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Lenguas e historia

Para comprender plenamente la relación de Mayotte con la literatura francesa, es imprescindible echar un vistazo a su historia, por compleja que sea. Geográficamente, Mayotte es un archipiélago situado en el océano Índico, formado por dos islas principales: Grande-Terre y Petite-Terre. Junto con la Gran Comora, Moheli y Anjouan, este grupo forma un archipiélago mayor, las Comoras. Desde el punto de vista cultural, estos territorios constituyen una verdadera encrucijada de civilizaciones, tanto por las sucesivas oleadas de asentamientos como por haber servido de escala, a veces permanente, para los comerciantes que transitaban entre África y Madagascar. Estas vastas influencias siguen perdurando y se escuchan en los diversos modismos que aún se utilizan, pero también están en el origen de una cultura particular, rica y única, que se percibe en los temas abordados en la literatura. Pero también está la (espinosa) cuestión de la identidad, porque al rechazar la independencia que elegirán las demás islas comoranas, al estar vinculada a países fuertemente marcados por el proceso de descolonización, pero al ser, al mismo tiempo, dependiente de una metrópoli lejana que no siempre se preocupó de darle el lugar que le correspondía, Mayotte se ha encontrado en una encrucijada. Esta compleja realidad, aunque sólo sea desde el punto de vista lingüístico, religioso o social, está sembrada de dudas, de interrogantes, a veces de ironía o de cierta violencia. Constituye un material denso que es constantemente deconstruido por los autores, cuyas voces son cada vez más numerosas.

El primer documento en francés no tiene nada de literario, ya que se trata del tratado, ratificado en 1843, por el que el sultán Andriantsoly vendió Mayotte a Francia a cambio de una renta vitalicia. Por supuesto, antes de eso, el archipiélago tenía una fuerte tradición oral, cuentos antiguos, una herencia pura de los vínculos con Madagascar y África, pero también un conjunto de textos escritos, generalmente con el alfabeto árabe, entre ellos se encuentran los textos del cadí Omar ben Aboubacar (Chroniquearabe de Maore, 1865), el príncipe Saïd Omar el Masella(L'Histoire de la possession de Mayotte, 1875) o el jeque Mkadara ben Mohamed(Chronique de Mtsamboro, 1931). En el siglo XX, se planteó la cuestión de la adscripción definitiva al hexágono mediante varios referendos , para gran disgusto de la Unión de las Comoras, que reclamaba la soberanía tras haberse desprendido de la autoridad francesa. Se ratificó en 2011, cuando el archipiélago se convirtió oficialmente en un departamento de ultramar, lo que no sirvió de mucho para resolver los numerosos problemas a los que se enfrenta el territorio: crisis económica, escasez, movimientos sociales, inmigración ilegal, etc. El analfabetismo es otra de las grandes preocupaciones: confinada durante mucho tiempo a las madrasas (escuelas coránicas), la escolarización se adapta a la lentitud de la creación de estructuras, y el primer colegio francés sólo data de 1980... Es en este terreno, a primera vista poco fértil, donde se han impuesto al menos tres escritores: Nassur Attoumani, nacido en Moroni (Comoras) en 1954 pero establecido en Mayotte, Abdou Salam Baco y Alain-Kamal Martial, ambos de Mzouazia, donde nacieron en 1965 y 1976 respectivamente.

Un top tres..

Nassur Attoumani es sin duda el más célebre de los autores maoríes, y su obra ha sido objeto de tesis, especialmente de Christophe Cosker, que ha publicado Nassur Attoumani en images, pour une poétique de l'image ironique, 2020, y Lecteurs de Nassur Attoumani : enjeux d'une réception francophone dans l'océan Indien, 2021, con las Presses Universitaires Indianocéaniques. Hay que admitir que el escritor parece gozar de todo tipo de talentos y que lleva muchos sombreros: músico, dramaturgo, novelista, también escribe para los jóvenes y no duda en ser satírico cuando adapta el Tartufo de Molière en forma de tira cómica con un título evocador, Le Turban et la Capote. En 1989 fundó una compañía de teatro, M'kakamba (Arc-en-ciel), y ese mismo año puso en escena su primera obra,La Fille du polygame. Así, en Mon mari est plus qu'un fou : c'est un homme (Naïve, 2006, Grand Prix littéraire de l'océan Indien), y en Tonton ! rends-moi ma virginité... (Orphie, 2015), no duda en denunciar la violencia doméstica y el incesto. Nassur Attoumani también invoca la historia de su archipiélago. Así, en el ensayo Mayotte: identité bafouée (L'Harmattan, 2013), se convierte en etnólogo al contar cuentos tradicionales y en antropólogo al tratar de explicar la mutación sociocultural que sufre su pueblo, mientras que en la novela Nerf de bœuf (L'Harmattan, 2001) aborda el tema de la esclavitud. Asimismo, en uno de sus textos más conocidos, Le Calvaire des baobabs, vuelve a los años 40 y al encuentro decisivo entre un niño mahorese y un hombre blanco. Finalmente, en 2015, firmó su primer poemario, Requiem pour un nègre

, publicado por Ngo en Libreville, en el que vuelve a instar a sus lectores a no olvidar el pasado.

