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Tradición oral y poesía

No hay que pensar que el libro es tan anticuado en comparación con los edificios futuristas que tanto simbolizan a los Emiratos Árabes Unidos que se ha quedado obsoleto. Por el contrario, está en el centro de las preocupaciones actuales, pero sufre el hecho de que nunca ha encontrado su lugar en la sociedad emiratí, tanto por razones históricas como sociológicas, si es que se puede distinguir una de otra. De hecho, conviene recordar que, aunque se ha atestiguado una presencia humana desde la asombrosa edad de 125.000 a.C., Abu Dhabi no nació realmente hasta el siglo XVIII, cuando la tribu beduina de los Bani Yas, originaria de Arabia Saudí, se instaló en el oasis de Liwa, que pronto sería abandonado, debido a los repetidos ataques de los wahabíes, en favor de la creación de la ciudad de Abu Dhabi. Sin embargo, esta tribu -aunque sería más exacto utilizar el plural porque los Bani Yas se dividen en varias ramas y otras tantas profesiones, siendo la más conocida la de buscadores de perlas- se basa en la tradición oral mucho más que en la transmisión mediante libros. Esto se explica por el carácter nómada de estos pueblos, pero también por el papel social que desempeña esta práctica que, en la península arábiga, se denomina poesía nabati, nombre que puede derivar de "nabateo", el reino que se desarrolló mucho antes de nuestra era y que tuvo como centro neurálgico Petra, en Jordania

En cualquier caso, algunos disciernen en su métrica la de los poetas preislámicos, y su existencia queda confirmada, en cualquier caso, en el siglo XVI por la primera mención que hace de ella el erudito historiador árabe Ibn Jalun en su gran obra al-Muqaddima (1377). En aquella época, la poesía nabati privilegiaba el dialecto sobre el árabe formal y pretendía ser sencilla y directa, accesible a todos. Dotados de una increíble memoria que les permitía reproducir varias decenas de miles de versos, los beduinos transmitían cuentos y leyendas, enigmas y palabras de sabiduría, congelando hazañas caballerescas y la historia de los clanes, abogando por el amor y el respeto al código de honor, instituyendo la paz... y a veces iniciando guerras. Una gama tan amplia y una cultura tan grande explican sin duda la perennidad de este arte que, si sufrió un cierto desinterés a mediados del siglo XX, goza hoy de un renacimiento indiscutible como lo asegura ya el inmenso renombre del que aún goza Ousha bint Khalifa, poetisa nacida en 1920 en Al-Ain y precozmente desaparecida en julio de 2018. Inspirándose tanto en autores clásicos como en sus contemporáneos, ganó muchos premios, entre ellos el prestigioso Premio Abu Dhabi, que le entregó el jeque Mohammed Bin Zayed Al Nahyan, fundador de la Federación de Emiratos Árabes Unidos en 1971. Hoy en día, la poesía de Nabati ha vuelto claramente al primer plano de la escena televisiva, ya que desde 2007 el programa Amir Ach-Chou'ara (Príncipe de los Poetas), grabado en Abu Dhabi, ha atraído a no menos de 20 millones de espectadores por cada episodio Este increíble éxito rivaliza con los índices de audiencia de los partidos de fútbol más populares, y ha dado lugar a otros programas de talentos televisivos de este tipo, como "El poeta del millón", cuyo título insinúa el premio que los espectadores han elegido para el ganador..

Desprecio y ánimo por el libro

Paradójicamente, esta pasión por la tradición oral va en detrimento de la aparición de una literatura escrita, que muchos desearían, sobre todo porque entra en juego otro factor: la competencia de las lenguas extranjeras con la lengua materna, el árabe. En efecto, por una parte, la población es extremadamente heterogénea -se dice incluso que los emiratíes nativos sólo constituyen un porcentaje muy pequeño de la población, del 19% al 11% según las fuentes- y, por otra parte, los nativos tienden a ofrecer a sus hijos una educación decididamente internacional, favoreciendo así el uso del inglés o del francés. Estos elementos, combinados con la omnipresencia del mundo digital, justifican sin duda que la lectura, que es una actividad solitaria, no sea ni de lejos el pasatiempo favorito de los habitantes de Abu Dhabi, que las librerías apenas estén implantadas y que la edición en lengua árabe sea una actividad económica reducida a un goteo. Sin embargo, en su habitual desmesura, el Emirato no escatima en medios para cambiar la situación en las próximas décadas.

Esta ambición no es tan reciente ya que la Feria Internacional del Libro de Abu Dhabi ya celebraba su 31ª edición en 2022, con nada menos que 1.130 expositores y editores de más de 80 países de todo el mundo. Además de su habitual y deslumbrante cartel, la feria literaria ofrece también un amplio abanico de actividades para los jóvenes, el público objetivo al que hay que convencer, por ejemplo con concursos de escritura que invitan a los más pequeños a ponerse en la piel de un autor, o la iniciativa de un premio para los bibliotecarios de las escuelas que son elogiados por su compromiso. Los premios son, en efecto, otra palanca que Abu Dhabi utiliza regularmente para saludar a la buena voluntad y a los múltiples talentos; el más famoso -y no sólo porque esté muy bien dotado- es sin duda el que lleva el nombre del jeque Zayed, que pretende honrar, desde 2006, a los escritores de lengua árabe en nueve categorías distintas.

El ambicioso proyecto Kalima de la Biblioteca Nacional de Abu Dhabi también consiste en descubrir y transmitir, y esta vez se trata de traducir al árabe libros históricos, científicos y literarios publicados en otro idioma. El objetivo declarado es traducir y publicar unos 100 títulos al año. Consciente, no obstante, de que una cultura nacional no puede depender únicamente de las obras procedentes del exterior, la financiación de las residencias de escritores se añade al dispositivo global, y se acompaña de la creación de cursos de formación profesional destinados, a largo plazo, a estructurar un verdadero sector editorial. Por último, cabe mencionar las enormes bibliotecas -entre ellas la Sorbona de Abu Dhabi, diseñada para albergar hasta 200.000 volúmenes, principalmente en francés e inglés, o la destinada a los niños en el recinto histórico de Qasar Al Hosn, que ocupa 5.250 m²-, así como las ferias del libro, como la de Big Bad Wolf Books, para concluir que los libros están definitivamente en todas partes en Abu Dhabi.