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La minería como motor económico

Desde hace varias décadas, el sector minero es el principal motor de la economía del país, representando más del 20% del PIB anual y, sobre todo, más del 85% de las exportaciones. La aceleración de la explotación de las reservas de bauxita ha contribuido claramente a esta evolución y ha impulsado el crecimiento económico, manteniéndolo por encima del 5% desde 2018. Guinea se ha convertido incluso en el segundo productor mundial en 2019. Otros recursos minerales, como el oro y los diamantes, cuyas reservas probadas siguen siendo importantes, también han contribuido a este impulso. La explotación de las reservas de mineral de hierro, largamente anunciada y varias veces aplazada, debería dar en los próximos años un nuevo impulso a la economía del país, pero sobre todo proporcionar nuevas infraestructuras, empleos e ingresos al Estado. La firma en marzo de 2022 de un acuerdo marco sobre la explotación del yacimiento del monte Simandou, en Guinea Forestal, hace pensar en un lanzamiento de la producción comercial para 2025. Continuará

El sector agrícola, realidades alejadas de las ambiciones

El sector agrícola, que aporta alrededor del 20% del PIB del país, pero que emplea a más del 50% de la población activa, sigue siendo un sector en ciernes y que se esfuerza por aprovechar los recursos disponibles: tierras cultivables, recursos hídricos, diversidad territorial y una población joven.

Es cierto que, en el marco del Plan Nacional de Inversiones Agrícolas y Seguridad Alimentaria (PNIASA), se ha avanzado con la mejora progresiva del acceso a los insumos (semillas y fertilizantes), a los equipos, sobre todo subvencionados, a la construcción de instalaciones de riego y a la mejora de la red de caminos rurales. Como resultado, la producción de arroz ha aumentado constantemente, cubriendo el 80% de la demanda. También se han hecho grandes esfuerzos para desarrollar los sectores del cacahuete y el anacardo, pero con resultados insignificantes hasta la fecha. En cuanto a la ganadería y la producción animal, algunos sectores, como el avícola, han experimentado un verdadero auge. Sin embargo, la producción de pollos de engorde está bloqueada en su desarrollo por la competencia de las importaciones de muy bajo coste. Muchas de las promesas que debían ayudar a los productores a superar estas limitaciones han quedado sin cumplir. Por lo tanto, queda mucho por hacer.

En general, los progresos realizados están lejos de estar a la altura de los desafíos. Apenas el 10% de las tierras cultivables se cultivan y el uso de la mecanización y los insumos sigue siendo escaso

La autosuficiencia alimentaria está lejos de alcanzarse, ya que, por ejemplo, las importaciones de arroz siguen aumentando.

Infraestructuras, la esperanza de días mejores

Con la finalización de la presa hidroeléctrica de Souapiti, anunciada para 2022, y el aumento de su producción, Guinea espera acabar por fin con su falta crónica de electricidad: se acabaron los inoportunos cortes de luz para la población guineana.. En cualquier caso, este nuevo gran desarrollo deseado por Alpha Condé da esperanzas, sobre todo porque debería permitir también aumentar la producción de la presa de Kaléta, situada aguas abajo, desde 2015. Además, otros dos proyectos hidroeléctricos (Koukoutamba y Amaria) actualmente en construcción reforzarán aún más la capacidad de producción nacional dentro de unos años. Este fuerte aumento de la producción de electricidad debería tener también efectos beneficiosos para el conjunto de la economía y permitir satisfacer las crecientes necesidades de las actividades mineras e industriales actuales y futuras. En el sector de las telecomunicaciones, la inversión continuada ha dado lugar a una tasa de penetración de la telefonía móvil superior al 90%. Al mismo tiempo, el número de usuarios de Internet ha crecido exponencialmente. Sin embargo, el despliegue del 4G parece ser lento y limitado a la capital. Sin embargo, la llegada de un nuevo operador a este segmento podría darle un impulso

En cuanto a las carreteras y pistas, tras los importantes avances de la década de 2010, la impresión general es de nuevo que la red se está deteriorando. Es cierto que el enorme proyecto de la carretera RN1, un eje esencial para dar servicio al interior del país, se está completando y debería, una vez terminado, suponer una mejora real del tráfico. Pero al mismo tiempo, demasiadas carreteras y pistas vuelven a ser difíciles de usar y complican los viajes hacia y desde el interior del país. Esto sigue siendo un gran obstáculo para la circulación de mercancías y personas y, en general, para el desarrollo del país

Principales problemas de la sociedad

El reto para el nuevo equipo en el poder y los que le sigan será encontrar la forma de transformar todos estos avances en infraestructuras y minería en un progreso real y concreto para el pueblo guineano. Los guineanos siguen teniendo con demasiada frecuencia la sensación de que los progresos realizados sólo benefician a una élite y que ellos son los que se quedan atrás, o incluso las víctimas. Las consecuencias negativas, sobre todo medioambientales, de la explotación minera en Guinea marítima y la desastrosa gestión de los desplazamientos de población tras la construcción de presas hidroeléctricas son elementos que refuerzan esta impresión.

Con más del 40% de la población viviendo por debajo del umbral de la pobreza, un índice de desarrollo humano que sitúa a Guinea en el puesto 178 de 189, una emigración juvenil que no deja de crecer, un sistema sanitario que sigue siendo muy deficiente y un sistema educativo que se esfuerza por desempeñar su papel de ascensor social, los retos son inmensos. ¿Insuperable? Teniendo en cuenta el potencial y los recursos del país, uno quisiera pensar que no.

Pero en un país en el que la corrupción, a menudo impune, se ha impuesto como único sistema de gobierno, y en el que la justicia sigue luchando por hacer valer su independencia y su probidad a pesar de los avances reales, se necesitan decisiones y acciones contundentes para hacerles frente.

Las primeras decisiones tomadas bajo la égida del nuevo hombre fuerte del país, el coronel Doumbouya, parecen indicar una verdadera voluntad de cambio. Los próximos meses serán decisivos para el futuro del país.