No menos político, igual de melómano, y aunque más joven que Attoumani, Abdou Salam Baco puede presumir de haber escrito la primera novela francófona de la isla de Laos, Brûlante est ma terre (L'Harmattan, 1991), un texto con fuertes tintes autobiográficos. Una vez más se describe el difícil enfrentamiento entre nativos y metropolitanos, y aunque el libro termina con una falsa profecía -Mayotte se convertirá en un departamento francés- no ha perdido apenas su interés. Dos años más tarde, el autor firmó Dans un cri silencieux con la misma editorial, y luego retomó su verdadero nombre (Abdou Mambo Baco) para continuar una obra que no deja de cuestionar la colonización y de mostrarse comprometida, especialmente con Si longue que soit la nuit

... (éditions Menaibuc, 2013), que concluye su trilogía. La nueva generación parece estar en marcha gracias a Alain-Kamal Martial, que establece el vínculo entre Mayotte, donde creció, y la Francia metropolitana, donde obtuvo un DEA en literatura antes de entrar en el LERTA (Laboratorio de Estudios e Investigaciones Teatrales de Aviñón). Su reputación se extiende más allá de Francia, ya que sus obras se han representado en una veintena de países, siendo una de las más representativas quizás 17 millones de entierros para un cadáver nacional, traducida al portugués por la escritora Mia Couto y representada en el Teatro Avenida de Maputo (Mozambique). Si no en el escenario, algunas de sus obras también están disponibles en papel, como Zakia Madi: la chatouilleuse (L'Harmattan, 2004) que, como su nombre indica, toma como heroína a una de las mujeres que lucharon a finales de los años sesenta para que Mayotte se uniera a Francia, o Papa m'a suicideR (Avant-scène théâtre, 2006) que retrata la desaparición de una joven maltratada por su padre. En 2007, Les Veuves realizó una gira internacional.

... y una nueva generación dinámica

A este trío hay que añadir, obviamente, el nombre de Nassuf Djailani. Nacido en Mayotte en 1981, continuó su formación en Francia, donde reside, lo que no le impide preocuparse por el destino de su archipiélago. Estas preocupaciones y sus valores mestizos le han inspirado un poemario, Naître ici, publicado en 2019 por la bella editorial Bruno Doucet y ganador del Premio Fetkann Maryse Condé en 2020. Estos textos no representan más que la punta del iceberg, Nassuf Djailani es, en efecto, autor de una docena de títulos publicados por L'Harmattan (Se résoudre à filer vers le Sud, 2012), por Passage(s) (Bob, 2016) y sobre todo por Komedit (Roucoulement, 2013, Comorian Vertigo, 2017, etc.). Su colección de relatos, suntuosamente titulada L'Irrésistible nécessité de mordre dans une mangue

(2020), ofrece la rara oportunidad de descubrir Mayotte a través de sus ojos. El impulso de la literatura de Mayotte parece confirmarse con la creación de una agencia regional del libro y la lectura en 2015, que inició una residencia para autores infantiles, pero también con el lanzamiento de una feria del libro en 2017 y, en 2019, con el nacimiento de un Club de Escritores y Amigos del Libro (CEAL) presidido por Soulaimana Noussoura. Además, empiezan a aparecer obras de referencia, como Les Littératures francophones de l'archipel des Comores (Classiques Garnier), que da un lugar destacado a Mayotte e incluye entre sus colaboradores a Linda Rasoamanana, Buata B. Malela o Rémi A. Tchokothe, y varios sitios web siguen de cerca la actualidad literaria, como www.revueprojectiles.com o el blog www.muzdalifahouse.com. En conclusión, aunque esperamos que la crisis sanitaria no frene la buena voluntad y que los esfuerzos emprendidos para acercar a la nueva generación a la escritura tengan éxito, es apreciable en cualquier caso constatar que las mujeres toman la pluma, como demuestra el concurso "Écrire au féminin" coorganizado en 2020 por la DLLP (Direction du livre et de la lecture publique) y por la Délégation régionale des droits des femmes. Si, curiosamente, la ganadora (Yasmina Aouny, con La Cause) se presentó con un seudónimo masculino (Abdoul Fouadi), esto no puede hacernos olvidar que, desde principios de los años 2000, las mujeres han retomado la lucha para denunciar la violencia de la que son víctimas, que fue iniciada por los hombres. Así, generalmente al amparo de la ficción, ya no dudan en contar su historia, dándole un alcance universal y convirtiéndose en portavoces de la causa feminista. Por ejemplo, Laoura Ahmed ha escrito un relato(Le Contenu de la fiole, publicado por la Société des écrivains, 2006) y una tesis sobre el derecho consuetudinario en el matrimonio(La Construction d'un système juridique), Zahara Silahi, Rihana Hamidouna, Séline Soula, Rozette Yssouf, etc.