Tradición y modernidad

La década de 1950 fue un periodo crucial para la sociedad griega, que marcó el final de la transformación de la sociedad tradicional que había comenzado en 1832, año en que se creó el Estado griego. Fue entonces cuando se aceleraron la industrialización y la urbanización, lo que provocó un cambio en los comportamientos, las costumbres y la cultura. La homogeneidad social e ideológica, cimientos de la sociedad tradicional, se vio alterada, entre otras cosas, por la emigración y la migración interna.

Hasta los años 50, Creta, como muchas otras islas y regiones rurales griegas, permaneció aislada y al margen de la modernización. Cuando la isla salió de su aislamiento, las tradiciones resistieron. Una costumbre perdurable, por ejemplo, es que si se pide a un cretense que describa su linaje, éste sigue siendo matrilineal. Esta particularidad se considera una supervivencia de lo que algunos llaman el "matriarcado minoico".

De hecho, el lugar de la mujer en la antigua Creta ha suscitado numerosos debates. Los ídolos de la Madre Tierra, los frescos que representan a mujeres, las figurillas y los relatos posteriores de los antiguos griegos y romanos han alimentado tanto la discusión como la imaginación. La principal fuente de información de la antigua Creta sobre el lugar de la mujer es el Código de Gortyne, una colección de leyes grabadas en piedra y fechadas en la primera mitad del sigloV a.C.: incluye disposiciones legales sobre dotes, recién nacidos, matrimonio y derechos sucesorios de la mujer.

El estudio de este código puede dar la impresión de que las mujeres de Creta gozaban de mayor libertad y autonomía que las atenienses. Pero no hay pruebas de un "matriarcado", y menos aún de un feminismo temprano. El lugar de la mujer en Creta era sencillamente distinto. En el imaginario griego y, sobre todo, en la práctica social, la mujer era simplemente el pilar de la vida familiar.

De hecho, la unidad familiar estaba gobernada con puño de hierro por las mujeres, que se hacían oír tanto como los hombres. En Creta, como en todas las zonas rurales, las mujeres se dedican a las labores agrícolas, mientras que gran parte de la industria turística depende de ellas. La emancipación de la mujer en Creta es, por tanto, un hecho innegable, pero el reconocimiento de la mujer como igual al hombre tiene aún mucho camino por recorrer.

El modo de vida cretense

El matrimonio es una institución perdurable en Creta, que afecta a pueblos enteros en las zonas rurales: tiene lugar en el pueblo natal de la joven y es la ocasión de una celebración que a veces dura tres días. Unos días antes de la ceremonia, tiene lugar la velada "krevati" (la cama, en griego). La joven pareja invita a su casa a los familiares y amigos más cercanos, para beber, comer y... ¡tirar dinero sobre la cama! Estos regalos se suman a los que se darán el día de la boda, y como los griegos son muy generosos, las sumas son a veces astronómicas.

En Creta, las bodas nunca están completas sin un montón de disparos al aire. La mayoría de los cretenses tienen una o varias armas de fuego, oficialmente para cazar, pero todos confiesan estar dispuestos a llevarlas para defender su isla si son atacados. En las carreteras, las señales de dirección suelen estar acribilladas a balazos: los hombres las apuntan para practicar, normalmente los domingos con los amigos. Pero que no cunda el pánico: el hecho de que los cretenses vayan armados no significa que sean peligrosos. Al contrario, son especialmente amables, siempre dispuestos a ayudar. Y si a veces hablan en tono cortante, es para ir al grano y mostrar el respeto debido a su interlocutor. Por otra parte, una palabrita suave llamada "to kopéli", que significa "el niño" en dialecto cretense, se utiliza habitualmente para mostrar simpatía hacia alguien, aunque sea un desconocido.

La danza, la otra forma de estar juntos

En la sociedad griega tradicional, la danza es un elemento fundamental del comportamiento social y, como tal, concierne a toda la comunidad. Al participar en una danza, uno va más allá de su individualidad, reforzando la cohesión del grupo, ocultando los contrastes que existen entre los miembros de la comunidad y reproduciendo la realidad social.

Así ha ocurrido en Creta desde la antigüedad. Todavía hoy puede verse una danza primitiva interpretada por tres mujeres que forman un círculo en torno a un tañedor de lira: se trata de una estatuilla de terracota (1440-1100 a.C.) descubierta en Palaikastro y expuesta en el Museo de Heraklion. También se dice que la danza juvenil representada en el legendario escudo de Aquiles se inspiró en danzas cretenses.

Sean cuales sean las leyendas de antaño, el baile en Creta sigue siendo el componente principal de todos los acontecimientos oficiales y no oficiales: bodas, bautizos, fiestas nacionales y locales, celebraciones religiosas; en Creta se baila. En todas estas ocasiones, hombres y mujeres de todas las edades unen sus manos o sus hombros, confirmando que todos son miembros de la misma comunidad, que comparten las mismas instituciones, costumbres y, por último, pero no por ello menos importante, el mismo lugar.

Las danzas tradicionales cretenses se interpretan en círculo, conservando varias etapas de su evolución, y la mayoría de las veces se transmiten de una generación a otra, simplemente por emulación. Pendozali, una danza de guerra cuyos orígenes se remontan a la época minoica, es la más practicada, y simboliza la larga marcha de los cretenses hacia la libertad. En un viaje a Creta, será difícil no cruzarse con un grupo de personas bailando, en una plaza pública, delante de una pequeña capilla o en el patio de su casa. Si quiere conocer de cerca a los cretenses, ésta es la oportunidad ideal: únase a ellos, déles la mano y siga sus pasos.