Una biodiversidad única y amenazada

Pocos países pueden presumir de tener tantos ecosistemas como Colombia. Tres cordilleras andinas, dos océanos, selvas tropicales y bosques secos, desiertos y ríos: en total, el país cuenta con más de 300 ecosistemas. Aunque un tercio del país está cubierto por la selva amazónica, no hay que olvidar las tres cordilleras, con picos de más de 5.000 metros de altitud. Esta diversidad permite al país albergar una amplia gama de especies, sobre todo endémicas: ¡hay al menos 9.000! Los ecosistemas marinos son igual de variados, gracias a las dos costas, una en el océano Pacífico al oeste y otra en el mar Caribe al este. En 2021, Colombia celebró la COP26 anunciando, junto con los gobiernos de Costa Rica, Panamá y Ecuador, la creación del Corredor Marino del Pacífico Oriental Tropical (CMAR), una franja marítima protegida que se convertirá en una de las mayores y más ricas reservas marinas del mundo.

Sin embargo, según el WWF, la mitad de estos frágiles y preciosos entornos están amenazados o se encuentran ya en un estado crítico de degradación. Se están talando hectáreas enteras de bosque para dar paso a la ganadería ilegal, al cultivo de coca o a la instalación de minas clandestinas. A veces el peligro viene de donde no se espera, como en el caso de los hipopótamos introducidos por Pablo Escobar, que se han convertido en una amenaza para la biodiversidad. De los cuatro individuos que vivían en el zoo del famoso narcotraficante en los años 80, ahora hay 80 en el río Magdalena. Estos intrusos están destruyendo las riberas del río y cazando especies locales, algunas de las cuales ya están al borde de la extinción, como los manatíes y los caimanes.

Recursos muy politizados

Por segundo año consecutivo, Colombia es el país más peligroso del mundo para los activistas medioambientales. Sesenta y cinco personas murieron en suelo colombiano en 2020 por defender el medio ambiente. Un registro macabro que tiene como telón de fondo el conflicto entre las FARC, grupos rebeldes y paramilitares, narcotraficantes, mineros ilegales y el gobierno por el control de los lucrativos recursos naturales. Los que se atreven a proteger su territorio se convierten en objetivos, especialmente las comunidades indígenas, las mayores víctimas.

Cuando se firmó el tratado de paz en 2016, amplias zonas se liberaron del yugo de los revolucionarios armados. Tan grande, de hecho, que el gobierno tomó la iniciativa de lanzar el programa de exploración Colombia Bio para descubrir y documentar estas zonas aún casi desconocidas.

Sin embargo, el acuerdo de paz no ha ayudado en nada, e incluso ha multiplicado por diez el fenómeno de la deforestación. De ello se encargan los grandes terratenientes que controlan el país, los narcotraficantes y los contrabandistas. Ante la explotación ilegal de recursos, el presidente Iván Duque ha puesto incluso la protección del medio ambiente en manos de los militares con la Operación Artemisa, que ha decidido extender incluso a los entornos marinos en 2022.

Parques naturales: paraísos ecológicos

Tras décadas de esfuerzos de protección, Colombia cuenta ahora con 59 parques nacionales, algunos de los más bellos del mundo. Desde las cumbres de los Andes hasta el dosel del Amazonas, cubren más del 14% del país. Con su selva virgen, sus playas de arena blanca y sus manglares, es fácil entender por qué el Parque Nacional Tayrona

es el más visitado. Alberga una gran cantidad de flora y fauna, como murciélagos, aves, reptiles y mamíferos, además de especies marinas como numerosos corales.

Sin embargo, es el Parque Nacional de la Serranía de Chiribiquete (Guaviare y Caquetá) el más grande, con 4,3 millones de hectáreas: ¡un poco más grande que Suiza! Está clasificado no sólo como patrimonio natural, sino también como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO. Si no es de extrañar que el parque apodado la maloca (casa tradicional amazónica) del jaguar, , reciba honores por su biodiversidad, es el primero de los parques colombianos en tener también una clasificación por su patrimonio cultural. Se han descubierto no menos de 75.000 pinturas rupestres al pie de las altas y escarpadas mesetas llamadas tepuyes, características de la región.

El Parque Natural de la Macarena se encuentra en el punto de encuentro de los ríos Amazonas, Orinoco y Andes, por lo que las especies que alberga son muy variadas e incluyen ciervos, osos hormigueros, jaguares, monos y pumas. Entre septiembre y noviembre, el río Caño Cristales se tiñe de rojo gracias a una pequeña planta endémica llamada Macarenia clavigera. Otros parques, como el Parque Nacional El Cocuy, donde también hay reservas indígenas U'was, o el Parque Nacional Natural Los Nevados, muestran el lado nevado de Colombia con algunos de los picos más altos del país.

El aumento de la conciencia ecológica

En Colombia, la ecología adquiere un nuevo significado. Además de una dimensión ambientalista, encierra una dimensión social, ya que se trata de proteger a las comunidades indígenas que habitan los bosques, a los numerosos colombianos que viven de la agricultura y del desarrollo del ecoturismo. En las últimas décadas se ha producido una creciente concienciación medioambiental, que alcanzó su punto álgido en 2022, cuando Francia Márquez, una conocida activista medioambiental, se presentó a la carrera presidencial. Tras formar una coalición con uno de los favoritos, Gustavo Petro, senador y ex alcalde de Bogotá, va camino de convertirse en la primera mujer afrocolombiana vicepresidenta, un cambio histórico tanto para las minorías colombianas como para el medio ambiente, que es difícil de separar. Francia Márquez, activista desde los 13 años, es una de las caras del ecologismo colombiano. Ella, lamentablemente, está en la morbosa lista de ambientalistas colombianos que han sufrido un intento de asesinato, luego de que tres individuos abrieran fuego en mayo de 2019. Tras haber luchado contra las minas de oro ilegales que asolan el país y el desvío del río Ovejas, además de haber participado en las negociaciones de paz con las FARC, ahora es un faro de esperanza para muchas comunidades que dependen del medio ambiente.