Charcuterías Altos Pirineos

El restaurante encarna una mezcla de gastronomía tradicional y moderna. Lleva más de 70 años adaptándose a las tendencias y los hábitos de los consumidores, buscando constantemente la excelencia y la innovación, basándose en materias primas locales de alta calidad. Su credo es ofrecer productos de calidad para todos, ya sean de uso cotidiano o para ocasiones especiales. Destaca por la utilización del cerdo negro de Bigorre, garantía de un patrimonio gustativo excepcional y símbolo de un ecosistema precioso que une al animal, la naturaleza y el hombre.

En Gardères se crían cerdos desde 1972. Con la ayuda de un equipo de entusiastas, Cathy y Francis Curbet le ofrecen durante todo el año embutidos de calidad, conservas al estilo familiar y carne recién preparada en la granja. Puede encontrar estos productos en la tienda de la granja o en los mercados de Tarbes y Argelès-Gazost. También tiene a su disposición un servicio de venta en la granja. Se pueden concertar visitas a la granja y degustaciones de charcutería con cita previa.

La Ferme du Porc Sain, empresa familiar desde hace más de 50 años, cría los cerdos con paja, garantizando su bienestar y alimentándolos con sus propios piensos a base de cereales. Todo se elabora in situ, sin colorantes, conservantes ni nitritos añadidos. Françoise tuvo el placer de hacerse cargo de la granja de sus padres en 1997, y Audrey se unió a ella en 2012, impulsando un crecimiento dinámico de las ventas directas, primero estacional y luego anual. Combinando rigurosas normas de higiene con un saber hacer tradicional, la granja aúna tradición y modernidad.

Fundada en 1926 por Jean-Marie Ader y famosa por el sabor excepcional de sus productos, esta empresa familiar está dirigida actualmente por sus bisnietos, Hervé y Lionel. Desde hace cuatro generaciones, la calidad está en el centro de su enfoque, que hace hincapié en una rigurosa selección de las carnes locales. Ya sea cerdo de granja del suroeste o cerdo ecológico, cada carne tiene su propio sabor... ¿El secreto? Condimento controlado, cocción lenta y respeto por las tradiciones caseras. ¡Sabroso!