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Mural représentant Jose Saramago © ribeiroantonio - Shutterstock.Com.jpg

Un poco de historia

En la Edad Media, la producción literaria portuguesa apareció con canciones gestuales gallego-portuguesas y poemas líricos ya fuertemente marcados por una cierta languidez y nostalgia. En el siglo XVI, Gil Vincente (1465-1537), el Shakespeare portugués, marcó la historia del teatro europeo. Debemos recordar su obra La Barca del Infierno, que es una obra que no puede ser ignorada en Portugal. Luis de Camões (1525-1580), cuyo Lusiades remonta la epopeya de los Descubrimientos, y que fundó la literatura portuguesa moderna con su gran obra. El siglo XVII estuvo dominado por la literatura religiosa barroca, con, sobre todo, los elocuentes sermones del sacerdote jesuita Antonio Viera, gran militante humanista por la causa de los indígenas de Brasil y contra la Inquisición.

Literatura contemporánea

A finales del siglo XVIII y principios del XIX, el Romanticismo llegó a Portugal y encontró muchos adeptos entre las figuras literarias más brillantes de la época: el vizconde Almeida Garrett (1799-1854), por ejemplo, que transformó al héroe de las Lusiadas en héroe romántico en su poema Camões. Alexandre Herculano (1810-1877), gran poeta nacional cuyo nombre adorna hoy muchas calles y plazas de todo el país, influyó enormemente en el movimiento romántico. Es posible leer en francés Légendes et récits du Portugal y Eurico.

La segunda mitad del siglo XIX literario estuvo marcada por las ácidas crónicas sociales de Eça de Queiroz (1845-1900) y Camilo Castelo Branco (1825-1890), cuyas novelas estaban fuertemente inspiradas en el realismo de Balzac. El primero, por ejemplo, escribió Una familia portuguesa(Os Maias por el título en portugués), ¡una especie de fresco naturalista al estilo de Zola! De esta última hay que leer Amour de perdition (1862), considerada por algunos la mayor novela de amor portuguesa. El autor escribió esta historia de un amor prohibido mientras estaba en prisión por su relación con una mujer casada. De tradición medieval, la lírica volvió a reinar a principios del siglo XX con Antero de Quental y Eugenio de Castro. Pero, sobre todo, este siglo verá surgir a los tres grandes de la literatura portuguesa contemporánea:

Fernando Pessoa (1888-1935), considerado por algunos literatos de todo el mundo como el escritor más importante del siglo XX, y su figura con gafas y sombrero rondarán para siempre el imaginario de Lisboa. El principio de su literatura es de una genialidad singular: relata el pensamiento de muchas personas que gravitan hacia un universo autorreferencial, hermético, en el que uno se sumerge y se ahoga de inmediato. Algunas de estas personas afirman incluso conocer a "un tal Fernando Pessoa". En vida, los críticos literarios creyeron que su creación literaria estaba estrechamente vinculada a la de algunos de sus amigos: el melancólico Bernardo Soares, el magnífico Alberto Caiero, el conservador Richardo Reis, el lírico Alvaro de Campos, todos ellos muy de moda en la época. Sólo después de su muerte, en 1935, se comprendió que esos "amigos" eran personajes imaginarios y que todos los poemas, cuentos, odas y fragmentos publicados entonces habían sido inventados por el propio Pessoa.

Antonio Tabucchi (1943-2012), el escritor italiano que quedó tan seducido por Lisboa y Portugal que decidió escribir ¡en portugués! Una de sus mejores novelas, Pereira prétend (Sostiene Pereira), describe el despertar de un periodista en el apogeo del nuevo Estado. El tema es interesante, pero la extraordinaria representación de Lisboa resulta especialmente atractiva. Un libro para guardar durante días de saudade.

José Saramago (1922-2010), muy conocido y valorado en el extranjero. Único portugués galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1998, se distinguió por sus novelas fantásticas y pesimistas, en la mejor tradición de la literatura portuguesa. Miembro del Partido Comunista desde 1969, se declara ateo y no ha dejado de provocar polémica en el muy católico Portugal, sobre todo con su Evangelio según Jesucristo.

En el Algarve

Muy pocos escritores del Algarve han cruzado las fronteras. Sin embargo, algunos han dejado su huella en la historia literaria de su país. António Aleixo (1899-1949) es uno de ellos. Se le considera uno de los principales poetas del Algarve. Sus textos, llenos de ironía a principios del siglo XX, traen una nueva crítica a la sociedad. Una estatua le rinde homenaje en Loulé, cerca del bar Calcinha que solía frecuentar.

Otro hermoso escritor de Loulé es Casimiro Cavaco Correia de Brito (nacido en 1938). Inicialmente periodista, luego ensayista, finalmente se dedicó a la poesía, un arte al que ha dedicado una veintena de obras. Su última novela, 69 poemas de amor, ha sido objeto de mucha discusión. Su última novela, 69 poemas de amor , ha sido ampliamente leída y también se conoce como Loving All Life (2015).

El futuro de la literatura portuguesa

Empecemos con Manuel de Freitas y su Game Over, una especie de colección de himnos urbanos en los que el autor capta la vida cotidiana y ofrece una crónica amarga y desilusionada. También es muy importante descubrir a António Lobo Antunes (nacido en 1942). Este psiquiatra es también un autor reconocido y fue galardonado con el Premio Camões en 2007, el gran premio literario del país. Su escritura tiene como objetivo romper los códigos y las reglas de la trama tradicional: por ejemplo, involucra a varios narradores que abordan diferentes puntos de vista para la misma situación. Descubra por ejemplo Traité des passions de l'âme (1990), Mémoire d'éléphant (1998) o Mon nom est légion (2007)... Lea también Margarida Rebelo Pinto (nacida en 1965), autora y escritora para la prensa portuguesa e internacional (como Elle o Marie-Claire). Su primera novela, Las Hijas de Estoril, se publicó en 1999 y la hizo famosa. Finalmente, mencionemos a la autora Agustina Bessa-Luís (1922-2019), un verdadero icono de la literatura en Portugal. ¡Siete películas de Manoel de Oliveira nacieron de ella! Entre sus obras se encuentran The Sibyl (1984), The Comfortable Despair of Women (1994) y The Principle of Uncertainty (2002).