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El impacto de la situación geopolítica

A costa de hábiles maniobras y de un auténtico deseo de normalizar las relaciones con su vecino israelí, Jordania ha conseguido mantenerse al margen de la espesura geopolítica de Oriente Próximo. La estabilidad del régimen monárquico hace que el país sea único en la región. Consiguió salvar a su aliado estadounidense y a su socio iraquí durante la segunda Guerra del Golfo. Ha capeado la Primavera Árabe sin demasiados enfrentamientos y ha logrado mantener a su población alejada de la radicalización extremista. Sin embargo, Jordania sufre las consecuencias de la inestabilidad regional. Cada nuevo conflicto trae consigo una afluencia masiva de refugiados al país. El UNTSO, organismo de las Naciones Unidas encargado de observar la tregua entre Israel y Palestina, calcula que hay más de 2 millones de refugiados palestinos en Jordania. Las dos guerras del Golfo provocaron que más de 500.000 iraquíes cruzaran la frontera. La guerra civil en Siria ha arrojado a más de 1,3 millones de personas a los campos de refugiados jordanos. Esta afluencia masiva y repetida de refugiados ha puesto a Jordania en una situación económica difícil de sostener. La guerra entre Israel y Hamás volvió a colocar a Jordania en una posición delicada. Intenta mediar a nivel regional para mantener una precaria estabilidad y evitar una conflagración a gran escala. Al mismo tiempo, rechaza el plan de Israel de vaciar Gaza de sus habitantes. No puede aceptar económicamente más refugiados. Y Jordania sabe muy bien que acoger a más refugiados significaría no regresar. La inmensa mayoría de los inmigrantes viven en la pobreza y luchan por integrarse en la economía oficial. En 2021, el país tendrá una tasa de desempleo récord del 25%, agravada por la pandemia del Covid-19. En 2016, Jordania puso en marcha un plan de integración de refugiados, el "Pacto Jordano", que le permite aumentar la cuantía de la ayuda internacional. Francia ha puesto 1.000 millones de euros sobre la mesa, mientras que Estados Unidos ha prometido una ayuda de 5.630 millones de euros para el periodo 2020-2025. Mantener al país con respiración asistida le está costando caro. Su deuda pública asciende a 42.000 millones de euros, el 106% del PIB.

Recursos industriales de Jordania

A diferencia de sus vecinos árabes, Jordania no se beneficia de ninguna fuente de combustible fósil. El conflicto iraquí ha pesado mucho en la balanza energética del país, privándolo de importaciones de petróleo barato. En noviembre de 2021, un litro de gasolina costaba al automovilista 1,33 euros, mientras que el salario medio apenas alcanza los 300 euros al mes. Para ingresar divisas, el país depende de dos recursos: el fosfato y la potasa. Jordania es uno de los principales productores de fosfato del mundo, con 8,5 millones de toneladas extraídas en 2020. El mineral se vende en bruto o se transforma en abono. India representa el 60% de estas exportaciones. El sur del Mar Muerto abunda en potasa. Con 2,35 millones de toneladas extraídas anualmente, Jordania ocupa el séptimo lugar entre los productores mundiales. Vende el 90% de su producción al extranjero, principalmente a India y Asia. El deseo del Rey de desarrollar la economía junto con las inversiones extranjeras ha permitido la aparición de nuevas actividades. La industria farmacéutica, incluida la producción de medicamentos genéricos, es el orgullo del país. Una treintena de centros ofrecen 26.000 puestos de trabajo cualificados con salarios superiores a la media. Hikma Pharmaceuticals, líder del sector, ha facturado 3.000 millones en 2020. El aumento de la población y el inexorable desarrollo de la ciudad de Ammán han generado también nuevas industrias vinculadas a la edificación y la construcción: cemento y hormigón, fábricas de azulejos, acondicionadores de aire, ascensores, tuberías... La industria agroalimentaria (productos lácteos), la industria química (detergentes, jabón), la transformación del cuero, la producción de cigarrillos, pero también una industria textil cada vez más importante constituyen el resto del espectro industrial jordano. Sin embargo, esta diversificación total no ha conseguido inclinar la balanza comercial en la dirección correcta. Con un déficit neto de 8.000 millones de euros en 2020, la balanza comercial asciende al -21% del PIB.

La agricultura y los servicios en la economía jordana

La agricultura es una parte muy pequeña de la economía jordana, ya que solo representa el 5,6% del PIB en 2018 y el 3% de la población activa. Apoya a unas 80.000 familias en las zonas de producción del valle del Jordán, las tierras altas del norte y el desierto oriental. La construcción de un canal que une el lago Tiberíades con el Jordán en 1958 ha mejorado considerablemente el riego en el valle del Jordán. Las nuevas técnicas agrícolas, la instalación de invernaderos y un ligero aumento de las precipitaciones en otoño permitieron un cierto aumento de la productividad. Sin embargo, con la pérdida de Cisjordania en 1967, el país perdió la mitad de sus tierras cultivables. Hoy en día, sólo el 11% de la tierra de Jordania se utiliza para la agricultura. Aunque la agricultura alimenta a una parte de la población, no es suficiente para satisfacer todas sus necesidades y el 98% de los productos alimentarios son importados. Jordania produce principalmente alfalfa (337.000 toneladas), cebada (38.000 toneladas) y trigo (31 toneladas). Las frutas y hortalizas (aceitunas, tomates, pepinos, almendras, pistachos, albaricoques, higos, dátiles, plátanos, cítricos) son los únicos productos agrícolas que se exportan, fundamentalmente a los países del Golfo. La producción de leche, huevos, aves de corral, carne de cabra y aceite de oliva es autosuficiente.

