De la tradición oral a la escritura

La tradición oral es tan importante en Guinea, como en toda África, que en 2006 la Asociación Mundial para la Escuela como Instrumento de Paz (EIP) puso en marcha un proyecto educativo para escolares. Se basaba en materiales sonoros -también vectores de emociones- para promulgar mensajes con vocación social y educativa (módulos sobre el respeto de la dignidad, los derechos de la mujer, la libertad de expresión, etc.). Pero la tradición oral tiene otra función, además de ser fuente de conocimientos, es también guardiana de la memoria, que en un país gravemente oprimido adquiere todo su sentido. El guineano Djibril Tamsir Niane, nacido en Conakry en 1932 y fallecido en Dakar (Senegal) en 2021, fue el director de una fascinante publicación titulada Tradición oral y archivos de la trata de esclavos, que puede leerse gratuitamente en la biblioteca digital de la UNESCO. En el prefacio del senegalés Doudou Diène se recuerda que "mientras Europa y América disponen de abundante documentación sobre la trata de esclavos y la esclavitud, África ha guardado silencio durante mucho tiempo. El trabajo de recopilación de testimonios por parte de los investigadores era esencial para garantizar la conservación de este patrimonio inmaterial". Gran especialista de la región de Mandé, territorio que hoy se extiende desde el sur de Malí hasta el este de Guinea, Djibril Tamsir Niane también se ganó su reputación de historiador al escribir la Epopeya de Soundiata tal y como se la contó el griot Mamadou Kouyaté. A finales de los años cincuenta, propuso la publicación de este mito fundador del imperio maliense, aparecido en el siglo XIII, a la editorial Présence Africaine, que lo aceptó. Para terminar con la tradición oral, sin haberlo abarcado todo, podríamos citar el libro Quand les animaux parlent, publicado por Gérard Meyer en 2020 con L'Harmattan, que contiene 34 relatos que recopiló en África Occidental, y Paroles tissées: Sénégal et Guinée, una nueva colección de 28 relatos que publicó al año siguiente con la misma editorial.

Es frecuente oír que las lenguas africanas no se escriben y que los primeros libros se escribieron en la lengua de los colonos, generalmente el inglés o el francés, lo cual es un grave error, como demuestra la historia del imamat de Fouta-Djalon, en la actual Guinea. Este territorio fue escenario en 1726 de la batalla de Talansan entre los musulmanes, en su mayoría de origen fulani, y los soussou, que fueron expulsados a la costa. Por lo que respecta a la literatura, hay que recordar que la poesía religiosa fulani (y pronto más ampliamente todo tipo de obras, desde tratados de astronomía hasta sátiras y los llamados poemas cotidianos) comenzó a escribirse en alfabeto árabe en el siglo XVIII, lengua cuya métrica también conservó, dando un modelo único del que Thierno Diawo (1900-1984), discípulo de Thierno Aliou Bhoubha Ndian, fue un digno representante. Fue en la Sorbona donde Alfa Ibrahima Sow (1934-2005) escribió una tesis dedicada, entre otras cosas, a los poetas fulani de Fouta-Djalon, una especialización, unida a trabajos de traducción, que le valió el Prix de la Langue Française concedido por la Académie Française en 1975, junto con Amadou Hampâté Bâ, escritor y etnólogo maliense. El año anterior había cofundado la editorial Nubia con un grupo de autores panafricanos. También ocupó durante muchos años la cátedra de literatura de África Occidental en el Instituto Nacional de Lenguas y Civilizaciones Orientales (Inalco) de París. En la misma línea, cabe citar al antropólogo Sory Camara, galardonado con el Gran Premio Literario de África Negra en 1977 por Gens de la parole: essai sur la condition et le rôle des griots dans la société malinké, así como a Ibrahima Baba Kaké (1932-1994), profesor de historia y director de una colección en las Nouvelles Éditions Africaines, que se exilió tras la llegada al poder del primer presidente de Guinea, Sékou Touré, que se independizó en 1958.

Autobiografías y novelas

Fue en un contexto particular, el de la descolonización, cuando la generación de los años veinte se volcó en la novela. Los cambios políticos se habían iniciado o estaban en proceso de iniciarse, y los escritos estaban teñidos por la cuestión de cómo posicionarse en relación con el pasado y cómo definir una identidad nacional. Fodéba Keïta (1921-1969) fue uno de los primeros instigadores de este nuevo género, aunque comenzó su carrera artística dedicándose a la música y la danza, creando la orquesta Sud Jazz en 1948 y los Ballets africains de la République de Guinée en 1950. Ese mismo año publicó una colección, Poèmes africains, y en 1952 dos relatos cortos: Le Maître d'école y Minuit. Este segundo texto es especialmente comprometido, ya que hace referencia a la invasión francesa, y es quizás un presagio del giro político que Keïta dará a su carrera al convertirse en 1961 en Ministro de Defensa y Seguridad Nacional del gobierno del Presidente Sékou Touré... que acabará acusándole de conspiración unos años más tarde. Murió en el campo de Boiro -el "Auschwitz" guineano donde Amnistía Internacional calcula que perdieron la vida 50.000 personas-, que al parecer él mismo había contribuido a transformar en campo de internamiento y tortura.

