Venta de vinos y licores Lozère

En un antiguo molino, Jean y Thomas elaboran cervezas artesanales a base de agua pura del Aigoual, lúpulo y, si es posible, algunas especias locales. Cada cerveza tiene un nombre vinculado a la tierra o a las tradiciones cerveceras. El Fario evoca las truchas salvajes de los ríos de Cevennes. La Ratapenada -murciélago en occitano- hace referencia a los pipisteles que ocupan la sala de degustación en invierno. El Fauve sugiere los buitres que merodean por encima de la cervecería.

Gwendoline y Florian pusieron en común sus conocimientos sobre biología vegetal y calidad del agua para abrir La Brasserie de la Naine en Saint-Chély-d'Apcher, optando por abastecerse de su cerveza en las rutas más cortas posibles. El lúpulo es francés; la malta, la genciana y otras hierbas aromáticas y medicinales son locales. Gwendoline y Florian también han optado por métodos ecológicos para sus tres cervezas blancas, lager y ámbar, así como para sus especialidades. Todas se venden directamente en la cervecería de martes a sábado.

En esta bodega tradicional, encontrará de todo: bebidas, vinos, cervezas... Desde cerveza Jonte hasta vinos de Languedoc-Rosellón con la bodega Saint-Saturnin, Château de Grezan, Domaine la Croix Belle, pero también de otras denominaciones con la bodega Cairanne, un delicioso Côtes-de-Blaye. Según la temporada, también encontrará productos de montaña como setas y arándanos. Cestas de regalo con terrina de faisán, malvaviscos, galletas de mantequilla, merengues y aperitivos para untar. Un lugar de muchos manjares.

Esta pequeña propiedad vinícola es el sueño hecho realidad de Frédéric, un epicúreo apasionado por la naturaleza, el vino y las gargantas del Tarn. Ha replantado los viñedos, ¡en un lugar llamado Les Vignes! - y comparte su duro trabajo en visitas enológicas que organiza a petición para grupos de hasta diez personas. Un paseo por las laderas y los jardines y una visita a las bodegas preceden a la degustación del vino Brigadier: una microproducción confidencial que sólo los visitantes de la finca tienen el privilegio de probar.

El Domaine des Cabridelles es el último testigo de una época en la que las viñas cubrían las laderas de las gargantas del Tarn —antes de la filoxera y el éxodo rural— y hoy encarna no sólo un símbolo, sino también valores y un saber hacer. Elisabeth y Bertrand, que adquirieron las tierras en 2006, han dirigido esta aventura humana y agrícola de altos vuelos con pasión y determinación para producir un vino de calidad. Casi veinte años después de desbrozar las viñas y plantar nuevas variedades de uva y árboles frutales, su trabajo se ve regularmente recompensado.