El petróleo, un jugoso recurso

El sector petrolero representa por sí solo el 80% de los ingresos del Estado, más del 60% del PIB y casi el 90% de los ingresos de exportación. El Congo es actualmente el tercer productor del África subsahariana, por detrás de Nigeria y Angola, con unos 340.000 barriles producidos al día. Una veintena de empresas, en su mayoría extranjeras, operan actualmente en los yacimientos petrolíferos del país, de las cuales Total E&P Congo es la mayor desde la puesta en marcha del yacimiento de Moho-Nord en 2017. Actualmente se explotan cerca de 40 yacimientos, principalmente en alta mar, lo que confiere a Pointe-Noire el estatus de capital económica. Si bien las ganancias inesperadas del petróleo son colosales, su contribución al desarrollo del país es más discutible. No obstante, la coalición "Publish What You Pay", que aboga por una mayor transparencia en las industrias extractivas, ha constatado una mejora de la situación congoleña a este respecto. Este progreso ha sido confirmado por la Iniciativa para la Transparencia de las Industrias Extractivas (ITIE), que concedió al Congo el estatus de "País Cumplidor" en febrero de 2013. El objetivo es animar a los gobiernos a ser más transparentes en lo que respecta a sus operaciones presupuestarias, dando en última instancia a los ciudadanos acceso a la información sobre la distribución de los ingresos. Desde 2018, el país es miembro de la OPEP, de la que ocupará la presidencia en 2022.

La madera, segundo pilar económico del país

Aunque la explotación maderera se ha convertido en una parte relativamente menor de la economía desde la llegada del petróleo, sigue siendo el segundo sector más importante en términos de ingresos de exportación. También es una importante fuente de empleo en las numerosas regiones madereras. Especies tropicales como el sipo, el sapelli, el okoumé y la limba, por no hablar de los vastos bosques artificiales de eucalipto cerca de Pointe-Noire, se abren camino en los mercados internacionales. Una decena de operadores, en su mayoría europeos, están establecidos en el norte del Congo, donde la industria está mejor implantada y es más próspera. Según el Ministerio de Economía Forestal, la producción total en 2018 fue de 1,8 millones dem3, de los cuales menos del 50% se enviaron como troncos. Tras obligar a las empresas a procesar al menos el 85% de la producción de troncos en su territorio en 2020, el Gobierno congoleño puso fin a las exportaciones de troncos en enero de 2023. Las empresas se quejan de la carga fiscal en relación con sus obligaciones de hacer frente a otros costes vinculados a la gestión sostenible de los bosques, y de contribuir a la construcción de carreteras, escuelas y centros de salud, etc. Por último, la explotación maderera también plantea el problema del saqueo de las reservas forestales por empresas sin escrúpulos. Para luchar contra esta lacra, el país ha puesto en marcha un sistema de silvicultura comunitaria en el que participa la población local. En los próximos años, también pretende ser más exigente en materia de trazabilidad, certificación de las concesiones forestales y gestión sostenible.

La agricultura, un sector infraexplotado

Esta es quizás la primera paradoja del Congo: un país poco poblado, con tierras fértiles y abundantes precipitaciones... que importa la mayor parte de sus productos agrícolas, a pesar de que sólo se cultiva el 2% de las tierras cultivables... Las explicaciones son múltiples: en primer lugar, la población está muy urbanizada y, en segundo lugar, durante el periodo comunista, el sector dependía de infraestructuras estatales que se han ido desintegrando poco a poco. Los agricultores se dedican la mayoría de las veces a una agricultura de subsistencia basada en técnicas tradicionales que no producen lo suficiente para alimentar los estómagos de la ciudad. Por último, los conflictos de los años 90 afectaron especialmente a Pool y Bouenza, dos regiones muy agrícolas consideradas el "granero de la capital": los cultivos fueron saqueados, el ganado diezmado, etc. La mandioca sigue siendo el principal alimento básico de la región. La mandioca sigue siendo el alimento básico, complementado por plantas que a menudo se cultivan en asociación - batata, taro -, así como productos de las recolecciones, como el koko, y de la caza y la pesca. En los pueblos se crían tradicionalmente cerdos y pollos. La ganadería, tras el hundimiento de las haciendas estatales, sigue siendo marginal en forma de pequeños rebaños privados y vastas haciendas pertenecientes a dignatarios del régimen.

El papel del turismo

Con una estimación de 158.000 turistas internacionales en 2018, el turismo representa una pequeña parte del PIB del país. Su crecimiento es muy lento, a pesar de la voluntad declarada del país de aplicar una auténtica política de desarrollo turístico. Por el momento, el coste de los viajes para los extranjeros, sobre todo de los países occidentales, frena el entusiasmo de muchos turistas. A ello se añaden las dificultades de transporte, con carreteras en mal estado, dañadas por la temporada de lluvias, que dificultan o incluso imposibilitan ciertos accesos y aíslan las estructuras instaladas en los parques. Sin embargo, el ecoturismo parece estar despegando, impulsado por las ONG y apoyado por el Ministerio de Turismo y Medio Ambiente. En la actualidad, se percibe una voluntad incipiente de desarrollar el turismo comunitario, como medio de sensibilizar a la población sobre el sector turístico y sus beneficios a largo plazo, y también, en los últimos años, de aplicar normativas para gestionar mejor la tala de árboles, requisito indispensable para salvaguardar el hábitat de ciertas especies amenazadas. También se han puesto en marcha numerosos proyectos privados. Pero en Brazzaville, y sobre todo en Pointe-Noire, sigue siendo el turismo de negocios el que explica el buen crecimiento de las cifras turísticas en el Congo. Sin embargo, en abril de 2023, Pointe-Noire acogerá su primer crucero, con 150 turistas de diversas nacionalidades a bordo. El Gobierno congoleño está demostrando claramente su voluntad de diversificar sus recursos económicos mediante el desarrollo del turismo, y en particular del ecoturismo, posible gracias a la excepcional flora y fauna del país.