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Reservas naturales

El país ha creado reservas para preservar entornos naturales notables. Las reservas incluyen de Ajloun, Wadi Rum, Shaumari, Wadi Mujib, las marismas de Azraq, Dibbeen, Fifa, Qatar, el Golfo de Aqaba, el río Yarmouk y Jabal Mas'uda. La Reserva de Dana, clasificada como reserva de la biosfera por la UNESCO, protege cuatro ecosistemas frágiles y amenazados entre el Mar Muerto y el altiplano, que incluyen una excepcional diversidad de flora y fauna. Sin embargo, esta zona protegida está amenazada por un proyecto de extracción de cobre, un mineral cuya demanda va en aumento (debido a su creciente uso, por ejemplo, en los coches eléctricos). La actividad minera supondría la reducción de parte del territorio de la reserva. Los impactos ambientales de un proyecto de este tipo son la destrucción de hábitats naturales, la fragmentación de entornos y la generación de contaminación, todo lo cual contribuye a la erosión de la biodiversidad. El proyecto también suscita preocupación entre los agricultores, que temen una disminución de los recursos hídricos como consecuencia de la explotación de la mina. Se ha iniciado un movimiento de protesta a través de las redes sociales.

El suministro de agua, un tema central

La disponibilidad de agua del país (menos de 200 m³ al año por habitante, frente a los 4.000 de Francia) sitúa a Jordania, según una escala establecida por la Organización Mundial de la Salud, en la categoría considerada más crítica, calificada de "escasez de agua". El déficit hídrico plantea problemas de abastecimiento de agua potable, pero también de seguridad alimentaria. El país, naturalmente mal dotado de agua, se enfrenta a factores que agravan su estrés hídrico. El cambio climático está provocando una disminución de las precipitaciones, sequías más frecuentes e intensas y una aceleración de la erosión del suelo. Las necesidades de agua de las ciudades, donde se concentra la mayor parte de la población, son cada vez mayores, en un contexto de crecimiento demográfico sostenido y de afluencia de refugiados. El cultivo de hortalizas y cereales en medio del desierto, mediante el "riego en carrusel", con agua bombeada en las profundidades del acuífero -no renovable- de Wadi Rum, conduce a una sobreexplotación del recurso. Cabe señalar que este acuífero proporciona la mitad del agua potable de Ammán. Los vertidos de plaguicidas procedentes de la agricultura convencional, así como el establecimiento de ciertas industrias y el almacenamiento de residuos cerca de los ríos, contribuyen a la contaminación de las fuentes. Por último, el desarrollo de presas y estaciones de bombeo en la región en los distintos ríos (Jordania, Yarmouk) ha debilitado el recurso. El canal de explotación de la sal del Mar Muerto ha contribuido a la evaporación de este mar, que ahora está en peligro de extinción debido a la disminución del caudal del Jordán y al aumento de la salinidad de sus aguas. Las poblaciones más pobres son las más expuestas y vulnerables a esta situación de estrés hídrico.

Proyectos para mejorar el acceso al agua

Se llevan a cabo acciones para mejorar la gestión del agua. El mantenimiento de las redes es una palanca para prevenir y tratar las fugas de agua. La reutilización de las aguas residuales domésticas tratadas ("aguas grises" de fregaderos y lavabos) para el riego de jardines privados es una solución que tiende a desarrollarse. Es una técnica de "baja tecnología", accesible a las poblaciones pobres, que permite el riego de las parcelas. El método ha sido validado desde el punto de vista sanitario y está resultando exitoso en términos de ahorro de agua. El proyecto se está implantando en diferentes territorios y va acompañado de ayudas estatales para formar a los habitantes en fontanería, pero también en agricultura y gestión empresarial. El despliegue de este plan ha ido acompañado, efectivamente, de la creación de empresas.

El proyecto de conectar el Mar Muerto con el Mar Rojo mediante una tubería subterránea para suministrar agua desalinizada está resurgiendo. Apoyado en particular por el Banco Mundial y la Agencia Francesa de Desarrollo, este proyecto de "canal de la paz" sigue siendo, sin embargo, controvertido por su coste financiero y su impacto medioambiental. También se prevén otras acciones para preservar los recursos hídricos, como limitar la urbanización, que consume mucha agua.

Iniciativas para la biodiversidad

Un ejemplo es la repoblación forestal en zonas urbanas. La operación, apoyada por una ONG e inspirada en un método japonés, ha permitido recrear microbosques ricos en biodiversidad en pequeñas zonas (parques públicos o jardines privados), mediante la plantación de especies locales y la gestión de "libre evolución" del espacio natural. Los resultados de esta restauración ecológica son muy positivos, con la recolonización del entorno por diversas especies de fauna y flora. Sin embargo, requieren acciones de concienciación de los habitantes sobre la preservación de estos microbosques.

Acción por el clima

Casi 400 edificios religiosos de Jordania funcionan ya con energía solar (paneles fotovoltaicos). También se están creando plantas de energía solar en el país. La energía solar del país, que es uno de los ejes de su transición ecológica, ha permitido llegar a un acuerdo en 2021 con Israel. A cambio de su energía solar, Israel proporcionará a Jordania agua de sus plantas desalinizadoras.

Construir la resiliencia alimentaria

Aunque el suministro de agua es un elemento clave para desarrollar una agricultura resistente, hay otros factores en juego. Los agricultores utilizan técnicas tradicionales basadas en principios agroecológicos. Esta agricultura más respetuosa con el medio ambiente también ha reducido la dependencia del país de los cada vez más caros fertilizantes y pesticidas sintéticos importados. En 2022, el país puso en marcha un proyecto de cinco años para apoyar una agricultura más sostenible.