Un entorno natural impresionante
Con el 72% de su territorio cubierto de bosques, Bután es un auténtico pulmón y una increíble fuente de oxígeno. Parques naturales, reservas naturales y santuarios son lugares que revelan una flora y fauna que hay que preservar a toda costa. El parque nacional Jigme Singye Wangchuck, el mayor en superficie, es un ejemplo perfecto. A menor altitud hay bosques de pinos, y cuanto más se asciende, más praderas alpinas forman el paisaje. Plantas, mamíferos y aves tienen aquí su hogar, y el tigre de Bengala, el oso negro, el lobo y el leopardo de las nieves son algunas de las especies animales preferidas. El Parque Nacional Real de Manas también alberga una fauna preciosa, con rinocerontes, búfalos de agua salvajes y elefantes que pueblan una zona cuyos paisajes van de la selva tropical a las praderas aluviales y las colinas boscosas. Al sur de Paro, ¿cómo perderse el valle de Ha, dominado por verdes praderas que se extienden hasta donde alcanza la vista? En el distrito de Trashigang, el santuario de Sakteng es un ejemplo perfecto de ecosistema templado. Aquí se puede pasear por bosques de coníferas y avistar especies endémicas como la urraca de rabadilla negra y el pino azul oriental.
Bután, ¿un ejemplo ecológico?
A menudo se describe a Bután como uno de los países más respetuosos con el medio ambiente del mundo, e incluso como un modelo en este sentido. Es cierto que el pequeño país aún puede mejorar en el tratamiento de aguas residuales y la gestión de residuos, pero puede presumir de hacer todo lo posible para limitar los efectos negativos del comportamiento humano en la naturaleza. En Bután, la ecología se enseña en la escuela desde una edad temprana, y se anima a los niños a cultivar fruta y verdura de forma ecológica para que puedan comer su cosecha. También se plantan aquí miles de árboles, lo que explica en parte que gran parte del país esté cubierta de bosques. Bután también apuesta por la electricidad limpia, utilizando energía hidroeléctrica y coches eléctricos. En 2014, para reducir sus importaciones de petróleo, el país firmó un acuerdo con el fabricante japonés Nissan para desarrollar una flota de coches eléctricos. El país ha hecho del desarrollo sostenible la piedra angular de su identidad. Y como prueba de que estas decisiones están dando sus frutos, Bután es el único país del mundo con una huella de carbono negativa.
Abrirse al mundo a través del turismo verde
Para el gobierno butanés, la felicidad de su pueblo y la protección de su cultura y su medio ambiente son más importantes que la riqueza material. Este es el concepto de "Felicidad Nacional Bruta", propuesto por primera vez en 1972 por el Rey de Bután, Jigme Singye Wangchuck. Se puede criticar al país por permanecer un poco encerrado en sí mismo, pero eso no le ha impedido comprender que el turismo, y por tanto atraer al país a visitantes de todo el mundo, es una oportunidad para aumentar los ingresos. Pero no a cualquier precio, y por eso Bután controla el número de viajeros que pueden entrar y explorar su territorio. Porque el turismo de masas es con demasiada frecuencia sinónimo de contaminación del agua, debilitamiento del entorno natural y vertido de grandes cantidades de residuos en el campo. Bután apuesta por el turismo verde, y los circuitos que ofrecen las agencias de viajes favorecen los itinerarios que se salen de los caminos trillados. Esto incluye también descubrir las riquezas naturales y los parques nacionales del país alojándose en aldeas y en casa de la población local. Favorecer lo insólito y descubrir la cultura local es una forma que tienen las autoridades de conducir al país hacia el desarrollo, pero siempre garantizando que el reino de la felicidad pueda seguir siéndolo durante mucho tiempo. Y eso incluye inevitablemente preservar su maravillosa naturaleza de todas las formas posibles.