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Parques Nacionales

Numerosos parques nacionales, reservas naturales y otras áreas de protección se dedican a la preservación de los entornos naturales presentes en la Península de Yucatán.

Reserva Natural de Sian Ka'an: situada en el sur de la Riviera Maya y clasificada como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, protege ecosistemas de manglares, playas de arena y bosques tropicales, así como parte del mayor arrecife de coral del hemisferio occidental. Es el hogar de los cenotes, piscinas naturales que albergan una biodiversidad única, y de los petenes, bosques tropicales que emergen de las zonas pantanosas. La reserva actúa como un continuo ecológico entre estos diferentes ecosistemas, permitiendo la preservación de la biodiversidad.

Reserva de Ría Lagartos: situada en el noreste de la península, protege notables humedales, incluyendo manglares y cenotes, pero también lagunas(las coloradas) y salinas rosas. La biodiversidad es notable y se pueden observar muchas aves, como los flamencos rosas, o cocodrilos

Parque Nacional Arrecife Alacráns : situado en el norte de Yucatán e inscrito como Patrimonio Mundial de la Unesco, protege el mayor arrecife de coral del Golfo de México. Una de las islas que componen el parque es accesible en barco y en ella se puede practicar el snorkel.

Reserva Natural de Cenotes El Corchito : situada en el norte de la península, protege una notable biodiversidad asociada a los ecosistemas de manglares y cenotes.

Fuertes presiones antrópicas sobre el medio ambiente

Las actividades humanas son responsables de la degradación de los entornos naturales y de la erosión de la biodiversidad, en particular la agricultura, la pesca industrial y también el turismo, a través de la contaminación que generan, el cambio de uso del suelo, la sobreexplotación de los recursos, pero también la introducción de especies invasoras.

Contaminación agrícola. Los vertidos de nitrógeno y fosfato procedentes de la agricultura industrial contribuyen a la alteración de los ecosistemas de los humedales. El uso de pesticidas también ha contribuido a la erosión de la biodiversidad. La buena noticia, que llegó en enero de 2021, es la promulgación de un decreto que prohíbe el uso de glifosato y el cultivo e importación de maíz transgénico en el país para 2024.

La deforestación. La deforestación, que comenzó con la construcción de barcos en el siglo XVIII y la creación del ferrocarril en el siglo siguiente, está ahora vinculada principalmente a la agricultura, la ganadería y el desarrollo urbano, pero también a la tala ilegal. Estas actividades amenazan la supervivencia de los bosques. Ante esta situación, existen iniciativas. La ONG Nukuch Kaax desarrolla proyectos agroforestales en Yucatán.

Turismo de masas. El turismo de masas también tiene un fuerte impacto medioambiental. Genera una artificialización del suelo y una fragmentación de los entornos naturales a través de la urbanización casi continua del litoral, especialmente entre Cancún y Tulum. Otro aspecto es la importante producción de residuos y efluentes acuosos, cuya gestión es deficiente y contribuye a la contaminación del medio ambiente. Se estima que los complejos hoteleros son responsables de casi el 95% de las aguas residuales de Cancún, donde las instalaciones son insuficientes para tratar cuantitativa y cualitativamente este efluente antes de su vertido al medio natural, en este caso al océano. Este turismo también conduce a una sobreexplotación de los recursos, especialmente de la pesca.

Cancún, o el fin de un modelo

Cancún es el símbolo de un modelo turístico condenado a desaparecer. Creada ex-nihilo en los años 70 a lo largo de una costa virgen, la estación balnearia es fuente de contaminación y presión sobre los recursos naturales, como ya se ha dicho. La urbanización ha provocado la fragmentación de los entornos naturales. Los grandes complejos hoteleros actúan como una barrera, impidiendo los intercambios -sobre todo la circulación del agua- entre la laguna y el mar, contribuyendo así a la alteración de los ecosistemas. También dificultan los vientos, aumentando el efecto de las olas y la erosión de las playas en las que se basa el turismo. Para salvar las playas -y el turismo- se han transportado en camiones millones de toneladas de arena, lo que ha generado no sólo una importante contaminación atmosférica y gases de efecto invernadero, sino también desequilibrios naturales in situ y ex situ. Estos aportes de arena también contribuyen al debilitamiento del arrecife de coral. Además, el cambio climático está acelerando la erosión costera y podría contribuir a una mayor frecuencia de fenómenos extremos en una zona geográfica expuesta a los huracanes(Delta, Gamma y Zeta en 2020). A largo plazo, todo el sitio está en peligro de extinción.

La invasión del sargazo o el símbolo de la contaminación planetaria

Las playas de la Riviera Maya se enfrentan periódicamente al varamiento de sargazo en sus costas. La proliferación de esta alga parda tiene repercusiones económicas directas en el territorio (actividades costeras y pesca), presenta impactos ambientales (alteración de la biodiversidad local) y riesgos para la salud de las personas expuestas. Se cree que este fenómeno está relacionado con la agricultura intensiva en el Amazonas. La deforestación masiva y el uso intensivo de insumos -fosfatos y nitratos- generan la lixiviación del suelo, cuyos efluentes acaban en el río y luego en el océano, donde crean condiciones favorables para el desarrollo del Sargassum. Las corrientes llevan entonces las algas al Mar Caribe. Las nieblas de arena del Sahara también contribuyen al movimiento del Sargassum. El calentamiento global podría provocar la aparición más frecuente de estas nieblas de arena. En respuesta, se están instalando barreras frente a la costa. Pero estas son sólo acciones curativas. Podemos, a través de nuestras acciones diarias y elecciones de consumo, contribuir a la prevención de la contaminación y a la lucha contra el cambio climático.