Barth con la de una empresa. Hay que reconocer que las autoridades locales están satisfechas con el equilibrio financiero de su isla, sobre todo porque no recibe ninguna ayuda financiera de Francia. Hay unas 5.000 empresas para menos de 10.000 habitantes (muchas de ellas microempresas). Pero una de las principales actividades lucrativas de la isla es sin duda la inmobiliaria. La escasez de terrenos edificables explica también su precio (de 1.000 a 5.000 euros el metro cuadrado). Por ejemplo, una villa bien situada puede alcanzar entre 5 y 10 millones de euros En 2017, las autoridades votaron a favor de aumentar considerablemente el impuesto sobre las plusvalías. El impuesto aumenta al 35% si el vendedor ha ocupado la propiedad durante menos de cinco años, en lugar del 20% si la propiedad estaba ocupada anteriormente. Vale la pena señalar que la mayoría de las residencias rara vez son ocupadas por sus propietarios: son puramente una inversión o una forma de ahorrar impuestos. Muchos propietarios confían sus propiedades a agencias de alquiler, como la conocida Sibarth Villa Rentals, que se encargan de alquilarlas.