La ciudad, de 4.117 habitantes, merece una visita por su magnífica iglesia con una torre de 92 metros de altura desde lo alto de su aguja. También merece la pena ver los famosos molinos: el Drievenmeulen, de 1774, y el Noordmeulen, de 1576. El folclore de la ciudad está representado por tres gigantes: Juan el leñador, Rosalía y la Belle-Hélène. Una buena idea para pasar el día es dar un paseo en coche de caballos. En resumen, si se encuentra en la región, no dude en desviarse para visitar Steevoorde, solo o en familia: no se arrepentirá, merece la pena el viaje, al igual que la región circundante (y el Norte en general).

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