Muscat y la costa

Entre el aliento del desierto y la brisa del golfo de Omán, Mascate disfruta de un buen clima, con una media de 23°C en un enero ligeramente lluvioso y 34°C en un mayo caluroso. De junio a septiembre, Mascate se despierta con temperaturas de 30°C y alcanza picos de 45°C bajo ultras más violentos que violetas. Un horno que hace bastante peligroso el acceso al aire libre, lo que conduce a siestas en el aire acondicionado e interminables visitas a las galerías comerciales. Lo ideal sería apuntar a mediados de octubre a mediados de diciembre y a marzo-abril para nadar a 25°C/27°C y respirar a 26°C/30°C, o a un enero-febrero más templado para los que lo prefieran.

Desierto

El clima de Sharqiya Sands es desértico, con noches que descienden hasta los 12°C en enero y los 28°C en agosto, mientras que las máximas diurnas oscilan entre los 27°C de enero y los 45°C de julio. Como efecto lejano de los monzones, a veces aparecen bancos de nubes en verano, pero el resto del año los cielos son azules y despejados. Nuestro ideal sería en noviembre y diciembre, con 20°/35°. Particularidad local: a diferencia del Sáhara o el Kalahari, el desierto omaní se enfría muy poco, evitando las gélidas mañanas del Hoggar y ofreciendo una amplitud térmica moderada.

Montañas de Hajar

Si tiene previsto hacer senderismo en los alrededores de Jebel Shams, el verano (20°/30°) viene acompañado de algunas lluvias. Por ello, recomendamos el periodo comprendido entre mediados de septiembre (17°/28°) y principios de mayo (14°/24°), teniendo en cuenta que se despierta a 6° en enero y febrero, a 2.000 metros de altitud. No obstante, el invierno tiene sus encantos, por lo que se recomienda llevar un grueso forro polar para admirar las ocasionales cumbres nevadas.

Dhofar

El pequeño paraíso tropical de Omán, con sus cocoteros, playas y mariscos, le ofrecerá un tiempo pareo durante buena parte del año. Pero no TODO el año, y lea atentamente estas líneas. Ya no estamos en el suavísimo golfo de Omán, sino frente al inmenso mar, el que llega hasta Zanzíbar y Bombay. Es profundo, oceánico. Como la mayoría de la gente hace el viaje a Salalah con la idea de un chapuzón edénico, coco en mano, lo mejor es atenerse a los horarios de la Madre Naturaleza, sin escuchar necesariamente al operador turístico, que tiende a vender la República Oriental los 365 días de la semana. Así, entre julio y mediados de septiembre, cuando uno se está tostando al sol en Mascate, el monzón se apodera del sur, con precipitaciones equivalentes a la mitad de las del mes menos lluvioso de París, pero que se empañan lentamente durante semanas bajo un cielo plomizo. No es ideal para tomar el sol. Esta temporada de Khareef es una cita regional obligada, y familias de todo el Golfo acuden a los hoteles reservados con varios meses de antelación para disfrutar de la llovizna providencial, de la niebla envolvente, de este rincón de la cálida Irlanda tan exótico a los ojos de omaníes y emiratíes, y mucho menos a los de los europeos. Para disfrutar al máximo de la playa, apunte de octubre a abril-mayo, con máximas de 30°C, poca o ninguna lluvia y un agua de mar que celebra la Navidad a 28°C y luego baja a 26°C.