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Campos de trufa, ecosistemas especiales

Tradicionalmente en el Périgord, la preciada trufa se recolectaba en truferas naturales, y antiguamente en cantidades impresionantes. Si consulta un libro de cocina de hace más de cien años, encontrará instrucciones del tipo "coja un ave rolliza y rellénela de trufas hasta el buche". Hoy en día, ¡eso es ciencia ficción! La truficultura tal y como la conocemos hoy sólo tiene dos siglos de antigüedad. Hoy en día, la Dordoña ocupa el primer lugar de Francia en número de plantas micorrizadas, con más de 1.000 hectáreas plantadas cada año. Las trufas son exigentes, con tres requisitos básicos: un árbol huésped, un suelo calcáreo (suelos arcillo-calcáreos sueltos y fisurados) y una buena exposición al sol. En el Périgord, el mejor árbol huésped es el roble blanco o pubescente. Sin embargo, las trufas también crecen en torno al enebro, el avellano e incluso el tilo, el carpe, el haya, el álamo, el pino... Numerosas especies vegetales son buenas indicadoras de suelos truferos: falso cerezo, espino negro, boj, nogal, avellano, cerezo silvestre, higuera, espino blanco, rosal silvestre, zarza, cormo, etc. En las zonas truferas también abundan las plantas herbáceas, con una elevada proporción de tejocote, sedum y festuca pequeña. En cuanto a las setas, las colmenillas y las setas de Satán son vecinas habituales. Se solía decir que el crecimiento de la trufa era más abundante gracias a las siguientes condiciones: la presencia de muros de piedra seca para reflejar el calor al suelo, la proximidad de viñas aradas para descompactar el suelo, y ovejas para deshacerse de las malas hierbas altas y ahumar la tierra. Por último, para completar el cuadro de este ecosistema, hay que echar un vistazo a la famosa mosca de la trufa, muy útil para desenterrar el preciado diamante negro en los campos de trufas dispersos y poco productivos. La helomyza tuberivora es una pequeña mosca de apenas un centímetro que parece una hormiga voladora. Posee un notable sentido del olfato, que le permite encontrar su lugar de puesta lo más cerca posible de una trufa madura, de la que se alimentarán las larvas si no se recoge. Hay que tener paciencia y ojo avizor para detectarlo cuando se aleja volando o se posa en el suelo, marcando la probable ubicación de una trufa. Sólo nos queda esperar que los perros y los cerdos sean técnicas más rápidas y eficaces para desenterrar trufas a mayor escala

La orquídea salvaje, una especie protegida

En Francia sólo hay 160 especies de orquídeas locales. Aquitania está muy bien dotada, con 65 especies, 44 de ellas en el Périgord, que es un conservatorio excepcional para estas especies. Estas plantas son legendarias y constituyen un barómetro de la calidad de los medios naturales en los que se desarrollan. Afortunadamente, en la actualidad despiertan el interés del gran público, lo que podría facilitar su protección. Delicadas, discretas y fascinantes en muchos sentidos, huyen de las zonas cultivadas para refugiarse en suelos calcáreos, zanjas y praderas naturales, secas o húmedas. Su peor enemigo es el hombre, y en particular sus prácticas de "limpieza" del medio natural: siega temprana, tala de árboles, corte sistemático de los márgenes de las carreteras. Estas plantas tienen un sistema de reproducción extraordinario. No sólo producen bulbos, conocidos localmente como "couillons" por su forma característica, sino que también se reproducen sexualmente, con insectos que las fecundan. En este sentido, las orquídeas sobresalen en el arte de la seducción y el mimetismo, tentando a los insectos a posarse creyendo que coquetean con sus congéneres. Seis orquídeas están catalogadas como especies protegidas en Dordoña: la cefalanthera de hoja grande, la gymnadenia olorosa, la neottie nido de pájaro, la orquídea abeja, la orquídea de los pantanos y la orquídea mono.

El bestiario del campo y los ríos

Si le gusta descubrir la naturaleza, va a necesitar mucho tiempo para aspirar a ver todas las especies animales presentes en la Dordoña, tan vasto es el bestiario. El departamento cuenta con una rica biodiversidad de especies animales y vegetales notables, tanto a escala nacional como europea. Muchas especies raras y amenazadas en otros lugares pueden encontrarse aquí, sobre todo en la cuenca del Dordoña y sus medios acuáticos. En cuanto a los peces, con unas cuarenta especies, el Dordoña es un río rico. Es refugio de algunas de las grandes especies migratorias de Europa Occidental, como el esturión europeo y la anguila europea. Pero el río Dordoña también alberga muchas otras especies de peces sedentarios que contribuyen a la rica vida piscícola del río. Varias especies introducidas también se han aclimatado a las aguas de la Dordoña, y no es raro toparse con carpas, luciopercas o siluros durante una sesión de pesca. En los últimos años, este último ha atraído a muchos pescadores especializados en esta especie de aguas profundas. La calidad del agua de la Dordoña, unida a una gran variedad de condiciones ambientales y a la presencia de invertebrados y peces, permite a las aves instalarse y permanecer en el lugar. Todos estos factores garantizan un entorno vital óptimo para especies tan prestigiosas como el búho cornudo, el martín pescador o la grajilla. Por último, los mamíferos acuáticos también son muy numerosos a lo largo de los ríos. También en este caso, el entorno vital, las condiciones climáticas y las reservas alimentarias de que disponen son claves para su supervivencia. Entre los más notables se encuentran dos especies raras: la nutria común y el visón europeo. Por último, echemos un vistazo a un animal poco conocido y a veces incomprendido. La salamandra moteada es común en la Dordoña. La ciudad de Sarlat la ha convertido en su emblema. Vive en bosques caducifolios o mixtos, cerca de charcas. Cuidado con su veneno tóxico, que puede descargar a un metro de distancia en caso de miedo intenso. A este mecanismo de defensa debe su mala reputación.