Una visión basada en la felicidad y el bien común

En los años 70, el reino del Himalaya lanzó un concepto totalmente nuevo: la Felicidad Nacional Bruta, un índice para medir el desarrollo que pretendía ir más allá de las únicas medidas económicas calculadas por el producto nacional bruto y sustituirlas por valores menos materialistas. Fue en 1972, recién subido al trono, cuando el soberano de Bután, Jigme Singye Wangchuck, con sólo dieciséis años, mencionó por primera vez los inicios de esta filosofía, que sitúa la noción de bienestar en el centro del desarrollo del país. En otras palabras, para el rey, el bienestar de su pueblo era tan importante como su productividad.

El PNB se basa en cuatro pilares: desarrollo económico y social; protección del medio ambiente y uso sostenible de los recursos naturales; protección y promoción del patrimonio cultural de Bután; y buena gobernanza.

Desde principios de los años 80, el gobierno butanés se ha guiado por el NBB a la hora de elaborar sus planes económicos y de desarrollo, que han supuesto importantes cambios en la agricultura (prohibición de herbicidas, etc.) y la conversión a una agricultura 100% ecológica; en la gestión de los recursos naturales altamente protegidos (clasificación del 60% del territorio como bosques, regulación de la tala, etc.); en la sanidad y la educación, que son gratuitas para todos; en el turismo, que está ampliamente regulado para limitar su impacto ambiental; y en el comercio, que también está estrictamente controlado. Por eso Bután ha convertido en una prioridad el respeto de sus recursos naturales y la preservación de sus tradiciones y valores culturales. En el país del Dragón del Trueno, los principales pilares de la Felicidad Nacional Bruta se enseñan en las escuelas, y se prepara a los niños desde pequeños para que se conviertan en futuros "embajadores del cambio".

El PNB se somete a la prueba de la realidad actual

Desde la adopción de la primera Constitución en 2008, que consagró la Felicidad Nacional Bruta (FNB) como principio fundamental, este concepto ha seguido siendo central en la gobernanza de Bután. La Comisión de la FNB sigue examinando todas las decisiones del Gobierno, aprobándolas o rechazándolas en función de su impacto en el bienestar colectivo.

Sin embargo, a pesar de un alto índice de satisfacción -menos del 5% de los butaneses dicen "no estar contentos"-, el país se enfrenta a una serie de retos sociales cada vez mayores. La pobreza sigue afectando a cerca del 12% de la población, y el desempleo juvenil sigue siendo preocupante, con casi el 13% de los jóvenes de 15 a 24 años sin trabajo, según las últimas estimaciones del Ministerio de Trabajo.

El PNB siempre se presenta como un indicador más global y humano que el PIB, pero la realidad económica de Bután sigue siendo frágil. Con un PIB anual de unos 2.900 millones de dólares en 2024 (situando al país en torno al puesto 160 del mundo), Bután sigue siendo un país pobre, que se enfrenta a desigualdades regionales y sectoriales.

Bajo el Gobierno actual, dirigido desde 2023 por el Primer Ministro Lotay Tshering, se están llevando a cabo reformas para integrar mejor los indicadores socioeconómicos en el marco del PNB, garantizar una representación más exacta del nivel de vida y adaptar las políticas públicas a las necesidades reales de la población. Bután prosigue así su singular búsqueda de un equilibrio entre desarrollo económico y bienestar, al tiempo que afronta los retos de la modernización y la presión demográfica.