El sector de los servicios es el más dinámico, ya que proporciona casi el 80% de los puestos de trabajo en Jordania y contribuye a más del 66% del PIB. No ha dejado de desarrollarse, arrastrado sobre todo por los sectores hotelero y bancario. Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación también desempeñan un papel predominante en el sector terciario jordano.

El lugar del turismo

El patrimonio cultural y natural de Jordania es sin duda su mayor activo económico. Los acuerdos de paz firmados con Israel en la década de 1990 provocaron una explosión del turismo. El país ha invertido mucho en sus infraestructuras hoteleras y de transporte para facilitar la estancia de los turistas. Se han multiplicado los hoteles y las agencias de viajes, se han renovado los yacimientos y ciudades como Wadi Musa (Petra), Diseh (Wadi Rum) y Aqaba viven ahora de esta actividad. La cálida acogida de los jordanos, la estabilidad política del país y la calidad de sus infraestructuras atraen cada año a millones de visitantes. El sector turístico aporta el 20% del PIB y proporciona 50.000 empleos directos e indirectos. Sin embargo, esta ganancia depende en gran medida del contexto geopolítico regional y de los acontecimientos internacionales. Aunque el número de visitantes superó los 2 millones en 1988, descendió a 572.000 en 1990, durante la Primera Guerra del Golfo. El apoyo del rey Hussein a Saddam Hussein privó al país de muchos visitantes. La firma de un acuerdo de paz con Israel en 1994 trajo de vuelta a los turistas, sobre todo europeos. Los israelíes ya no dudan en cruzar la frontera y han llegado a representar hasta el 11% del contingente turístico en Jordania. Pero los periodos de calma parecen durar poco. La Intifada de 2001, la guerra de Irak de 2003, los atentados de Ammán de 2005, la crisis económica de 2009, la Primavera Árabe de 2011 y la guerra de Siria han provocado la huida de los turistas occidentales. Solo los turistas de los países del Golfo siguen frecuentando el reino hachemí. En 2020, la pandemia del Covid-19 vuelve a golpear con fuerza al país. A finales de 2019, el país registró 4,5 millones de llegadas de turistas extranjeros, batiendo su récord anterior. Al año siguiente, sólo acudieron 750.000. Los ingresos por turismo cayeron de 5.100 millones de euros a 1.250 millones en los mismos años. La buena gestión de la pandemia ha permitido al país registrar un ligero repunte del número de visitantes en 2021. En 2023, las cifras aumentarán gracias a una gran campaña de comunicación de la Oficina de Turismo de Jordania. Con unos ingresos de 7.000 millones de euros y la reanudación de los vuelos de las compañías de bajo coste desde Europa, el país mira hacia el futuro. Hasta el 7 de octubre de 2023 y el atentado de Hamás que trajo el miedo y la inseguridad a la región. Una vez más, los turistas huyeron de Jordania por temor a que el conflicto se extendiera por toda la región. El yacimiento de Petra, que solía recibir hasta 5.000 turistas al día, ahora sólo recibe 500 en un buen día. Las agencias de viajes y los hoteleros han tenido que despedir personal a la espera de días mejores. La falta de turistas se deja sentir, y Jordania se enfrenta de nuevo a una grave crisis en un momento en que apenas se recuperaba de Covid.

Temas de actualidad

Las protestas contra el coste de la vida en 2011 y 2018 han actuado como una clara señal para el Gobierno y el rey. La prioridad es mantener la unidad nacional a toda costa, emprendiendo reformas económicas que deberían contribuir a reducir la elevada tasa de desempleo y promover la integración de millones de refugiados. La buena salud de la economía jordana también podría permitir al país salir de la infusión de la ayuda internacional. El FMI, el Banco Mundial, los Estados del Golfo, Estados Unidos, Japón y Francia han ayudado al país a no hundirse, pero a costa de una deuda abismal que ha alcanzado el 106% de su PIB. La afluencia de refugiados está ejerciendo una presión considerable sobre las infraestructuras y los recursos del país, especialmente el agua. Aunque los jordanos sólo consumen 90 litros de agua por persona y día (frente a los 682 litros de Arabia Saudí), las necesidades son mayores que los recursos. Jordania sólo tiene agua suficiente para el 20% de su población en su subsuelo. El país compensa comprando 50 millones de metros cúbicos de agua a Israel cada año. Para limitar su dependencia del Estado hebreo, está en proyecto una planta desalinizadora de agua del Mar Rojo en Aqaba.