Chapelle das Almas © Rob Atherton - Shutterstock.com .jpg

La afirmación de la pintura

La pintura portuguesa, sometida a diversas influencias, empezó a destacar a partir del siglo XV. Fue entonces cuando las iglesias se llenaron con obras pictóricas inspiradas en la pintura flamenca. La preocupación por el detalle y el uso de la pintura al óleo son mérito de los flamencos. El pintor portugués más famoso, Nuno Gonçalves (1448-1481), recibió una clara influencia de los estilos flamenco e italiano. Su políptico de São Vicente de Fora se considera la primera representación de grupo y la primera pintura psicológica del arte europeo. Este gusto por el retrato, manifestado por personas pudientes que querían mostrarse con sus mejores galas, llevó a los pintores portugueses a perfeccionar su técnica en la tradición de Nuno Gonçalves. La mayor colección de retratos de Portugal se encuentra en el MMIPO - Museo de la Misericordia de Oporto. Además de los quinientos retratos, alberga valiosas pinturas flamencas, así como retablos y esculturas religiosas. Las escenas religiosas fueron especialmente populares en el siglo XVI. Con la rápida circulación de imágenes, la influencia flamenca se hizo aún más marcada. Una representación de san Pedro, pintada en 1530 por Vasco Fernandes, conocido como Grão Vasco, muestra un paisaje típico del norte de Europa como fondo. Otra característica de la pintura portuguesa de este período es el impacto que el descubrimiento de Brasil pudo tener en la imaginación de los artistas. En una famosa representación de la Adoración de los Reyes Magos de 1503, Melchor se convierte en brasileño.

Azulejos, entre la tradición y la modernidad

En el siglo XVII, la pintura sobre azulejos de loza se convirtió en el modo de expresión artística predominante. En el siglo XVIII, en plena época barroca, estos azulejos, a menudo azules y blancos, formaban paneles que evocaban escenas bíblicas, mitológicas o naturales. En el Museo Soares Reis, ubicado en el antiguo palacio de Carrancas, hay muchos ejemplos de estos azulejos, así como pinturas y esculturas de los siglos XIX y XX. En Oporto, la capilla das Almas, construida a finales del siglo XVIII, es famosa precisamente por sus azulejos. Casi 15.000 piezas azules recubren todo el exterior. Obra de Eduardo Lait, aquí se relata la vida de diversos santos. Esta tradición ha tenido continuidad en las calles de Oporto en el trabajo de la pintora portuguesa más famosa de la actualidad, Joana Vasconcelos. Su fresco de azulejos rinde homenaje a Don Quijote y Sancho Panza.

Arte decididamente contemporáneo

En la década de 1990, la mediocre situación artística del país tuvo como colofón el cierre generalizado de las galerías de arte de Lisboa, a excepción de la histórica ZDB. Poco a poco, Oporto canalizó la casi totalidad de las galerías portuguesas. En esa época, Oporto contaba con una oferta de galerías de exposición adaptada al mercado, que exponía la obra de un grupo ecléctico de artistas. Su liderazgo se confirmó con la creación de la Fundación Serralves, donde se encuentra el Museo de Arte Contemporáneo. Diseñado por el arquitecto Siza Vieira, el museo de la fundación tiene como objetivo promover el arte contemporáneo. Presenta obras de arte desde 1970 hasta la actualidad. Las exposiciones permanentes y temporales muestran a artistas contemporáneos portugueses e internacionales, incluyendo una gran exposición de Miró que ha tenido un impacto mundial. Desde vídeos hasta instalaciones plásticas, el arte se expone en toda la plenitud de sus variantes.

Bombarda, la calle de las artes

En el corazón de la ciudad de Oporto, ha surgido una concentración de galerías de arte en torno a la calle Miguel Bombarda. Cada dos meses, estos espacios organizan un vernissage colectivo que también reúne a las galerías cercanas al palacio de Cristal y la plaza de Dona Filipa de Lencastre. Para guiar su paseo por Bombarda, le recomendamos una parada en la Galería Presença, dedicada al arte contemporáneo, en la arteria principal. Fundada en la agitada década de 1960, la Galería São Mamede apoya el arte portugués. La Galería Fernando Santos, que vio la luz más tarde, en 1993, expone a nombres consagrados, pero también a autores noveles. Las exposiciones de la galería suelen ser acogidas por reconocidos museos extranjeros. La Galería Nuno Centeno combina el arte portugués e internacional a través de todos los medios de expresión contemporáneos. Dirigida por artistas, A Certain Lack of Coherence se ofrece como una plataforma de creación. Por lo tanto, su papel es decisivo en la afirmación de Oporto en la escena internacional. ¿Aún no ha escogido hotel? El Gallery Hostel combina alojamiento con exposiciones de talentos locales. Podría ser la introducción perfecta a la sensibilidad artística del norte de Portugal...

Arte callejero: el corazón sigue latiendo

Aunque hoy en día cualquier excursión en Oporto reserva algún interesante descubrimiento, el arte callejero no siempre ha sido bien visto. El alcalde que estuvo en el poder entre 2000 y 2013 hizo borrar todas las formas de expresión artística presentes en las calles de la ciudad. Por supuesto, esto no intimidó para nada a los artistas. Tan pronto como las borraron, las calles se volvieron a llenar de arte. Los más comprometidos tomaron como lema «Continua a pintar»: sigue pintando. El alcalde siguiente empezó a tomarle el gusto al arte callejero, asignando espacios concretos para su expresión y haciendo encargos a los artistas locales. Y si Lisboa tenía a Vhils, un artista callejero de fama internacional, Oporto no se quedó atrás. Costah, el maestro local, esparce sus redondos y sonrientes personajes por las coloridas paredes de la ciudad. Los frescos abstractos que animan el espacio urbano seguro que tienen la firma de Hazul, un grafitero que lleva más de veinte años ejerciendo. Hoy en día, el arte callejero forma parte del alma de Oporto. Se puede encontrar por todas partes.

En una época en la que Portugal era menos próspera, el arte urbano ayudó a dar voz a un país golpeado por la crisis, a expresar las críticas de un pueblo, pero también a llevar la alegría a los barrios abandonados. Desde que la ciudad recuperó su gloria, el arte callejero ha experimentado un renacimiento. Los aficionados saben lo rápido que se renueva este arte. El mejor consejo sería mirar hacia arriba durante los paseos, especialmente en el centro. Los grafitis a veces acechan en lo alto. Desde los muros, a veces se encaraman por los postes eléctricos, como en las inmediaciones de la rúa Santa Catarina. En cuanto a los collages, algunos buenos ejemplares adornan la zona de la estación de São Bento. Un arte en movimiento que dice mucho de la energía que nunca ha dejado de animar Oporto.