Porotra parte, y en una extraña paradoja, la primera novela guineana que realmente brilló en el extranjero - hasta el punto de recibir el premio literario suizo Charles Veillon en 1954 - es considerada por algunos como singularmente carente de compromiso político, o incluso de objetividad. En efecto, en L'Enfant noir, publicada en Francia en 1953, Camara Laye (1928-1980) ofrece una historia con un fuerte acento autobiográfico en la que los horrores de la colonización parecen, cuando menos, atenuados, lo que fue criticado con dureza por los paladines del llamado movimiento de la negritud, que no veían en ella más que un bluf perversamente pintoresco, mientras que al mismo tiempo algunos (¡incluido Léopold Sédar Senghor!) elogiaban esta encantadora visión del reino de la infancia. Sea como fuere, y aunque la cuestión sigue siendo objeto de debate, esta novela es hoy un clásico e incluso ha sido adaptada al cine. También hay que señalar que en sus textos posteriores, sobre todo en Dramouss (1966), Camara Laye se volvió más crítico, haciendo explícito el dolor del exilio y poniendo palabras, como precursor, a los excesos del poder vigente en su país natal. A pesar de estas complejas circunstancias, las compuertas estaban abiertas y los futuros escritores no dudarían en alzar la voz.

Escribir, a pesar de todo

Guinea-Conakry", que sólo tiene diez millones de habitantes, puede presumir de contar con varios autores de talento, entre ellos Alioum Fantouré, nacido en 1938 y galardonado con el Gran Premio Literario de África Negra a los 35 años. Se dio a conocer con su primera novela, Le Cercle des tropiques, publicada por Présence Africaine, una aguda visión de la época poscolonial que aún se puede adquirir en la misma editorial. También con Présence Africaine se descubrió la obra igualmente política de Williams Sassine, hijo mestizo de una pareja libanesa-guineana nacida en 1944 en Kankan. Su regreso a su país natal tras sus estudios en Francia se vio imposibilitado por el régimen de Sékou Touré, y sus textos, impregnados de este exilio forzado que duró hasta el golpe de Estado de 1984, ahondan en las dificultades de las fronteras entre dos mundos, dos culturas, como en Mémoire d'une peau, sin negarse a veces a entregarse al género picaresco(Le Zéhéros n'est pas n'importe qui). La carrera de Ahmed-Tidjani Cissé guarda similitudes con la de Sassine, ya que se refugió en Francia de 1964 a 1991 tras ser acosado por el gobierno. Ha publicado poesía(Derrière la palissade, des femmes, des enfants), relatos(Naby Yoro, le géant de Malakan) y, sobre todo, teatro(Maudit soit Cham, Au nom du peuple). La escena es, en efecto, un territorio que a los autores guineanos les gusta explorar, como Souleymane Koly (1944-2014), que creó la compañía Kotéba en Abiyán (que toma su nombre del teatro tradicional maliense), o Saïdou Bokoum, que escribió y puso en escena varias obras presentadas en Aviñón(Dépossession) y en Costa de Marfil(Opération coup de poing, Chic choc chèque...), pero también publicó una novela, Chaîne (1974, Denöel), que fue nominada al Goncourt. Tierno Monémembo (1947-2008) ganó otro premio francés, el Renaudot, por Le Roi de Kahel (Seuil), la biografía novelada de Aimé Olivier de Sanderval (1840-1919), que intentó establecer un reino en el corazón de Fouta-Djalon. Este no fue el único galardón que saludó la prolífica obra de Monémembo, ya que también recibió el Grand Prix littéraire d'Afrique noire por Les Écailles du ciel (Seuil, 1986), el premio Ahmadou-Kourouma por Le Terroriste noir (Seuil, 2012) y el Grand Prix de la Francophonie en 2017 por el conjunto de sus escritos.

En cuanto a las mujeres, cabe mencionar a Kesso Barry y su relato autobiográfico Kesso, princesse peuhle publicado por Seghers en 1988, Koumanthio Diallo que en 1994 fue la primera en publicar un libro de poesía(Moi, femme), Mariama Kesso Diallo que relató su exilio con sus hijos en La Chance y Katoucha Niane que abordó la dura realidad de la escisión en Dans ma chair.

Podríamos hacernos eco de su obra con la de Nadine Bari, que siguió el camino inverso: nacida en Dordoña en 1940, se instaló con su marido en Conakry. De vuelta a Francia, fue asesinado antes de poder reunirse con ella. Trabajó para la ONU y luego para el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, y pasó años intentando averiguar qué había ocurrido. Nadine Bari publica en L'Harmattan: Le Cri de la mangouste, La Dictature, modes d'emploi, L'Espérancière, etc. Estas causas feministas también han sido abordadas por la escritora Libar M. Fofana -ya sea en L'Étrange Rêve d'une femme inachevée (ganadora del premio Ouest-France/Étonnants voyageurs) o Comme la nuit se fait lorsque le jour s'en va- y siguen estando en el centro de la obra de la activista Maimouna Diakhaby, nacida en Conakry en 1985. Una nueva generación trabaja para seguir construyendo las letras guineanas: el cineasta y escritor Sunjata Koly, cuyo Kalachnikov Blues (Vents d'ailleurs) recibió el Premio Literario Continental 2010, Hakim Bah galardonado con el Premio RFI de Teatro en 2016 por Convulsiones, Abdourahmane Sénateur Diallo, que presentó su primera novela Nation enchantée en 2021 en las 72h heures du livre de Conakry, o Falmarès, nacido en 2001, que se describe a sí mismo como un "refugiado poético" en Francia y sigue escribiendo a pesar de la amenaza de deportación de la que fue objeto(Soulagements, publicado por Les Mandarines).