Música y danza tradicional
La música y la danza son componentes esenciales de la vida cotidiana de los mapuches. Permiten expresar el miedo o la alegría, sirven de medio para agradecer a las divinidades o expresar el deseo erótico, una promesa de guerra, celebrar un nacimiento, una muerte o una buena cosecha. Los mapuches tienen melodías para trabajar, dormir, enterrar a los muertos o jugar juntos. Algunas sólo se tocan mientras se baila en ceremonias especiales(Machitún, Lepún y Nguillatún, por ejemplo). La mayor parte de la música mapuche es religiosa: se canta y baila en honor de Ngenechén, la divinidad absoluta. La instrumentación es bastante básica, con voces, percusión y la trutruca, una especie de trompeta hecha de caña coligüe (un bambú autóctono) que termina en un cuerno, con un sonido grave y estridente. Una característica clave de la música mapuche es el uso del kultrún, un tambor ceremonial que representa la cosmovisión de la comunidad, los elementos materiales e inmateriales, la estructura simbólica y las cuatro divisiones de la plataforma terrestre orientadas según los cuatro puntos cardinales(Meli Witran Mapu). Según la creencia mapuche, la "bruja"(machi) transmite su voz y energía al kultrún, con el que se identifica. Otros instrumentos musicales tradicionales son la pifilka, un silbato agudo de un solo agujero (que representa al ñandu llamando a su descendencia), la kaskawilla, un instrumento de bronce, y el piloilo (de piedra o hueso), que tiene varios agujeros a diferencia de la pifilka.
En la Patagonia argentina se está intentando preservar este patrimonio indígena, que las autoridades gubernamentales del país han hecho todo lo posible por erradicar. Gracias a este esfuerzo de preservación, aún se pueden escuchar y ver cantos y danzas indígenas como el loncomeo, la cordillerana, el chorrillero y el kaani. Música y danza folclórica tehuelche-mapuche, el loncomeo es interpretado exclusivamente por hombres al son del kultrún, generalmente durante el ngillatún (principal ceremonia espiritual mapuche). El loncomeo tradicional ha dado lugar a una forma moderna de música folclórica, interpretada por destacados compositores patagónicos como Marcelo Berbel. La cordillerana es una canción suave y armoniosa, ahora interpretada con guitarra. La chorrillera (o chorrillero), mezcla de kaani y milonga con melodías sincopadas y nostálgicas, evoca explícitamente las tonalidades indígenas. Por último, el kaani es una danza masculina ejecutada en grupos de cuatro y orquestada con instrumentos de percusión y viento. La música mapuche en su conjunto se encuentra en las composiciones de Rubén Patagonia (oriundo de Comodoro Rivadavia), icono y adalid de la música folclórica patagónica.
En Chiloé, el folclore español se ha conservado bien y es fácil escuchar pericona, pasacalles, vals chilote o trastasera... La primera es una de las danzas más populares entre los chilotes. De probable origen argentino, se interpreta en pareja, pañuelo en mano. Muy extendido por todo el mundo hispanohablante, el pasacalle se originó en España a principios del siglo XVII. El vals chilote es, como su nombre indica, una variante local del vals, con ritmos y saltos más marcados. También argentina, la trastasera es una danza fácil cuyos pasos se indican en la letra de la canción.
En Argentina, estas danzas y músicas folclóricas pueden verse y escucharse durante el Año Nuevo Mapuche. Celebrado entre el 21 y el 24 de junio (el día más corto del año), es la ocasión para que las comunidades organicen grandes fiestas salpicadas de todo tipo de actividades folclóricas y tradicionales. Por parte chilena, es durante las Fiestas Patrias, la fiesta más importante (que celebra el Día de la Independencia), cuando se puede admirar el folclore de todo el país. Durante dos días, Chile pone de relieve su cultura y sus tradiciones, pilares de su identidad. Bailes, canciones populares y gastronomía están a la orden del día.
Música popular
Aunque tanto Argentina como Chile han producido grandes olas de canciones, es la Patagonia chilena la que ha dado una de las mayores estrellas del género: Patricio Manns. Cantante, músico, poeta y novelista nacido en la región del Bío Bío (norte de la Araucanía), Manns es hoy una figura muy querida en toda Latinoamérica. Periodista en los años 60, vivió en la capital chilena antes de huir tras el golpe de Estado de Pinochet. No regresó hasta la década de 1990, tras 20 años de exilio. Moderno y revolucionario, a menudo se le considera el heredero inmediato de Violeta Parra, la gran cantante (comprometida) del país. Es uno de los fundadores de la "Nueva Canción Chilena", un movimiento de música social que se desarrolló en los años 60 y llevó consigo las reivindicaciones de su época (Argentina tuvo un movimiento similar llamado "Nuevo Cancionero" en la misma época). Patricio Manns ha escrito novelas, ensayos, poesía y obras de teatro, por las que ha ganado varios premios en Francia. Su novela Cavalier seul narra la turbulenta vida del buscador de oro Julius Popper, que instauró un verdadero régimen autoritario en Tierra del Fuego. Una lectura interesante, sobre todo si se combina con una visita a la región.
En la Patagonia, dos buenos lugares para escuchar música folclórica local son En El Clavo, en Valdivia (una dirección original y festiva en la ciudad) y, en el lado argentino, Naupa, en Ushuaia, donde también se puede oír bastante tango.
La Cumbia
Aunque no es ni mucho menos una tradición patagónica, la cumbia es, sin embargo, una de las músicas más populares de Argentina y Chile. Ya sea sola o mezclada con reggaetón, tecno o rock, se escucha en taxis, tiendas, esquinas y en las fiestas más pequeñas. Originaria de Colombia, la cumbia es una fusión de las culturas negra (por el ritmo) e india (por la melodía), con una firma rítmica, todo a contratiempo, que se reconoce al instante.
En Argentina, el estilo cosechó su primer éxito en los años 60 con éxitos de grupos colombianos como Los Wawancó y el Cuarteto Imperial. La cumbia, género popular por excelencia aquí, evolucionó a principios de la década de 2000 hacia la cumbia villera, un estilo más agresivo con letras sobre la vida en la calle, las drogas y la delincuencia, y un uso intensivo de sintetizadores y efectos sonoros. Fue también en Buenos Aires donde el género encontró un nuevo aliento al mezclarse con la electrónica -convirtiéndose en nueva cumbia- de la mano del Club Zizek y ZZK Records. En Chile, el género también irrumpió en escena en los años sesenta. Desde el principio, el país desarrolló su propio estilo de cumbia, llamado "cumbia sonora" o (cumbia chilena), añadiendo instrumentos de piano y metal y acelerando el ritmo. Los grandes grupos de cumbia chilena son la Orquesta Huambaly Sonora Palacios y Los Vikings. En la Araucanía, se puede bailar cumbia en el OK Club de Temuco, con su ambiente juvenil y animado. En Valdivia, el Club Social Carrê también ofrece una amplia oferta de cumbia en todas sus modalidades, y en Chiloé, el Club Fama de Ancud es uno de los lugares perfectos para aprender a bailar cumbia obachata.