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Zonas protegidas: refugios de biodiversidad

Aunque el país cuenta actualmente con varias docenas de zonas protegidas en virtud de diversos estatutos, pretende aumentar esta cifra. En el marco de la Iniciativa Verde Saudí, ha prometido crear nuevas zonas protegidas para que representen el 20% del país.
Entre ellas, el Parque Nacional de Asir tiene una superficie de 6.500 km2 y abarca tanto el relieve montañoso como los ecosistemas marinos del Mar Rojo. El parque, que oscila entre el nivel del mar y los 3.200 m de altitud y abarca numerosos ecosistemas que van desde los manglares hasta las desérticas llanuras costeras del Tihama, alberga una notable diversidad de especies. Hay 300 especies de aves, el 10% de las cuales son rapaces.
El Área Recreativa Nacional de Al Ahsa Uqair es otro tesoro: el mayor oasis del mundo. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, el oasis está bordeado por 2,5 millones de palmeras y ha estado habitado durante siglos.
La zona protegida de Al-Junfa, situada en el norte del reino, es una de las mayores, con casi 20.000 km2. Alberga un ecosistema típicamente desértico, pero su vulnerabilidad hace que su protección sea aún más valiosa. Como en el resto de la región, su flora es escasa y consiste en unos pocos grupos de vegetación. Se puede observar Tamarix aphylla, una especie especialmente adaptada al desierto en el que crece a pesar de su salinidad.

Ecociudad en el desierto: ¿utopía o distopía?

Imagine una ciudad futurista, en pleno desierto, donde los habitantes vivirían en una línea de 170 km de largo, rodeada por dos muros y organizada en varias plantas. Una luna artificial, una playa de arena fosforescente, taxis voladores, algunos de los trenes más rápidos del mundo, energía 100% renovable para conseguir carbono cero... Estas son sólo algunas de las promesas de The Line, que es una idea del príncipe heredero Mohammed Ben Salmane. Formará parte de la futura zona Neom, que aspira a desafiar a Silicon Valley en el marco del proyecto Vision 2030, que pretende organizar el futuro económico de Arabia Saudí, cuando se agoten los recursos petrolíferos.
Pero, ¿no es esto demasiado bueno para ser verdad, cuando los grupos ecologistas de todo el mundo están preocupados por el colosal uso de recursos de un proyecto así, en un desierto que no los tiene, y una obra tan masiva en un entorno tan vulnerable? De momento, el plazo del proyecto se retrasa constantemente, muchas de sus partes interesadas se retiran y se siguen buscando inversores para financiar los varios cientos de miles de millones de dólares necesarios.