Clergoux es una encantadora ciudad de cerca de 400 almas, situada entre los ríos del Doustre y la Dordoña, en el corazón de la meseta de los Etangs. El municipio identifica más de una veintena de puntos de agua, algunos de ellos acondicionados para actividades de ocio, como la playa del estanque de Previgne a un kilómetro de la ciudad. Desde un punto de vista histórico, Clergoux, cuyo nombre procede del latn clericorum, significa "la tierra perteneciente a clercs". En el siglo X, el pueblo poseía un castillo fuerte y una iglesia cuya mitad fue cedida por el señor Raoul de Clergoux en la abadía de Tulle en 1025. La postulación se prolongó hasta la Revolución. Un siglo después, la iglesia y el castillo fueron ocupados por los monjes que construyeron una predisposición independiente hasta 1731, donde se incorporó al capítulo de Tulle. A finales del siglo XIX, el pueblo fue objeto de una reconstrucción total después de quemarse, y después se desarrolló gracias a las tiendas y a los artesanos. El auge de Clergoux también fue facilitado por la llegada del ferrocarril, un acontecimiento importante en aquel momento, que permitió dinamizar la localidad y generó una feria mensual a principios del siglo XX. Hoy en día, el turismo es la punta de lanza de este pequeño municipio corteño, con como alto lugar cultural, el castillo de Sedières, propiedad del Consejo General de la Región de Corrèze desde los años 1960.

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