Exploraciones cinematográficas

Groenlandia es tierra de primicias. A Erik el Rojo se le atribuye el descubrimiento del continente americano cuando puso pie aquí en 982 antes de establecer una colonia. La primera película danesa de 1897 se titulaba Greenland Dogs Pulling a Sledge (Perros de Groenlandia tirando de un trineo). El cine en Groenlandia está estrechamente ligado al interés que mostraron por ella los exploradores y etnógrafos daneses, fascinados por su naturaleza salvaje y la cultura inuit que se había adaptado a ella. William C. Thalbitzer, filólogo de profesión, filmó una selección de escenas de la vida en la isla y de su folclore: cazadores, carreras de kayak, Ummiaks, etc. Janus Sørensen, Leif Folke, Gunnar Seidenfaden y Ove Simonsen, que filmaron en Groenlandia Oriental a principios de los años 30, son algunos de los muchos documentales que exploran estos motivos eternos de la cultura inuit. Una de ellas presenta una rara visión del legendario explorador Knud Rassmussen, que participó en el rodaje de La boda de Palo (Friedrich Dalsheim, 1934) justo antes de su muerte. Claramente influenciada por Nanouk l'Esquimau (Robert Flaherty, 1922), uno de los grandes clásicos de la historia del cine sobre una familia inuit en el Nuvatu canadiense, esta película ofrece una fascinante visión del modo de vida tradicional inuit al tiempo que infunde un halo de intriga: la caza del oso y un duelo de tambores por la mano de la heroína son algunas de las escenas más llamativas. Justo antes, Uummannaq y sus alrededores habían acogido el increíble rodaje de SOS Eisberg/SOSIceberg (1933), inspirada en la expedición de Alfred Wegener que le costó la vida, dos películas rodadas simultáneamente por Arnold Fanck (versión alemana) y Tay Garnett (versión inglesa), con un reparto parcialmente diferente y Leni Riefenstahl en el papel principal. Milagrosamente, todos salieron ilesos del agotador rodaje, salpicado de accidentes. Después de la guerra, las películas danesas siguieron aprovechando la belleza de los paisajes naturales y la aparición del color. Qivitoq (Erik Balling, 1956) fue un buen ejemplo, con una historia de amor y una visión casi documental, aunque idealizada, de la vida cotidiana en la isla y las relaciones entre groenlandeses y daneses. El documental Donde flotan las montañas (Bjarne Henning-Jensen, 1962) evoca el choque causado por la civilización moderna a un niño de 10 años, pero también el problema planteado por la pesca industrial, que compite con los métodos tradicionales. Era la época en que el antropólogo francés Jean Malaurie realizaba documentales para la ORTF sobre los inuit de todo el mundo, como Les Derniers rois de Thulé (1970). Jean Harlez acababa de precederle con Igartalik, la vie groenlandaise (1965). La crisis de identidad de la población inuit y la preservación de la cultura inuit se convertirían en temas principales del cine groenlandés.

Una melancolía insondable..

La fantasía anarquista de Herbert Achternbusch encontró refugio en la isla en Salut la Bavière (1977). En 1984 se estrenó uno de los primeros largometrajes groenlandeses, Tukuma (Palle Kjærulff-Schmidt), en el que un joven danés viaja a la isla centrooccidental de Umanak en busca de su hermano desaparecido. Una estrella local de la canción apareció en la película catorce años antes de protagonizar Corazón de luz (Jacob Grønlykke), la primera película rodada íntegramente en groenlandés, un filme de aventuras místicas sobre los estragos del alcoholismo en un país con la tasa de suicidios más alta del mundo. La visión de Ariane Michel es la de una naturaleza salvaje e imperturbable, testigo de la intrusión casi fantástica de un puñado de científicos en un misterioso documental(Les Hommes, 2006). Nuummioq (Torben Bech, Otto Rosing, 2009) aborda con melancolía la vida de un treintañero enfermo terminal en la capital, Nuuk. Rodada en parte en Kangek, al sur, en la costa del Labrador, en la desembocadura del fiordo de Nuuk, de 160 kilómetros de largo, The Experiment (Louise Friedberg, 2010) traza el curso de esta melancolía, inseparable de sus paisajes, relatando una de las páginas oscuras de la historia del país: el intento de aculturación de los niños inuit enviados a Dinamarca para recibir una educación danesa. Inuk's Journey (Mike Magidson, 2010) cuenta la historia de un retorno a las raíces, evocando en pequeñas dosis los cambios provocados por el calentamiento global y un mundo de glaciares y tradiciones ancestrales que no sabemos si está a punto de desaparecer. Estas cuestiones candentes han dado lugar a varios documentales en los últimos años, con Groenlandia como escenario crucial. El calentamiento global en Chasing Ice (Jeff Orlowski, 2012) o Avant le déluge (Fisher Stevens, 2016) o la supervivencia de los modos de vida tradicionales en ThuleTuvalu (Matthias von Gunten, 2014) que compara la vida en el Pacífico Sur con la de la comunidad Qaanaaq en el norte de Groenlandia. Point de fuite (2012), de Stephen A. Smith y Julia Szucs explora la herencia común de los inuit del Extremo Norte, pero también sus diferencias. Qaqqat Alanngu (2011), de Malik Kleist, la primera película de terror del país rodada bajo el sol permanente del verano ártico, utiliza una figura de la mitología local, el qivitoq, un vagabundo que vive al margen de la sociedad. Sumé - The Sound of a Revolution (2014), que recorre la historia de una de las primeras bandas de rock del país, ofrece una panorámica completa de la historia reciente de la isla sin dejar de entretener. Sébastien Betbéder relató la visita de dos groenlandeses a París y luego su deseo de rodar en la isla en dos cortometrajes sucesivos antes de decidirse a rodar Le Voyage au Groenland (Sébastien Betbéder, 2016), una divertida comedia que juega con el choque cultural de dos treintañeros parisinos de vacaciones en Kullorsuaq. SILA (2015, Corina Gamma) es un documental que cuenta con unas imágenes evidentemente magníficas. Francés(Une année polaire, Samuel Collardey, 2018 rodada en Tiniteqilaaq), groenlandés(Anori, Pipaluk Jorgensen, 2018), filipino(Nuuk, Veronica Velasco, 2019), estadounidense(Greenland - The Last Refuge, Ric Roman Waugh, 2020), islandés-danés(Perdus dans l'Arctique, Peter Flinth, 2022), el cine groenlandés, más allá de un futuro incierto, muestra muchos signos de vitalidad.