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Parques nacionales y espacios naturales

Los bosques cubren alrededor del 35% del territorio y albergan una gran biodiversidad. La protección de los ecosistemas, la lucha contra la deforestación y la adaptación al cambio climático se enmarcan dentro de una estrategia europea común. Concretamente, el país ha creado espacios clasificados dentro de red Natura 2000 (zonas de protección de hábitats y especies), que representan aproximadamente el 34% de su superficie. Bulgaria cuenta con varios parques naturales y tres parques nacionales.

Parque Nacional del Pirin: situado en el suroeste del país, fue incluido en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO. Atravesado por los montes del Pirin, el parque está formado por bosques de coníferas y lagos glaciares, y alberga osos, lobos, aves rapaces y otros animales salvajes. En 2017, el parque estuvo amenazado por un proyecto de ampliación de una estación de esquí, pero varias asociaciones recurrieron a los tribunales, que finalmente prohibieron las obras.

Parque Nacional de Rila: situado en el suroeste, es el mayor de los parques nacionales del país. Alberga el pico más alto de los Balcanes (el monte Musala). Los paisajes son de gran belleza y cuenta con ecosistemas extraordinarios, como bosques, lagos glaciares o los valles de Maritsa e Iskar.

Parque Nacional de los Balcanes Centrales: situado en el centro del país, en la cordillera de los Balcanes, alberga una riquísima biodiversidad de flora, incluidas múltiples especies endémicas, y pretende conciliar el turismo sostenible con la conservación de la naturaleza.

Un pesado legado medioambiental

Durante el período comunista se desarrolló la industria pesada, basada en el uso del carbón, la extracción masiva de minerales y el gran auge de la industria metalúrgica. La agricultura intensiva, combinada con el uso de fertilizantes químicos, también ha contribuido a la contaminación a largo plazo de los entornos naturales. La contaminación del agua y de la tierra, sobre todo con metales pesados, sigue siendo un grave problema.

Debilidades estructurales

El país en su conjunto cuenta con unas infraestructuras deterioradas y deficientes. Las redes de suministro de agua tienen fugas (se pierde un 60% de media) y la gestión es a veces conflictiva. Es lo que ocurrió entre noviembre de 2019 y abril de 2020, cuando los 100000 habitantes de la ciudad de Pernik se vieron obligados a aceptar la distribución de agua no potable y limitada a seis horas al día. Este racionamiento fue debido a la baja pluviometría, pero sobre todo a la mala gestión de la presa de Studena, cuyo caudal había ido sido destinado indebidamente a abastecer a un importante grupo siderúrgico del país. El asunto acabó en los tribunales y el ministro de Medio Ambiente dimitió. Los sistemas de depuración de aguas del país sufren los mismos problemas, lo que provoca una grave contaminación de los ríos.

Las ciudades se asfixian

Bulgaria fue condenada por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea en 2017 por haber superado reiteradamente los umbrales reglamentarios de contaminantes atmosféricos. Mejorar la calidad del aire es un verdadero reto para el país. Las causas de la contaminación son múltiples. La política en favor del uso del coche y el obsoleto parque automovilístico (Bulgaria es conocida como el «cementerio de coches» de Europa Occidental) contribuyen ampliamente al aumento de emisiones contaminantes. A ello hay que añadir las emisiones de la industria y de las centrales térmicas. El aumento del uso de la calefacción de los hogares desde la caída del comunismo, principalmente con carbón y leña, genera emisiones de partículas. Si a esto se añaden los efectos del clima (el frío y el calor fijan los contaminantes en las capas bajas de la atmósfera) y la geografía (zonas deprimidas donde la contaminación permanece más tiempo, la contaminación transfronteriza), se reúnen las condiciones que hacen que las ciudades balcánicas figuren entre las más contaminadas de Europa.

El candente problema de los residuos

Durante el periodo comunista se recogían algunos residuos, pero esta actividad disminuyó tras la caída del régimen. La entrada del país en la Unión Europea dio lugar a una normativa sobre la clasificación, la reducción y la recuperación de los residuos. Aunque el país no cumple sus obligaciones, se han ido tomando medidas. Un ejemplo es la construcción de una fábrica en Sadinata para la obtención de energía a partir de los residuos domésticos y similares con la intención de abastecer el sistema de calefacción urbana de la capital y las fábricas de cemento, pero también para recuperar residuos orgánicos (compost para la agricultura). Otro problema que hay que mencionar es la existencia de tráfico de residuos, que provienen sobre todo de Italia.

Paradojas en la lucha contra el cambio climático

Bulgaria ha firmado varios convenios para la protección del medio ambiente. El país ha cumplido los objetivos fijados por el Protocolo de Kioto, reduciendo sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 30% con respecto a los niveles de 1990. Esto se debe principalmente a la desindustrialización parcial del país. Sin embargo, en 2018, Bulgaria declaró que no quería seguir reduciendo sus emisiones para preservar su industria y sus centrales térmicas. En 2017, las centrales térmicas de carbón suministraban el 46% de la energía en un país que contrapone la conservación del empleo a la protección del medio ambiente. Bulgaria también cuenta con una central nuclear, presas hidroeléctricas, y parques eólicos y solares.

Un aumento de las iniciativas y del activismo medioambiental

Ante todos estos retos, las ONG ecologistas crecen en número y poder. El WWF, por ejemplo, participa en acciones de preservación de la biodiversidad (sensibilización sobre la necesidad de detener el pavimentado de ríos en zonas urbanas). Surfrider organiza operaciones de sensibilización sobre la contaminación de plásticos en el mar Negro. Cada vez son más los jóvenes que participan en acciones y protestas contra el cambio climático.

Viajar de forma diferente

Si es partidario del slowlife o de viajar de otra forma, Bulgaria es accesible en tren y en bicicleta. La movilidad suave también es posible en el país, que ofrece algunas excursiones muy agradables. Las agencias especializadas, los restaurantes y los alojamientos ofrecen una oferta local, ecológica y responsable.