Una biodiversidad única y amenazada

Pocos países pueden presumir de tener tantos ecosistemas como Colombia. Tres cordilleras andinas, dos océanos, bosques tropicales húmedos y secos, desiertos y ríos: en total, el país cuenta con más de 314 ecosistemas. Si bien un tercio del país está cubierto por la selva amazónica, no hay que olvidar las tres cordilleras, con picos de más de 5.000 metros de altura. Esta diversidad hace que el país albergue una gran variedad de especies, sobre todo endémicas: ¡hay al menos 10.000! Los ecosistemas marinos son igualmente variados, gracias a las dos costas del país, una en el océano Pacífico, al oeste, y otra en el mar Caribe, al este. En 2021, Colombia dejó su impronta en la COP26 al anunciar, junto con los gobiernos de Costa Rica, Panamá y Ecuador, la creación del Corredor Marino del Pacífico Oriental Tropical (CMAR), un área protegida interconectada que une sus respectivas reservas marinas. El proyecto, al que se unirá Francia en 2024, cuenta con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la UNESCO, Conservation International (CI) y la UICN.

Sin embargo, el medio ambiente del país sigue siendo frágil, amenazado y a veces en estado crítico de degradación. Se arrasan hectáreas enteras de bosque para dar paso a la ganadería ilegal, el cultivo de coca o las minas clandestinas. A veces el peligro viene de lugares inesperados, como en el caso de los hipopótamos introducidos por Pablo Escobar, que se han convertido en una amenaza para la biodiversidad. De cuatro ejemplares que vivían en el zoo del célebre narcotraficante en los años 80, se ha pasado a 120 en el curso del río Magdalena. Estos animales, endémicos del continente africano, están destruyendo las riberas y expulsando a las especies locales, algunas ya al borde de la extinción, como los manatíes y los caimanes.

Recursos muy politizados

Es un hecho triste: en 2022, Colombia era el país más peligroso del mundo para los activistas medioambientales. En suelo colombiano, cerca de sesenta de los 177 activistas asesinados en todo el mundo ese año lo fueron en 2022. Este macabro récord tiene como telón de fondo el conflicto entre las FARC, grupos rebeldes y paramilitares, narcotraficantes, mineros ilegales y el gobierno por el control de los lucrativos recursos naturales del país. Aquellos que se atreven a proteger su territorio se convierten en objetivos, especialmente las comunidades indígenas, las mayores víctimas.

Cuando se firmó el tratado de paz en 2016, amplias zonas quedaron libres del yugo de los revolucionarios armados. Tan grandes, que el Gobierno tomó la iniciativa de lanzar el programa de exploración Colombia Bio, para descubrir y documentar estas zonas aún casi desconocidas.

Pero el acuerdo de paz no ha ayudado en nada, e incluso ha multiplicado por diez la deforestación. La deforestación la llevan a cabo los grandes terratenientes que controlan el país, los narcotraficantes y los contrabandistas. Ante la explotación ilegal de los recursos, el ex presidente Iván Duque llegó a poner la protección del medio ambiente en manos de los militares con la Operación Artemisa. Sin embargo, desde la llegada al poder del nuevo presidente colombiano Gustavo Petro, éste ha puesto en marcha un enfoque multidimensional para combatir la explotación ilegal de recursos, combinando la aplicación de la ley, la promoción de la sostenibilidad, la cooperación internacional y la sensibilización de la opinión pública.

Parques naturales: paraísos ecológicos

Tras décadas de esfuerzos de protección, Colombia cuenta ahora con 59 parques nacionales, algunos de los mejores del mundo. Desde las cumbres de los Andes hasta el dosel amazónico, cubren más del 14% del país. Con su selva virgen, sus playas de arena blanca y sus manglares, es fácil entender por qué el Parque nacional Tayrona es el más visitado. Alberga una gran riqueza de flora y fauna, como murciélagos, aves, reptiles y mamíferos, además de especies marinas como numerosos corales.

Sin embargo, es el Parque Nacional de la Serranía de Chiribiquete (Guaviare y Caquetá) el más extenso, con 4,3 millones de hectáreas: ¡un poco más grande que Suiza! No sólo es patrimonio natural, sino también Patrimonio Cultural de la Humanidad de la UNESCO. No es de extrañar que el parque apodado la maloca (hogar tradicional amazónico) del jaguar, , sea honrado por su biodiversidad, pero también es el primer parque colombiano incluido en la lista por su patrimonio cultural. Aquí se han descubierto no menos de 75.000 pinturas rupestres, al pie de las altas y escarpadas mesetas conocidas como tepuyes, características de la región.

El Parque Natural de la Macarena, en la confluencia del Amazonas, el Orinoco y los Andes, alberga una gran variedad de especies, como ciervos, osos hormigueros, jaguares, monos y pumas. Entre septiembre y noviembre, el río Caño Cristales se tiñe de rojo gracias a una pequeña planta endémica llamada Macarenia clavigera. Otros parques, como el Parque nacional El Cocuy, que también incluye reservas indígenas U'was, y el Parque nacional natural Los Nevados, muestran la cara nevada de Colombia, con algunos de los picos más altos del país.

El aumento de la conciencia ecológica

En Colombia, la ecología adquiere un significado totalmente nuevo. Además de una dimensión ambientalista, encierra una dimensión social, ya que implica la protección de las comunidades indígenas que habitan los bosques y de los numerosos colombianos que viven de la agricultura, así como el desarrollo del ecoturismo. En las últimas décadas se ha producido una creciente concienciación medioambiental, que alcanzó su punto álgido en 2022, cuando Francia Márquez, una conocida activista medioambiental, se presentó a la carrera presidencial. Tras formar coalición con Gustavo Petro, pronto podría convertirse en la primera presidenta afrocolombiana. Se trata de un paso histórico tanto para las minorías colombianas como para el medio ambiente, difíciles de separar. Francia Márquez, activista desde los 13 años, es uno de los rostros de la ecología colombiana. Tristemente, forma parte de la morbosa lista de ecologistas colombianos que han sufrido un intento de asesinato, después de que tres individuos abrieran fuego en mayo de 2019. Tras luchar contra las minas ilegales de oro que asolan el país y el desvío del río Ovejas, además de participar en las negociaciones de paz con las FARC, ahora es un faro de esperanza para muchas comunidades que dependen del medio ambiente.