Guía de viaje Port Louis

Port Louis, la capital de la isla, está bordeada por la cordillera de Moka y coronada por dos de los picos "más altos" de Mauricio: Le Pouce, de 812 m, y Pieter Both, de 821 m. Protegida por una enramada boscosa, la ciudad se levanta frente al mar y presenta un trazado urbano bastante sencillo en torno a atracciones culturales y comerciales bien definidas. Del lado del puerto: las zonas comerciales y de ocio de Caudan Waterfront y Port Louis Waterfront, su oceanario y sus museos. Del lado de la "montaña": el viejo Port Louis y su riqueza de atracciones: Casa del Arte Digital, Barrio Chino, bazar, lugares de culto, etcMetrópolis a escala humana, Port Louis, a pesar de varios intentos de descentralización (incluida una autopista que circunvala la ciudad), sigue siendo el centro neurálgico del país y un cuello de botella para todos los automovilistas que la atraviesan en hora punta. Poco poblada, la ciudad sólo vibra durante el día y se adormece con la marcha de sus empleados, que prefieren vivir en las ciudades periféricas. Esto la convierte en una de las pocas capitales del mundo sin verdadera vida nocturna.Un día es suficiente para descubrir los lugares de interés de la ciudad, cuyo patrimonio arquitectónico y diversos museos no son menos interesantes que el ambiente ecléctico de los mercados y las bulliciosas calles: arterias atestadas de coches y bicicletas, aceras abarrotadas de vendedores ambulantes, puestos anticuados frente a flamantes edificios... Port Louis es un cambio de aires y sabe cómo darlo. Animada, abigarrada y desordenada, yuxtapone edificios modernos con mansiones históricas, recuerdos tangibles de un pasado colonial. Los saris se codean con los trajes, las pagodas con los templos hindúes. Al acercarse a las antiguas casas de madera, se vislumbra el antiguo esplendor y se encuentra el valor de subir a la ciudadela para contemplar la ciudad a vista de pájaro. Pero el ambiente bochornoso nos empuja hacia el puerto y sus aireadas zonas comerciales. Hacemos algunas compras y volvemos a la frescura de la costa (a menos que te quedes en la ciudad para una inmersión cultural).