Case typique de Saint-Barthélémy, à côté du rocher avec St Louis, qui veille sur les pêcheurs (c) Magali Couaillet.jpg

Gustavia, la autenticidad

Disfrutar de una vista panorámica de Gustavia, la principal ciudad de San Bartolomé, es un momento sublime. Y con razón: aquí no hay edificios que desvirtúen el soberbio entorno, sólo viviendas uniformes que se distinguen por sus típicos tejados rojos o verdes. El único requisito que se exige a los edificios de la ciudad es que sean sólidos, ya que aquí tampoco son raros los ciclones. Las casas y los monumentos también están inteligentemente construidos: la lluvia escasea, por lo que se ponen en marcha sistemas para recoger hasta la última gota. Las casas están construidas sobre cimientos de piedra para resistir las inclemencias del tiempo y las plagas. Los muros son gruesos, de piedra vista y con ventanas acristaladas. Sólo los pisos superiores son de madera. La distribución de las casas de influencia sueca, americana y francesa respeta la topografía inclinada de la ciudad. De hecho, la influencia sueca se percibe rápidamente en toda la ciudad. Aparte de en las casas, esto se aprecia en la Casa del Gobernador, un edificio construido durante la colonización sueca como administración aduanera durante la ocupación de la Compañía de las Indias Orientales a finales del siglo XVIII. Fue designada monumento histórico en 1995. Lo mismo ocurre con Dinzey House, conocida como Le Brigantin, cuya arquitectura también merece una visita. En Wall House, la piedra es la protagonista. Este edificio, que hoy alberga el Museo de Historia y la Biblioteca, es uno de los más imponentes de la isla. Todos estos edificios, que recuerdan la frescura del norte de Europa, combinan a la perfección con el entorno tropical de Gustavia. El Fuerte Gustav y el Fuerte Karl, otros dos monumentos de la época sueca, también merecen una visita en la zona. Sus murallas y cañones atestiguan la larga historia de la isla y la voluntad de protegerla en el pasado.

Lujo y contemporaneidad

En el pequeño pueblo pesquero de Corossol, aún se pueden ver algunas cabañas, esas pequeñas casas de colores construidas con cal, que siguen teniendo dos zonas: el dormitorio y el salón, además de otro edificio cercano que sirve de cocina o cisterna. Hoy, sin embargo, la arquitectura de Saint-Barth ha cambiado mucho. Aunque siguen siendo lo bastante sólidas como para resistir huracanes, son las suntuosas villas con todas las comodidades las que se han ido apoderando poco a poco del paisaje de la isla. Y aunque las autoridades de Saint-Barthélemy han impuesto restricciones para no desvirtuar la identidad de la isla, no es raro que algunos propietarios adinerados compren una casa y la derriben por completo para reconstruir encima una vivienda más contemporánea y suntuosa. La isla es un imán constante para los ricos, pero su deseo de construirse pequeños rincones del paraíso dista mucho de ser respetuoso con el medio ambiente...